Despertar después de haber dormido menos de cuatro horas era la peor sensación del mundo.
Me arrastré fuera de la cama después de debatir si debía llamar a la oficina y tomarme unos días de ausencia, pero conociendo a mi jefe, probablemente me echaría encima a la policía para iniciar una investigación a gran escala.
Me di una ducha rápida y elegí una falda lápiz negra y una blusa morada oscura antes de maquillarme. Me dejé el pelo suelto, con los suaves rizos cayendo en cascada por la espalda, y me rocié con perfume.
Satisfecha con mi aspecto, salí del apartamento y llamé a un taxi para que me llevara al trabajo.
Me resultaba extraño ir a trabajar después de haber dormido fatal y por no hablar de la cita de anoche.
¿Era siquiera una cita?
Fotocopié unos documentos mientras me preguntaba si Vincent aparecería esta tarde. Mi cadena de pensamientos se vio interrumpida cuando mi intercomunicador zumbó con fuerza.
—¡Silvia!— La voz de Jason retumbó en mi oficina, probablemente en todo el edificio, en realidad.
—¿Sí, Sr. Knight?— Respondí manteniendo la calma mientras resistía el impulso de poner los ojos en blanco.
—¡Entre en mi despacho ahora mismo!
Bajé las piernas del escritorio y entré en su despacho.
—¿Pasa algo, señor Knight?— pregunté cortésmente mientras cerraba la puerta tras de mí. Tenía la mirada del infierno escrita en su cara.
—Le pedí los documentos de inversión y la lista de solicitantes el viernes, ¿dónde demonios están?
Me acerqué rígidamente a su escritorio, sintiendo que se me agitaba la nariz, moví unas cuantas hojas de un lado a otro antes de coger el montón de hojas claramente etiquetadas como —Solicitantes e Inversión—. Las cogí del escritorio y se las tendí a Jason.
—Si eso es todo, señor Knight—pregunté con frialdad, cruzándome de brazos.
—Saliste con Haynes, ¿verdad?—Me acusó, con los ojos entrecerrados.
—Sí. Sí, lo hice.
—¿Después de que te dijera específicamente que te mantuvieras alejada de él?—Ladró en voz alta pateando el cubo de basura junto a su escritorio.
—Usted no tiene nada que decir en mis asuntos personales, Sr. Knight—. Dije mirándole furiosa. —¿No fui lo suficientemente clara con usted la última vez que tuvimos esta discusión? ¿Necesita que se lo deletree o que se lo cante en otro idioma? Usted no es mi dueño, Sr. Knight.
—Cuando te joda Silvia, no vengas corriendo a mí—murmuró cruzándose de brazos.
—Confía en mí—me burlé mientras giraba sobre mis talones para marcharme. —Tú serías la última persona a la que vendría corriendo cuando él 'me joda'.
Cuando salí del despacho de Jason, me senté en la silla y miré el desayuno con desagrado. Me volví hacia el portátil cuando oí el ruido de unos tacones que se acercaban rápidamente al escritorio. En cuestión de segundos, una mujer alta y rubia como el platino se plantó frente a mí.
—¿Puedo ayudarle?—le pregunté amablemente.
—¿Dónde está Jason?— Respondió groseramente, con voz nasal e irritante.
—En este momento está en su despacho, pero si lo desea puedo concertarle una cita.
—No. Solo dirígeme allí, tenemos... asuntos pendientes—Ella sonrió malvadamente mientras los celos se arremolinaban en mi estómago una vez más.
—Por supuesto. Le haré saber que estás aquí. ¿Te llamas?
—Chloe.
—Sr. Knight.— Hablé a través del intercomunicador. —Tiene una visita. ¿Chloe?
—Hazla pasar y despeja mi agenda para hoy. No quiero molestias—. Dijo bruscamente mientras Chloe salía de la oficina contoneando las caderas.
Sentí unas ganas irrefrenables de entrar en el despacho de mi jefe y darle una bofetada, era un incompetente, un insolente y un maleducado.
Mientras intentaba ocuparme una vez más, diez minutos más tarde llegó una entrega para Jason que, al parecer, era tan urgente que tenía que recibirla ya. Suspirando pesadamente, me dirigí a su despacho con el paquete a cuestas. Justo cuando estaba a punto de llamar a la puerta, me detuve en seco. Lo único que oía eran gemidos y gruñidos desde el interior, mientras mi ira aumentaba considerablemente.
¿Ese gilipollas tiene un trabajo que hacer y así es como emplea su tiempo?
Exhalé un largo suspiro y llamé con fuerza a la puerta del despacho.
—Sr. Knight, tengo una entrega urgente que debe ser firmada por usted—. Dije severamente desde fuera.
—¡Por el amor de Dios, le dije que no quería molestias!—. Me espetó desde dentro antes de abrir la puerta unos minutos más tarde. Llevaba la corbata desabrochada y algunos botones de la camisa, el pelo revuelto y manchas de carmín en la mandíbula esculpida.
Qué manera de hacerlo menos obvio, pensé sarcásticamente.
—Bueno, entonces quizá debería haber pedido que le entregaran este paquete a una hora adaptada a su apretada agenda, señor Knight—dije levantando una ceja.
—Le p**o para que haga su trabajo, no para que se pase de listo—Soltó en voz alta.
—Y yo trabajo para usted sin esperar que me insulte a cada paso. No podemos conseguir todo lo que queremos en la vida, señor Knight, aunque algunos seamos asquerosamente ricos—. Le puse el paquete delante de las narices y me lo arrebató de las manos antes de cerrar la puerta de un portazo.
No sabía cuánto tiempo iba a aguantar su humor irracional, estaba empezando a cabrearme de verdad con él.
Volví a mi despacho, donde Vincent estaba sentado en mi silla, sosteniendo un ramo de tulipanes rojos delante de él.
—Hola.—Sonreí mientras se levantaba.
—Hola—. Me devolvió la sonrisa mientras me entregaba los tulipanes. —Espero que te gusten.
Odiaba los tulipanes.
—Son preciosos. Solo déjame ponerlos en un poco de agua y nos vamos.
—Claro. Bonita oficina tienes aquí Silvia, este lugar no es como lo recordaba.
—¿Conoces la oficina?
—Sí, la hermana de Jason y yo solíamos pasar el rato aquí.
—Nunca mencionó...— Dije cortándome.
—Nunca mezcla lo privado con lo personal Silvia, nunca lo ha hecho y nunca lo hará. En fin, ¿vamos?— Sonrió ofreciéndome su brazo.
—¿A dónde vamos?
—¡Ah, eso sí que sería revelador!— Bromeó mientras salíamos del edificio.
—Sea donde sea, será mejor que nos demos prisa, tengo que volver en cuarenta y cinco minutos.
—Típico de Jason—, dijo amargamente mientras yo lo miraba confundida. —Estás absolutamente preciosa Silvia.
—Usted tampoco está nada mal señor—, le sonreí.
—Dime algo que no sepa—, dijo arrogantemente.
—Siempre modestos, ¿no es así Sr. Haynes?
—¡Ese es mi segundo nombre! En realidad, es David—. Dijo poniendo los ojos en blanco mientras yo me reía de él. —¡Ta-da!— Exclamó de repente, señalando el lujoso restaurante nuevo que teníamos delante.
—Vaya, parece encantador—, sonreí mientras salíamos de su coche y nos dirigíamos al interior.
—Llamé con antelación e hice una reserva, espero que esté bien.
—Sí, es perfecto.
Sonrió mientras confirmaba nuestra reserva antes de sentarnos.
—Parece que hoy tienes un día horrible, Silvia—dijo levantando una ceja.
—Supongo que hay mucho que hacer—, me encogí de hombros con indiferencia. Puede que estuviera muy enfadada con el imbécil de mi jefe, pero siempre había sido profesional y solo me quejaba de él con Melissa.
—Ya que estás bien, creo que deberías relajarte un día, olvidarte de la oficina. Relájate, haz algo espontáneo.
—No soy esa clase de persona, si te soy sincera—dije mientras echaba un vistazo al menú.
—¡Tienes que aprender a dejarte llevar Silvia! La vida es una aventura, no una zona de guerra—dijo mientras hacía señas a una camarera.
—Oh, te sorprenderías—, comenté secamente antes de dejar que la camarera tomara mi pedido.
*
El almuerzo transcurrió con bastante tranquilidad, Vincent seguía intentando convencerme de que me rebelara contra la vida, pero acabó desistiendo como solían hacer todos conmigo.
—Gracias por la comida—le dije saliendo del coche.
—¿Seguro que no quieres que te acompañe?
—No gracias, está bien, hasta luego—. Sonreí mientras entraba en el edificio.
—Silvia, ¿dónde rayos estabas?— preguntó Christine cuando pasé por delante de la recepción.
—Salí a comer, Christine, ¿qué pasa?
—Jason te estaba buscando y está cabreado, ¡acaba de despedir a Samuel por el amor de Dios!
—¿Qué?— pregunté sorprendida.
Jason podría ser una persona difícil con la que trabajar, pero ¿realmente había despedido a un valioso m*****o de la empresa?
—Un simple "estás despedido" y ya está. ¿Qué rayos?—Murmuró, sacudiendo la cabeza.
—Oh, Dios.— Murmuré antes de girar sobre mis talones. —Hasta luego.
El camino a mi oficina nunca me había parecido tan largo.
Realmente no sabía qué le había pasado a Jason últimamente. Colgué mi abrigo y guardé mi bolso antes de girarme para ver a Jason irrumpiendo.
—¿Has decidido volver al trabajo, Silvia?— espetó mientras cerraba la puerta de un portazo.
—Tengo derecho a una pausa para comer, señor Knight—respondí con frialdad, aunque el corazón me latía con fuerza en el pecho.
—¿Quién te dijo que podías invitar al puto Vincent a mi edificio?
—Vino a llevarme a comer, Sr. Knight, yo no le invité—dije apretando los dientes.
—Oh, así que ahora es tu novio, ¿es eso?
—De nuevo, no es asunto tuyo. Ya no saldré a comer ni recibiré visitas en su despacho—Dije secamente mientras salía del despacho.
—Me alegro de oírlo—espetó mientras yo seguía caminando hacia su despacho para recoger unos papeles, al abrir la puerta vi a una Chloe semidesnuda despatarrada de forma sugerente sobre su escritorio.
¡Carajos! Maldije en mi cabeza mientras ella chillaba.
Jason se acercó rápidamente a mí, encogiéndose visiblemente mientras entraba corriendo en el despacho.
Decidí que los papeles podían esperar, así que me di la vuelta y me dirigí a la recepción. De todos modos, necesitaba que Christine volviera a comprobar las citas concertadas para Jason.
—¿Va todo bien?— Christine frunció el ceño. —¿Qué le ha pasado hoy?
—Solo Dios lo sabe, Christine.
—¿Estás bien?— Preguntó cálidamente mientras yo asentía. —Siempre que estés segura, Silvia.
Por supuesto, estoy segura. Siempre he estado segura.