Yo no lo hice

1341 Words
ANDREA -Andrea, vas a doblar turno- -¿Disculpe?- -Ya lo escuchaste, te has dedicado a faltar, ¿Qué acaso no has visto la cantidad de personas que hay diariamente? No puedes darte el lujo de estar faltando cada que quieras- -Pero señor, realmente yo no he faltado, incluso no he tenido días de descaso…- le decía tímidamente. -Estupideces y pretextos a alguien más, aquí se viene a trabajar- Me decía el gerente prepotentemente. -Te voy a descontar el doble de tu salario por cada falta que tengas- -Pero…- -Buenas tardes, señor Lorenzo, lamento escuchar la conversación, pero me parece una exageración su comportamiento, Andrea no es la única que trabaja en el restaurante, hay más personal, además por ley se estipula un día de descanso, no puede obligarla y mucho menos descontarle de su salario de esa forma-Aparecía detrás de mí una voz muy familiar, era la del ayudante del chef principal, Diego. Él había sido muy amable conmigo durante estos últimos días, como un auténtico caballero, me acompañaba por las noches a la parada de autobús e inclusive en ocasiones me daba algunos postres para degustar en casa. Realmente era una persona muy buena conmigo, un ángel que aparecía cada que necesitaba algo de ayuda. -Escucha, aquí yo me encargo de mi personal, tú no tienes por qué inmiscuirte en estas conversaciones, tú deberías enfocarte en la cocina- -¿Sucede algo? – La voz del chef se hacía presente. -Señor, su pupilo se encuentra interfiriendo ante un problema de conducta de una de las meseras- -Ya veo, ¿Diego?- -Discúlpeme chef, pero él ha estado amenazando constantemente a Andrea, ella no ha parado de trabajar sin descanso, es literal, no se le ha dado días de descanso y cuando se toma uno, el señor le asegura que su salario se reducirá a la mitad, ¿usted cree que esto es correcto?- Cuando él dejó de hablar el gerente palideció en automático, su rostro se veía espantado, con algunas muestras de nerviosismo talladas en él. -Entiendo, sin embargo, creo que es solo un malentendido lo que escuchó Diego, ¿Verdad?- -Escuche chef, tengo que…- -no, entienda usted, aquí todos somos empleados, o incluso si esto llega a oídos del dueño del restaurante esto se convertirá en una vaivén de despidos o peor aún si uno de los comensales escucha la situación, esto se volverá incontrolable con las r************* , con medios de comunicación o peor aún, con los derechos humanos y sabe que significa eso, ¿Verdad?- Decía el chef de forma tranquila, mientras que el encargado reflejaba un verdadero temor en su rostro. Vaya, yo no le deseaba el mal a nadie, pero juraba que el reflejo de aquel hombre era el mío tan solo unos instante antes- Bien, entonces, creo que es mejor que trabajemos de forma respetuosa y justa, ningún empleado puede trabajar siete días seguidos, ninguno, a menos que su salario se triplique, así que en tal caso, espero que ese haya sido la situación, señorita – se giró a verme- ¿Usted ha recibido una cantidad extra por los días laborales?- me preguntó a lo que conteste rápidamente que no, mientras giraba mi rostro de un lado a otro. Tenía que admitir que ni siquiera tenía la menor idea de esa información. Mientras el chef seguía hablando, yo intentaba analizar la situación que tenía delante. Hace unos instantes era a mi a quien reprendían, pero ahora, él estaba pálido, él había perdido la seguridad que demostraba hace tan solo unos instantes, Dios, de verdad, gracias por no dejarme sola. -¿Andrea?, ¿Andrea?- dijo una segunda vez el chef. -Perdón señor, dígame- -¿Cuántos días has faltado?- -Uno señor, pero era mi día des descanso, era domingo y…- -Está bien hija, bueno, entonces Lorenzo, le sugiero respetar los días de descanso de los trabajadores, por que si indago es muy posible que los demás meseros concuerden, así que, evíteme la pena de reportarlo a recursos humanos, solo hagamos nuestro trabajo y sigamos engrandeciendo este lugar. Andrea, regresa a tu trabajo, Lorenzo le sugiero lo mismo, pero con prudencia, Diego, ya se arregló esto, regresemos, que no podemos retrasar el pedido de los comensales- Dicho lo anterior ellos se retiraron, dejándome sola con el encargado, lo que me hizo reaccionar rápidamente para salir corriendo. Cuando siento su mano sujetando mi brazo. -No sabes en lo que te has metido niña- Fueron sus palabras antes de soltarme y correr hacia la salir corriendo del lugar. Espero que aquellas palabras no fueran realmente una amenaza, si no, una precautoria. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No obstante, los días siguientes habían transcurrido con tranquilidad en ambos trabajos, había mucha gente circulando, mientras que se sentía el ambiente el inicio de las fechas decembrina, las calles decoradas con listones rojos y plateados, inclusive, ambos restaurantes tenían decoraciones elegantes, con ese toque perfecto de calidez y de unión familiar, así también, el clima comenzaba a sentirse frío casi todo el tiempo, que en ocasiones pequeños copos de nieve se asomaban por las noches, así que el frío era amenazador en ocasiones, pero nada que no se pudiera disfrutar. Me gustaba este ambiente, me gustaba ver el rostro de la gente, feliz, radiante, con esa calidez familiar que hacía de la época maravillosa, lo que también a su vez nos incrementaba la afluencia de comensales entrando y saliendo constantemente. Así que, no teníamos tiempo ni para comer, pero era lo de menos, me agradaba atender a la gente, me gustaba sentir ese sentimiento que contagiaban. Un sonido estruendoso se escuchó desde uno de los pasillos. Una de mis compañeras se había caído, rompiendo en mil pedazos todos aquellos platos con comida, me acerqué a ella, ayudándola a recoger todo lo más rápido posible para no estorbar en la pasada, limpiamos, mientras que otro de mis compañeros trajo la escoba y otro un trapeador. En unos instantes, todo quedó como si nada hubiera pasado. Sin embargo, ella estaba temblando. -Ya paso, no te preocupes, todo va a estar bien- -No lo entiendes Andrea, me van a descontar todo, no puedo quedarme sin dinero, tengo que pagar la renta, la comida, el regalo de navidad- comenzó a decir, mientras la llevaba atrás -Tranquila- le volví a mencionar, pero ella sin pensarlo comenzó a llorar desconsolada. Sabía que era madre soltera y que no la estaba teniendo fácil. -¿Quién fue?- Llegó el gerente con su prepotente voz -Señor… fue Andrea- ¿Qué? ¿Yo? Pero que estaba haciendo esta mujer, por qué decía eso. -Eso no es…- -Ven Andrea- -Señor, eso no es verdad- Me giró a verme, me dijo con el movimiento de sus ojos que lo sentía, pero aquello era demasiado infame, me sentía traicionada. En eso ella se fue corriendo, dejándome con él a solas. -Este es el recibo que se te descontara- Él se fue, dejándome con un recibo en mano que me dejaba anonadada. La cantidad era estrepitosamente demasiado. Pasaría dos semanas trabajando gratuitamente, era impresionante. Yo no lo había hecho. Fui a buscar a mi compañera, tenía que responder por esto. -Oye, yo no voy a pagar por esto- -Lo siento, Andrea, pero yo tampoco, ahora déjame trabajar- -Esto es injusto, si pido una revisión de camaras- -En esa sección no sirven, así que, no le busques, acepta lo que hiciste- ¿Qué? ¡¿Qué demonios había sido todo esto?! Mi teléfono comenzó a sonar, me dirigí hacia atrás para contestar- -Si, diga- -El viernes a la misma hora en el mismo restaurante- una voz de mujer sonaba del otro lado. -Perdón- -Hablo con Andrea Welshman, ¿no?- -Hablo de la oficina de Antoine Welshman, me pidió que te diera el mensaje de verte el viernes, a la misma hora de siempre, en el mismo restaurante, él no me mencionó más información, solo me pidió que le dijera eso- -Dígale a mi padre, que en esta ocasión no puedo, gracias- Y colgué. El viernes era mi cumpleaños. Rayos, tendría que faltar ese día.
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