12.Le quitaria lo arrogante

1399 Words
LEONARDO Ante todos yo seguía siendo un hombre libre, sin ataduras, sin compromisos, no obstante, legalmente, no era así. Desde la última ocasión en que habíamos tenido proximidad, intentaba mantener una distancia prudente. No la quería cerca de mí de ninguna manera. El solo saber que había contraído nupcias con una Welshman era una afirmación que traía a mi cabeza dos opiniones completamente opuestas. Hace tanto, anhelaba el alma poder compartir mi vida con una de ellas, Alondra Welshman, era la mujer más bella a mis ojos, perfecta en muchos aspectos, no solo físicos, era interesante, tenía porte, era elegante, sabía hablar con propiedad, se desenvolvía bien, era una mujer con clase y nata para envolver a una persona. Era evidente que, si ella quisiera, podría ser una excelente mujer de negocios por su talento, lo evidente era, que a final de cuenta, se guiaba siempre por la moda y no solo nos referíamos a su vestimenta, si no, que también aplicaba con la gente, lo que me llevó a descubrir su apariencia real, usaba a las personas, obtenía lo que quería de ellas para después… desecharlas como su fuéramos cualquier cosa. Era una arrogante, altanera y sin sentimientos. Yo fui uno más de su lista, cuando yo le hubiera dado el mundo a sus pies si ella lo hubiera pedido, lo cierto era, que aunque era joven, de familia prominente, de bases firmes, forjado con amor y lealtad, era un ingenuo en diversas cosas, como lo era en el amor. Qué estúpida palabra. Burlarse en la cara de un joven que acababa de perderlo todo de un momento a todo, su fortuna y su padre. Humillarlo delante de todo, cuando necesitaba su ayuda más que a nada en este mundo, ni si quiera fue capaz de verme a la cara, solo prefirió hacerlo de dominio público. Cada que veo mi apariencia en un espejo recuerdo aquel momento y la rabia no deja de consumirme. Logré levantarme, mi madre necesitaba mi apoyo, así que busqué becas para continuar estudiando en una universidad que pudiera darme la oportunidad de poder crecer, trabajé en diversas empresas, me esmeré, logrando escalar y posicionarme en aquel circulo social al que una vez pertenecí. Fue fácil, podría decirse, que, entre la habilidad, mi apellido y perseverancia, se me abrieron las puertas a más oportunidades que no desperdicie. No obstante, a pesar de mis acciones y dos empresas que sostenían solas, generando ganancias, tuve siempre la intensión de formar una empresa sólida que fomentara no solo la visión de la belleza, si no, que fuera mucho más allá de trabajar con simple edición, quería que la publicidad hablara por si sola, quería algo de dominio público, pero no a cualquier público, quería una empresa elitista que solo unos cuantos tuvieran el acceso al detalle y la armonía, quería exclusividad. Así que comencé a invertir más de mi tiempo en esta empresa que fundé desde cero con la ayuda de mis amigos Jason y Miguel, trabajando como si fuéramos simples personas, sin apellidos, ni nada, comenzamos solo con talento, ingenio y convencimiento. Mostramos un trabajo de calidad que habló por si sola. Éramos un equipo bien estructurado, donde ninguno perdía nada, solo ganaba, donde nadie incursionaba en lo que no le correspondía, si no, que cada quien desde su área hacía lo que le correspondía. Hasta que comencé a ver pequeños detalles en el equipo de diseño. Era notable que la ausencia de mi amigo Jason estaba haciendo estragos en la supervisión del mismo y Miguel no podía encargarse de dos áreas al mismo tiempo, así que, tenía que tomar cartas en el asunto. Y aquel campus era un desarrollo constante de creatividad que necesitaba mi empresa. Era consciente de que se tenían que capacitar constantemente a los estudiantes, pero sabía que, en algún momento dado, encontraríamos la estabilidad, sin embargo, era necesario presionar a los que estaban de base a no conformarse con la misma idea. Sabía que Miguel no lo comprendía, pero Jason, lo entendía muy bien. Había elegido esa universidad sobre todas las demás, por sus exposiciones visuales dentro de las galerías que mostraban todo el talento de quienes ahí crecían de conocimiento. Mi empresa era valiosa así que era fácil que la universidad aceptara mi petición para que estudiantes pudieran realizar sus prácticas por un corto periodo de tiempo, ellos ganaban experiencia dentro de la industria de la publicidad y yo que mi personal no bajara la guardia. Y en ese lapso apareció ella. Andrea Mi ahora… esposa. Me había dado la entrada al mundo de Welshman enterprises, para lo que me encontraba siendo asesorado. Sentía que todo estaba tomando el camino que debía, aunque bien dicen que nunca debes de confiarte, no hay que festejar en ninguna circunstancia hasta tener el veredicto a favor. No obstante, las cosas en casa resultaban ser … diferentes. Había llevado a Andrea a vivir a una pequeña casa propiedad de la familia, la cual se encontraba deteriorada por la falta de mantenimiento, era un lugar pequeño y amueblado. Tenía años en la familia, así que el olor a humedad y resguardo era evidente, intolerable ligeramente si no se estaba acostumbrado, lo cual, fue casi curioso pasar desapercibido por Andrea. Le asigné una habitación, era pequeña, aún mantenía su inmobiliario casi intacto, solo había que limpiarlo, pero cuando me ausentaba de la casa y regresaba encontraba diversas áreas limpias, los muebles relucientes con aceite para muebles que los hacia verse con vida nuevamente. Esa casa, necesitaba diversas reparaciones, no solo en los muebles, si no en paredes, puertas, instalaciones eléctricas y algunas cuestiones de electrodomésticos, pero a ella parecía no afectarle nada. Me estaba poniendo a prueba, por que una mujer de su posición difícilmente podría acostumbrarse a un lugar así, por lo general, imagino que estaría desesperada por salir de ahí, pero ella, actuaba como si nada. En definitiva, esa mujer era calculadora, me estaba poniendo a prueba, quería que yo cediera y la llevara a otro lugar a vivir, pero se aguantaría por que de aquí no nos moveríamos, aunque yo también tuviera que tolerar esas condiciones. Algo que llamaba mi atención es que Andrea casi no solía estar en casa, cuando me levantaba, ella ya no se encontraba, no obstante, solía dejar el desayuno listo, lo cual era raro. Y cuando yo llegaba a veces ella aún no estaba en casa. Sin embargo, cuando llegaba a casa ya noche, ponía atención a la cena. Siempre tocaba a mi puerta, para acompañarla a cenar. Al principio lo rechazaba, pero en una ocasión lo acepté, tenía que admitir que para ser una niña consentida realmente era muy buena en la cocina. Así que terminaba cenando con ella. Y para no hacer las cosas más incomodas, ella siempre solía preguntarme por mi día, mi negocio; así que, por cortesía yo también solía preguntarle por la universidad. Ella siempre hablaba emocionada de sus temas, así que, le mostré algunos bocetos de mi empresa y ella parecía extasiada por dar sus críticas, pero no era de esas críticas sin solución si no, que ofrecía sugerencias, las cuales solía apuntarlas, haciendo que mi equipo de edición las pusiera en práctica y los resultado eran… -Leonardo, eres un maldito genio- llegó un día Miguel a mi oficina mencionándome que los resultados estaban teniendo éxito exquisito que los mismos clientes amaban. -Lo sé, pero el crédito no es mío- le dije -Probablemente, pero estos pasantes están dando ideas…ufff, revolucionados- -Pues gracias- le dije, a lo que él me muestra algunas impresiones de aquellas fotos que le había mostrado a Andrea, eran las modificaciones que ella me había dado pero puestos en práctica. – No fueron los estudiantes, fueron ideas de alguien más- -Pues es un genio, no sé por qué no la has contratado aún, es buena en lo que hace- -¿Buena? Deduces que es mujer- -Por supuesto, dudo mucho que tu escuches a un hombre y menos a los que son tan guapos y agraciados como yo, es más seguro que escuches a alguien con falda, deberías traerla y no cogértela- -Aún sigo siendo tu jefe- -Socio mayoritario, no jefe, pero haz lo que te digo, tráela- me dijo y se retiró. Era una buena idea, pero no quería involucrarla más dentro de mi vida, descubriendo así mi identidad, ella tenía que aprender a bajarle a su arrogancia.
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