CapítuloVI:Dios no me abandones

1029 Words
ANDREA Hoy había sido un día realmente productivo. Me había ido muy bien con las propinas, así que podía alcanzar a darle una pequeña de adelanto a Jazmín por sus servicios, así como a abonar otra parte para las deudas de servicios. Estaba emocionada que me di el lujo de poder comprarle a mi abuelo un pequeño cupcake con un betún elegantemente aplicado. Pero mi felicidad se vio nublada rápidamente al llegar a la casa. Una hoja roja estaba en la entrada. Mi corazón comenzó a latir desbocadamente. Me acerqué y tomé la hoja. Mis ojos comenzaron a fluir lentamente por mi rostro. Me sentía impotente ante aquella hoja. Era una orden de desalojo. Devastada. Esa, si esa era la palabra que fulminaba todo mi cuerpo y mi estado mental. Entré a casa. Las luces estaban apagadas. Jazmín se había ido, me había dejado una nota en la mesa del comedor “Me tuve que ir, tenía una entrevista de trabajo, pero tu abuelo está tranquilo. Lo lamento”. Suspiré para intentar contener las lágrimas que me acechaban. Subí a ver a mi abuelo, abrí lentamente la puerta de su habitación. La mesita de mesa estaba encendida, así que podía ver su rostro dormir tranquilamente. Me sentía en paz por ello. Bajé al comedor y abrí el refri, ya no había nada. Mis lágrimas comenzaban a asomarse una a una. Ya no quería nada, me repetía mientras que mi cabeza se recargaba en el refrigrador al estar cerrado. Mi cuerpo se sentía cansado, mi mente se sentía devastada, temía que por más que me esforzara, nada, absolutamente nada fuera a salir bien. Deje que las lágrimas hicieran ese trabajo sanador que necesitaba, un par de minutos, para levantarme, enjuagar mi rostro, continuar con lo que tenía que hacer. Sabía que mi padre no sería de ayuda, sabía que estaba sola, únicamente con mis habilidades… El teléfono comenzó a sonar, contesté rápidamente y salí a contestar a fuera de la casa, no quería que mi abuelo se despertara. -checa tu buzón- la llamada se cortó. Fui al buzón y encontré un sobre amarillo. Este estaba dirigida a … mi abuelo, abrí aquel sobre en su interior habían algunos documentos, leí la primera hoja era una demanda por incumplimiento de pagos, indicándome que lo que se encontraba al interior de la vivienda sería tomado como pago a cuentas. Daba una fecha límite para desalojar, que era dentro de una semana. Mis piernas comenzaban a temblar en extremo. Aquel sobre cayó de mis manos, dejando entrever todos lo documentos en él, había una carta también del condado en el que se le sugería una asistencia para personas de la tercera edad. Un asilo. ¡Dios! No le puedo hacer esto a él, no a él. ¿Cómo le haría? No podía solamente mandarlo a un asilo, así como así, él era la persona que me había criado desde niña, no podía simplemente dejarlo con personas ajenas, ¿Qué clase de persona sería yo? Dejé que mi mente indicara diversas posibilidades mientras tomaba un vaso de agua en la cocina. - Andrea, ¿estás aquí? - Escuché la voz de mi abuelo a lo lejos, se le escuchaba débil, así que, corrí directamente a su habitación, no sin antes, intentar calmar mis inflamados rojos por tanto llorar. -Aquí estoy abuelo, ¿Estás bien? – Mi abuelo se detuvo a verme, intentando analizar lo que sucedía o tal vez, lo que pasaba por mi mente. -Mi niña… lo siento tanto – dijo mi abuelo, mientras su mano tocaba la mía comenzando a sollozar. Me parecía todo esto tan irreal, tan poco creíble, él no tenía por que llorar, él no merecía todo esto. -Abuelito – le decía, mientras me mantenía lo más fuerte posible – las cosas van a mejorar, ten fe – -Daría lo que fuera por verte feliz, por verte… sin tanta carga, verte liberada, disfrutando tu juventud – -¿Y quién dijo que no la disfruto? Soy feliz abuelo, tengo lo que necesito, un techo, comida, trabajo y un abuelo maravilloso, no necesito nada más- -Andrea, si disfrutaras de tu vida, saldrías con chicos de tu edad- -Abuelo… los hombres son muy inmaduros, aunque sabes… si conocí a alguien, un atractivo hombre con un gran sentido del humor- -Ay Andrea, mi niña, quisiera creerte- me decía mientras me apretaba la mano, sabía que no era una mentira aquellas palabras, tal vez, una verdad a medias, pero quería verlo tranquilo – sabes, ¿qué anhelaría con todo el corazón? – yo le sonreí y negué con mi rostro – Verte feliz, realizada y de la mano de un hombre que te ayude a brillar, pero sobre todo, que pueda cuidar de ti, protegerte… quisiera poder… espero poder llegar a eso- me dijo. Mis ojos comenzaron a humedecerse, ¡maldita sea!, parece que… -Andrea, te mereces tanto y me duele verte así, cargando un peso que no te pertenece, hija…- Tomé todo el aire que pude para tranquilizar mis emociones, ya no quería mortificarlo más. -Abuelito, no te preocupes por mí, solo sé fuerte, te prometo que vamos a salir de esta, así que, a descansar, que mañana será un gran día- Le di un beso en la frente y me retiré de ahí. Tras irme a mi habitación me senté en la orilla de mi habitación, no podíamos seguir así, tenía una orden de desalojo. Me era imposible pagar las facturas, los medicamentos y todo, necesitaba otro plan, otra idea, tenía que abandonar la casa, pero había que admitir que no tenía la posibilidad de pagar el alquiler en otro lugar, ni si quiera podía mantener todo, tenía que haber otra solución. No podía molestar a Anthon, la última vez que me ayudaron mi padre los perjudicó en la banca, así que, no podía hacerles eso una vez más. Estaba sola y las decisiones solo me pertenecían a mí. No había más. Solo podía mantener un pago a la vez, y lo daría todo, sin dudar a mi abuelo. Respiré profundamente, la decisión era obvia, no quería tomarla, pero no podía hacer más. ¡Dios por favor, no me abandones!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD