Capitulo 7:¿Te casarías conmigo?

1278 Words
LEONARDO Habían pasado algunos días desde que había visto aquellos enigmáticos ojos, me eran tan conocidos que mi cabeza no podía idealizar en dónde, pero de algo era seguro, no era una persona conocida. Mi empresa había comenzado a dar grandes avances, no obstante, mi abogado estaba seguro que el paso que había avanzado en conseguir mi venganza se había estancado, lo cual me era frustrante, necesitaba una forma de poder entrar a las empresas Welshman de una y otra manera. Tenía que ser inteligente, táctico, no podía dejar que mis emociones nublaran mi juicio. Toc toc. -Adelante- -Señor…- dijo uno de mis empleados, cabe decir que era mi genio detrás de las tomas fotográficas de mi empresa, un fiel amigo… -De cuando acá me hablas de señor, si no osas perder el tiempo para insultarme- le dije mientras tenía la mirada en los papeles de mi escritorio que requerían mi autorización -Valoro el respeto, en cuanto a trabajo se trata, pero si prefieres la amistad al trabajo y no perderé mi posición por lo que pueda decir…- -Solo dime que quieres- -Leonardo, eres un grandísimo imbécil, no te has dado cuenta de que si sigues contratando estudiantes, nos vas a llevar a la quiebra, necesito gente eficiente- me decía con su voz amanerada, por que aunque su género me era de poco interés, su talento y su cerebro brillaban por él – Idiota, si estás escuchando…- -Tengo un plan- -Leonardo mírame… sé que eres un magnate en esto de los negocios, pero en este negocio, yo soy el genio y te lo digo enserio…- -Vaya, si sabes que lo soy, por qué lo dudas, debes de saber que si yo no hacía esto… es más, por qué te explico esto a ti, solo debes entender, era indispensable, prepara a los estudiantes, si algo sale mal, les pedimos que se retiren, ellos necesitan experiencia, nosotros necesitábamos darles una lección a los que están dentro de los departamentos creativos- le decía mientras lo veía directamente a los ojos -Eres un… - -genio- -ese maldito ego tuyo, solo espero que no nos lleve a la quiebra- dijo mientras se ponía recto delante de mí. -Yo no voy a prepararlos- -No lo hagas, pon a algunos de tus asistentes, y ya- le dije, mientras regresaba mi mirada a los papeles que tenía delante de mí. -Ten en cuenta que es tu idea… para que no me recrimines nada- dijo, dando la vuelta – por cierto, ese dibujo, deberías de enmarcarlo, tu ego se elevaría aún más- y se retiró de mi oficina. Miguel, era el mejor en lo que hacía, pero tenía el temperamento peor que una mujer, era un personaje en su esplendor, nos habíamos conocido en el campus de la universidad, un desperdicio de hombre para las damas con ese tinte natural de sus ojos en contraste con su color obscuro. Era el qué más atraía dentro de nuestro grupo, lástima que él no tenía el mismo interés en las mujeres que nosotros. “Enmarcarlo” Fue la palabra que retumbó en mi cabeza, lo cierto era, que aquella chica, realmente tenía un talento indudable para el dibujo, que digo, el dibujo, podía simplemente transmitir algo a través de trazo; no lo decía por mi proyección, si no, por que el resto de sus trabajos, eran impresionantes, admito que dejé ese dibujo abierto de aquel cuaderno por la razón evidente que era el último dibujo que Andrea había trazado. Pero, me cabía la pregunta, ¿Cuándo lo hizo? Si solo tuvimos una sola coincidencia, bueno, un solo día en el que pase de odiarla por completo por su despistada capacidad de observación de la realidad, a admirarla por su belleza, sentido del humor y sobre todo por su talento. Esa mujer, me había cautivado. Me sentía ridículo sonriéndole a la nada. ¡era suficiente de trabajo! Tenía que salir de ahí, por que si no, Andrea iba a terminar aprisionando mis pensamientos dentro de mi único espacio de paz, mi oficina. Todo indicaba que aquel día sería completamente igual a todo los demás, hasta que una pequeña brisa con agua comenzaba a asomarse en el cristal de mi automóvil. Tenía el móvil en manos libres del automóvil, hablando con mi abogado, cuando llegué al semáforo en rojo, cerca de una de las paradas de autobús, cuando… la figura más bella se asomaba a la nada. Su rostro se veía pálido, tal vez era por el cambio de temperatura que se sentía en el exterior, mezclado con la lluvia, me orille, emparejándome a su lado. Espera, ¿qué estaba haciendo? Bajé el vidrio del copiloto. -Andrea, sube, yo te llevó, te estás congelando- Ella se giró a verme con esa mirada… esa maldita mirada que me tenía como un crío, pero, ¿Dónde había visto esos ojos? -Hola, ¿cómo le ha ido? – ¡demonios! Pensé, en tercera persona, pues ni que existiera una diferencia abismal en nuestras edades, me repetía – No se preocupe, no quiero…- -Sube Andrea – le dije mientras extendía mi cuerpo y le abría la puerta del copiloto. Ella giró su mirada hacía la dirección del autobús y luego a mí. Era mi primera batalla ganada. Ella subió al automóvil. Se le veía preocupada, pero no quería decirle nada. -¿Hacía donde te llevo?- -A decir verdad…- -¿Ya comiste?- Ella se quedó tan perpleja como yo por mi reacción, pero la realidad era, que me agradaba y deseaba pasar un momento más con ella, para quitarme lo embelezado. Ella negó con su cabeza y la llevé a comer a un restaurante que ella me indicó, estaba cerca de ahí, era un lugar chico, no era de mis preferencias, y si no lo niego, yo hubiera escogido el restaurant más lejano que hubiera encontrado. ¡En qué estás pensando! ¡Dios, deja de comportarte como un adolescente con hormonas latentes! Me repetía, era joven, si, pero mi edad física no se comparaba con mi edad mental, era maduro, precavido, audaz, pero, cuando estaba con ella, simplemente… esto era ridículo hasta para mi. Platicamos un buen rato dentro del restaurant, acerca de mis proyectos, su escuela, no obstante, la seguía viendo preocupada, si es que así se podría decir, pudiera ser que los exámenes la estaban agobiando, sinceramente, no quería indagar más, no quería perderme más en ella como ya lo hacía con su mirada y su sonrisa. Le comenté una historia a medias sobre la empresa que manejo, le dije que era un proyecto que aún estaba en financiamiento, si ella resultaba ser interesada, desertaría de mi presencia rápidamente, no obstante, parecía maravillada con mi proyecto, me daba diversas ideas como la primera vez que la vi, le dije acerca de los costos, el equipo y el personal, inventándole todo lo que yo ya tenía en mis manos, pero que, ella creía yo aún no tenía. Su teléfono nuevamente estaba sonando… ¿Otra vez? ¿Enserio? Ella sonrió, disculpándose se retiró a contestar, así que aproveché para pagar por la cena, cuando ella regresó su semblante cambió radicalmente. Cuando la llevé al coche, no preguntaba nada, solo me dijo que tenía que ir a casa, a lo que, nuevamente me ofrecí a llevarla, no obstante, mi teléfono fue ahora el que sonó. Atendí la llamada, me subí al carro. -¿Te puedo preguntar algo? – Me dijo, mientras que sus manos se movían ansiosas entre ellas, estaba nerviosa, pero, ¿Por qué? -¿Tienes novia?- me preguntó, pero su mirada seguía viendo a sus manos que no dejaban de moverse. Yo me negué. -¿Te casarías conmigo?- me dijo
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD