Estás sola

1238 Words
ANDREA No había dormido mucho, pero había alcanzado a comprar todo aquello que necesitaba para hacer un pastel pequeño. Sabía las restricciones de algunos alimentos, así que había pedido algunos consejos para poderlos realizar, Diego me había dado algunas ideas, así que había tomado aquellas que podían ser buena opción para mi economía. Suspiré al ver todos los ingredientes a la mano, ordenados en la cocina, listos para usarse, así como, el recipiente que usaría. Solo esperaba que me saliera. Ojalá que este postre no sea una decepción, no quiero desperdiciar todo esto. Pero bueno, aquí vamos. Tomé la hoja donde tenía algunas anotaciones de los pasos a seguir que Diego me había explicado. Comencé a colocar recipientes, batir y vaciar. Al cabo de unos cuantos minutos era evidente el olor, mientras que comenzaba a desocupar espacios y a preparar algo para almorzar, para comenzar con la preparación del merengue especial. Me sentía extasiada y nerviosa. Fantástica por una parte, por que podría estar otro día más con mi abuelito y nerviosa de que el pastel fuera todo un fiasco. Tendría que confiar en que no iba tan mal con mis cuestiones culinarias. El pastel salió, la harina estaba bien cocida, así que, solo lo saqué del molde, para dejarlo enfriar en lo que la crema se espesaba tantito en el refri. Me habían prestado algunas duyas en el restaurante, por lo cual podía darme la oportunidad de dejar una decoración no tan tremendamente mala. Desayuné cualquier cosa, cabía mencionar, que era la primera vez que podía comer tan lento que disfrutaba de este momento, comer tranquila, en paz, con una sonrisa placentera en el rostro. -Buenos días- -Hola, Leonardo, buenos días, ¿Cómo amaneciste?- -¿No irás hoy a la universidad?- -No, hoy no, hoy iré a visitar a mi abuelo- -Creía que ibas los domingos- -Si, pero en esta ocasión es un día especial, así que, hoy será para él. Por cierto, ¿Quieres almorzar algo?- le pregunté, lo vi ajustarse la corbata con elegancia. Lo vi dudar un poco, pero acepto. Así que me puse de pie y me dirigí a hacerle algo de lo que me había hecho para mí, le intenté dar un aspecto diferente a mi plato. Cuando puse el plato en la mesa, no sé por que, pero sentí como si mi abuelita estuviera ahí, ese aroma de la cocina funcionando era uno de los mejores recuerdos que me traía ella. El se sentó y comenzó a comer en silencio, no pronunció palabra alguna, pero estaba bien. Me quedé esperando en la mesa a que terminara, mas que por mala costumbre, por que de verdad el escenario era bonito de presenciar, alguien más en la mesa, degustando la comida. Pese a que no era la primera vez que compartía la mesa con él, era una sensación distinta que recorría toda mi espina dorsal. No sabía como explicar esta sensación. -¿Cómo te ha ido en la empresa? ¿He escuchado que ya no tienes a la misma modelo?- -¿Quién te lo mencionó?- dijo él -Nadie, son rumores que se escucha entre los com… estudiantes, ya sabes, que en mi área todo asunto se mueve- -Cierto, hace días fue a la universidad- -¿Enserio?- le pregunté en automático. -No te vi- -Sobre eso…- Creo que había que adelantar la conversación que tenía pensado para hoy. Su teléfono comenzó a sonar, lo que hizo que se levanta de la mesa y se retirara a su habitación. Salvada por la campana. Recogí su plato, el cual estaba completamente vacío, pequeño acto que me causo felicidad, realmente le había gustado. Sonreí. Tomé los platos y los lavé. Terminé. Chequé la hora, aún era temprano, así que, comencé a ocuparme de recoger la casa rápidamente para dejar todo limpio antes de comenzar a decorar el pastel para después salir rumbo a ver a mi abuelito. Disfruta cada momento, por que después de la cena de hoy, probablemente las cosas vayan a cambiar. ¿Y si …? No, dejemos de depender, hay que comenzar a resolver problemas, no puedo solucionar mis problemas de habitad casándome con quien sea. Ya tenía que comenzar a madurar, sabía que la vida no era fácil, ahora tenía que ponerme a buscar donde vivir, por que era seguro que Leonardo se molestaría conmigo por la información que le ocultaba. A veces sentía que era una persona despreciable por tantas mentiras que recaían en mí. Mentirme a mi abuelo sobre Leonardo. Mentirle a mi padre, a mi abuelo, a Leonardo sobre la universidad. Mentirle a Leonardo sobre mi identidad. Hacerme pasar por un m*****o de una familia respetable, que no era la mía. Mentirle a recursos humanos para que desviaran los fondos a la empresa de Leonardo. Suspiré profundamente. Bueno, ya no pensemos en esto, se que todo saldrá bien. -¿A qué hora planeas ir con tu abuelo?- -Más tardecita, como en un ahora y media o dos, ¿Por qué?, ¿Puedo ayudar con algo?- -Paso por ti para llevarte- -No, no, no, no, descuida no te preocupes, no quiero interrumpir tu rutina- -Si mi olfato no me falla, tienes un pastel o algo similar, se arruinará en el camino, además quiero conocer a tu abuelo- -¿De verdad?... ¿Podrás?- -Por supuesto, paso en dos horas- -Gracias- Y se fue. ¿Quiere conocer a mi abuelo? Cuando ambos se enterarán de todo, habría una decepción muy grande, al menos por mi abuelo y Leonardo probablemente me odiaría por poner en riesgo su empresa. Tendría que hablar con mi papá primero, no quisiera represalias en su contra. Terminé de hacer el quehacer, me dirigí a terminar el pastel. Corté a como pude con un hilo, hidraté, comencé a decorar, lo mejor que pude, no era experta, pero creo que no estaba tan mal. Probablemente si cerraba un ojo y giraba la cabeza se vería decente. Comencé a reír de mis propias locuras, recordando la frase de mi abuelita cuando solía ayudarla en la cocina. Fui a arreglarme. No tenía mucho que ponerme, así que use algo que no estuviera en tal usado. Tenía una blusa de manga larga y unos jeans. Me puse mis zapatos. Me fui a ver al espejo. Aquel que tenía lleno de post-it de colores naranjas y amarillas. Tenían información de mi mundo real. Me permitían no olvidar lo que tenía que hacer. Las ignoré brevemente y me centré en el espejo. Me veía fatal. No era mentir si decía que me desmoralizaba un poco ver mi rostro tan pálido, tan marcado por las ojeras, con mi rostro demasiado afilado, si, estaba demasiado delgada, pero aún no estaba a los huesos, solo tendría que reponerme, lo haría con un poco de tiempo. Ya vendrá enero. Hoy no es momento de deprimirnos. Hoy tienes que ver a tu abuelo feliz, radiante. No lo arruines. Me puse un poco de maquillaje e intenté ocultar mis ojeras, pellizqué mis mejillas hasta dejarlas un poco rojas. No era la mejor imagen, pero me estaba convirtiendo una experta en mentir, así que, tendría que de decir que me veía espectacular. Guardé Arreglé todo en mi habitación y salí a esperar a la sala. Ya era el momento. Mi teléfono sonó. Era un mensaje de mi papá. “Ya no habrá más dinero en la cuenta de tu “supuesto marido”, estás sola”
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