Vidas aparte

1664 Words
JOSHUA Estaba tomando una copa con mi amigo Adauco. Después de la visita a Estefanía lo que menos quería era pensar en ella. Habían pasado días desde que la vi y no había dejado de pensar en ella, pero el i***t**a de mi amigo Adauco insistió en tocar el tema. — Pero, ¿no podías hablarle por teléfono? ¿Por qué ir a verla si supuestamente no la soportas? —El bar estaba lleno, y lo agradecía porque de esa manera nadie estaba escuchando la conversación. — Porque es una inútil. Se levanta tarde, holgazanea todo el día. Se volvió una mujer simple y sin gracias desde que nos casamos.—Me quejé. Estefanía solía ser la mujer más linda, y llena de positivismo que conocía. Era esa mezcla tierna que desbordaba sensualidad y era algo que no se encontraba en ningún lado. — No puede ser tan malo. Además están viviendo en casas separadas, algo que tu mamá agradece. —Tomó un trago de su whisky.— La escuché decir eso en la última fiesta en casa de tus papás. — No merezco a una mujer como ella a mi lado. Necesito a alguien más a mi lado que de verdad se supere, y sobre todo sepa ser fiel. —Tenía esa sensación que me quemaba en el pecho.— ¿Tú la tuviste alguna vez no es así? Se quedó callado durante un momento Adauco no había tomado a nadie en serio luego de su última relación seria. — Vanessa era única. —Le dio un trago a su whisky.— Estuvo trabajando con Elio Guinot, y cuando la conocí era una master en todo lo que hacía. No me importó que fuera mamá soltera, pero prefirió al i***t**a de Alex Camil. — Es a lo que me refiero. Estefanía no tiene luz propia. Es tan gris que incluso su aspecto se volvió así. Siempre luce simple, desaliñada, y sin importarle nada. Las cosas entre ella y yo se habían ido al carajo porque me había traicionado. Había dejado todo por ella e incluso había ido contra mis padres que se oponían a nuestro matrimonio. Había estado dispuesto a darle la espalda a mi familia por ella. Le di un trago a mi whisky. * Cuando conocí a Fanny era una noche de verano. Mis papás me habían obligado a salir con mi prometida obligada en ese entonces. Paola era una mujer muy guapa, pero no había comparación en cuanto vi a Estefanía por primera vez portando su uniforme de mesera, y una sonrisa genuina que me había matado casi al instante. Cuando salí del restaurante y nos subimos al auto, Paola habló por primera vez luego de haber terminado de cenar. — ¿La conoces? —Paola le bajó a la música para escucharme. Tomé la carretera que nos llevaría a su casa. No planeaba pasar con ella la noche. — ¿A quién? —No aparté la vista del camino. — A la mesera, Estefanía. — No. Nos quedamos en silencio durante un momento. En la música sonaba "Radio gaga" de "Queen". La calefacción estaba puesta y no había tráfico por fortuna. — ¿Te gustó? — ¿Qué estupideces estás preguntando Paola? —No pensé que hubiera sido tan obvio. La chica solo me había gustado, nada más. — No son estupideces Joshua. Vi claramente cómo se te iban los ojos al verla. Nunca sonríes cuando estás conmigo y con esa... mujer tu sonrisa fue automática, tu semblante cambió, estuviste de buen humor durante el resto del tiempo. — No sé a qué punto quieres llegar. Nuestro matrimonio es arreglado, no es como que hayamos tomado la desición de hacerlo por nuestra cuenta. —Traté de mantener la calma y no gritar. No me había dado cuenta que estaba pisando el acelerador a fondo, pues quería dejarla en su casa lo más pronto posible y que no me aturdiera con sus reclamos. Sabía que en el fondo estaba diciendo la verdad. La mesera me había impactado con su carisma. No importaba eso. Tenía una obligación con Paola y con mi familia. No me podía dar el lujo de ver a alguien más que no fuera la mujer que estaba al lado mío. — ¡El punto es que al menos podrías disimular que alguien más te gusta! ¡Voy a ser tu esposa, y es por este matrimonio que tu familia va a sobrevivir sus deudas! —gritó. Me desvié del camino para doblar por un camino a la derecha. Estábamos cerca de su casa. Deseaba llegar pronto y no tener más discusiones con ella. — ¡Estás actuando como si me la hubiera tirado! —Exploté.— ¡No hice nada salvo pedir mi orden y asegurarme que me estaba escuchando! —Me sentía mal porque en el fondo si había sentido una atracción extraña hacia Estefanía. Seguramente era algo pasajero. Nos quedamos en silencio durante otro momento. Me paré frente a la puerta de su casa. Paola tenía la vista perdida al frente. — Tienes razón. —Me volteó a ver forzando una sonrisa.— Nuestro matrimonio es arreglado, y creo que nos tenemos que esforzar más en llevarnos bien. Me dio un beso en los labios antes de bajarse del auto y perderse dentro de su casa al cerrar la puerta. Quien iba a pensar que no me iba a casar con ella, que le iba a fallar a mis padres e iba a terminar yéndome con Estefanía, la mesera de quien Paola se había puesto celosa. Tuve que librar mil batallas para hacerlo. * Estar en el bar con Adauco era lo único que me hubiera imaginado cuando le propuse matrimonio a Fanny. El bar tender nos dejó botana frente a nosotros como cortesía de la casa. Las voces a nuestro alrededor se escuchaban amenas, como si fueran un respiro después del trabajo. La voz de mi amigo me sacó de mis pensamientos. — Creo que eso debiste pensar antes de casarte con ella. No la conozco mucho, pero a ti sí. Me sorprende que hayas caído con alguien así. ¿Cuál sería tu mujer ideal? — Alguien que tenga brillo propio. Alguien que sea tan inteligente, y tenga ganas de comerse al mundo. Inteligente y que sobresalga de entre los demás. En cambio Fanny se volvió una mujer conformista. Le gusta estar rodeada de los sirvientes y del lujo. No hace nada de su vida. Es un parásito viviendo sin un propósito. —Me sentía decepcionado por ella. — Y aún así no te divorcias de ella. —Adauco se encogió de hombros. — Tengo mis razones para no hacerlo. —Le di un último sorbo a mi whisky. — ¿Una infidelidad no es suficiente razón para dejarla? — No. Desafortunadamente no. Le pedí otro whisky al bar tender. Nos dedicamos a ir en plan de amigos. Quería platicar con alguien los dos años de matrimonio que tenía con Estefanía. Me acomodé de nuevo en mi banco, cuando me entró un mensaje de Estefanía entró a mi teléfono. Por un momento pensé en no responder, pero al final de cuentas terminé abriendo mi w******p. Estefanía: No sé a quién recurrir, no me siento bien. Me quedé mirando al teléfono un buen rato pensando en lo que debía hacer. — ¿No vas a ir a verla? Podría ser urgente. — Me sugirió Adauco, que estaba viendo el mensaje. Lo medité durante un momento. Joshua: toma un paracetamol y si es muy urgente toma un taxi. No me molestes. Guardé el teléfono y decidí continuar con lo mío. *** ESTEFANÍA Me había enfermado de catarro por haber cuidado a la señora Palomares y a uno de sus nietos. Me alquilaba algunas noches como enfermera, para atender por lo general a ancianos. Esa noche Juventina me tuvo que ir a reemplazar porque tenía fiebre. — ¿Está segura señora que va a estar bien? —Me preguntó Juventina por décima vez. — Si Juve, y llámame Fanny, te lo he dicho mil veces. —Me recosté en la cama. Me había tomado un paracetamol para controlar la fiebre y el dolor de cuerpo. — Está bien Fanny, le voy a decir a Jair que esté pendiente de ti por si necesitas algo. Es una lástima que el señor Chevalier no haya querido venir. — Te lo dije. Él me odia. — No te levantes de la cama. — No lo haré. Tengo mucho que estudiar antes de regresar a la facultad. Pedí unos días para descansar de mis prácticas en el hospital. Así que por lo menos tendré esta semana libre por si a mi marido se le ocurre venir. —Me dejé caer sobre el colchón tomando uno de mis libros de anatomía. — Es la ventaja de que el señor no viva contigo. —Me sonrió con complicidad. — Sí, al menos algo bueno salió por su ausencia. Me habría gustado más que él se hubiera involucrado en mi vida. Sentí la amargura en mi boca. Si tan solo tuviera un breve momento con el Joshua de quien me enamoré... creería en los milagros. Algunas veces deseaba ver en algún momento a ese Varias veces había pensado en huir, pero... no podía. Era peligroso estar sola allá afuera. Pensaba en mi secreto más oscuro y eso me hacía anclarme a la ausencia de mi marido. En una casa fría y vacía. — Fanny, me voy entonces. Nos vemos por la mañana. —Se despidió Juventina. — Muchas gracias Juve. Te debo una muy grande. —Le sonreí. Me quedé absorta en mi libro estudiando conceptos, y tratando de entender la etimología de las palabras para que me fuera más sencillo de memorizarlas. Al final de cuentas el sueño me estaba venciendo, cuando otro mensaje de Joshua entró a mi teléfono. Joshua: Más vale que mañana estés bien. No voy a permitir que faltes a la fiesta, y la gente tenga de qué hablar.
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