JOSHUA
Me sentía una mierda de hombre por haberla llamado zorra.
No había sido mi intención hacerlo, y sin embargo las palabras muchas veces salían sin pensar, como últimamente estaba actuando.
Ver a Paola en ese momento y su familia, me hizo querer regresar sobre mis pasos, y desear nunca haberme desviado de mi camino. Mi mamá me había hablado de último momento para invitarme a cenar esa noche. Me había dicho que mi papá había preguntado por mí. Eran dos años de haber estado desterrado por el enojo de haberme casado con Fanny.
Sin embargo, en ese momento lo único que pensé fue en esas flores pensamiento que tenía en la cajuela del carro como un primer intento de acercamiento y pedirle perdón a mi esposa. Adauco me había hecho ver la realidad de las cosas, y definitivamente me quería arriesgar con ella, estar a su lado y motivarla a que retome sus sueños. Me había dolido mucho su traición, y quería superarlo.
*
Mis pensamientos me llevaron a ese instante, cuando vi por primera vez su espalda desnuda, luego de que la lluvia nos hubiera sorprendido y al quitarse la blusa para ponerse una camisa seca de las mías, pude notar su tatuaje. Me había puesto la sentencia de que solo recibiría esas flores si en algún momento llegara a regalarle unas. Al día siguiente la fui a buscar al trabajo con un ramo de esas flores que le había encargado al jardinero que las consiguiera.
— ¡No te pases! —Se llevó las manos a la boca para no gritar más cuando subió al chevy y vio el ramo de pensamientos. Había tenido un día pesado en el trabajo. Dio brinquitos sobre el asiento por la emoción que sentía al sostener el ramo entre sus manos.
Sonreí asintiendo.
— Hace tiempo quería darte flores, pero nunca pensé que fueras tan específica sobre qué tipo de flores prefieres.
Se lanzó hacia a mí para abrazarme. En ese momento no lo pensé más y me lancé a sus labios. Fue la primera vez que besé a Estefania y me había sentido en el bendito cielo. Estaba nervioso porque no sabía si ella me correspondería, pero al sentir sus brazos rodeándome el cuello, supe en ese momento que valdría la pena dar todo por ella.
Un simple beso me convenció de romper el trato de un matrimonio arreglado. Un matrimonio sin amor del cual no estaba muy entusiasmado.
— Creo que este beso me dice que me encuentras atractivo. —Aun tenía sus labios sometidos a los míos.
No pudo evitar reir por lo bajo.
— Oh, definitivamente eres espantoso. —Bromeó.
— Nah, yo creo que me quieres llevar a tu cama. Acéptalo, no quieres ser mi amiga.
Soltó una carcajada.
— Eres feo. —Solté una carcajada, porque me besó de nuevo.— Tremendamente feo.
— Y aún así me quieres en tu cama.
Reímos los dos.
*
— ¡Joshua! —Volvió a insistir Isabela. Se levantó de su lugar.
— ¡Hijo qué bueno que llegas! —gritó mi mamá de inmediato.
Dejé que mi hermana y mi mamá se acercaran a mí. A lo lejos, sentí la mirada de Paola clavada en mi pecho, al gual que la de mi papá y mi hermana Lea.
Isabela me abrazó como una bienvenida. Teníamos dos años de no vernos y al única que de vez en cuando veía a escondidas era a Lea.
— Pero mira nada más. Son dos años que no nos vemos y no has cambiado nada Joshua. —Isabela llevaba un vestido plateado para la cena, de mangas largas y con escote en la espalda.
— Tanto tiempo sin verte. —La saludé abrazándola.
— No sabía que ibas a venir a cenar. —Vio a mamá al mismo tiempo que se estaba despegando de mí.
Mi mamá me sonrió un tanto nerviosa. Me le quedé viendo durante unos segundos tratando de descifrarla. Negué con suavidad con la cabeza.
— ¿Si sabes que estoy casado verdad? —la cuestioné haciendo hincapié en la presencia de Paola, y sus papás, que los había reconocido después.
— Hijo, por favor. —Me vio con una mirada suplicante.
— Vine aquí por ti, por mi papá, no por ella y se me hace muy mal gusto... —mi mamá me interrumpió.
— Fue la única manera en que tu papá accedió a verte. —La fulminé con la mirada.— Es solo una cena. Paola y sus papás son solo invitados. No pretendo hacer nada más. Hijo lo único que quiero es que tu papá comience a aceptar verte. Con el tiempo estoy segura que va a terminar aceptando a Estefanía.
Vi de reojo que mi papá me estaba observando a lo lejos mientras continuaba su plática. Era la primera vez que me dirigía la mirada en dos años. Luego de haberme gritado que era la peor escoria del mundo por ir en contra de su voluntad. Lo único que quería de ellos era que me volvieran a aceptar, y con el tiempo a Estefanía.
— Te echamos mucho de menos. Quédate a cena Joshua. Las reuniones no son lo mismo sin ti. —Me insistió Isabela.
Saqué mi teléfono para ver la hora. No era tarde y pretendía quedarme en la casa donde estaba viviendo mi esposa. No me importaba dormir en el suelo y al lado de la puerta con tal de que Fanny me escuchara. Tenía un poco de tiempo.
— Solo como y me voy. No me voy a quedar al postre. —Les anuncié un tanto molesto.— Mamá, sé que tu intención es que lime asperezas con mi papá, pero no quiero que me vuelvas a reunir con Paola. Es bastante incómodo.
Entré al vestíbulo y saludé a todos.
Me desperté a la mañana siguiente con un dolor horrible de cabeza. Me llevé las manos a la frente porque sentía que me se me partía. Pestañeé un par de veces antes de incorporarme. Me adapté a la luz con mucha dificultad porque mis ojos dolían. No estaba recordando absolutamente nada de la cena.