Ya había pasado poco más de una semana y a Nathan ya lo sentía menos tenso o nervioso, cuando teníamos que salir a alguno de nuestros recorridos diarios, o cuando le llevaba algo para desayunar. El viernes pasado, habíamos cumplido nuestra palabra con la señora Norma, llevándola para que conociera el lugar donde viviría de ahora en adelante. Incluso, me ofrecí para ayudarle con la mudanza, sorprendiéndome una vez más con Nathan, que se ofreció de igual manera. La adorable mujer, estaba maravillada con los jardines del lugar, sus ojos brillaban tanto como los de un niño cuando se sienta en el regazo de Santa, para pedirle los regalos de Navidad. Además que, apenas llegó hizo amistad con un par de personas del lugar, así que más felices no podíamos estar, de haberle propuesto esa of
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books