Prólogo
No Sé Quién Soy es una novela exclusiva en la plataforma Dreame y Sueñovela.
Escrita por Andrea Paz PS y registrada en SafeCreative bajo el código: 2110189550284.
Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra, ya que estará infringiendo los derechos de autor.
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¿Han escuchado alguna vez, ese dicho que dice “la suerte de la fea, la bella la desea”?
Les puedo asegurar, que eso es completamente cierto. Y ya les voy a explicar, porqué.
Mi nombre es Danielle Ross, aunque mis amigos me dicen Dani. Trabajo en una de las agencias inmobiliarias más grandes de Portland, y la verdad es que soy bastante buena, como agente inmobiliario.
Samuel, mi mejor amigo del trabajo, es decorador y diseñador de interiores. Trabaja en la agencia, embelleciendo los espacios, para después mostrárselos a los futuros clientes; y la verdad, es que hacemos un excelente equipo, y es por eso que mi nombre está en el top de ventas, cada mes.
A pesar de que me va bien en lo laboral, desde que salí de la preparatoria, mi vida amorosa, va de mal en peor. Así que, si alguna vez les dicen, que la chica más popular y más linda de la prepa, la tendrá fácil en la vida, contéstenle con un rotundo, NO.
El mismo día que egresamos, en la dichosa fiesta de graduación, le "entregué mi virginidad" al chico más lindo y popular de la escuela. Sí, ya sé que es un cliché, pero déjenme que les cuente. Resultó que Brad, no era tan viril como lo pintaba, y era incluso, más virgen que yo, ya que se quedó completamente paralizado, cuando me vio al quitarme el brasier, ¿lo pueden creer?, estábamos los dos, sentados mirando a la pared, sin siquiera mirarnos, hasta que un feroz ataque de risa, me invadió, y sin poderlo evitar, ambos terminamos muertos de la risa, conversando sobre la cama.
Llámenlo mala suerte, o no lo sé, pero quedamos de acuerdo, en decirle al mundo que éramos los mejores en la cama, así, no arruinaríamos nuestra reputación. Vale decir, que esa reputación, vale madres, cuando entras a estudiar a la universidad.
Lo primero que entré a estudiar, fue publicidad, porque mi idea era aparecer en cada revista o vallas publicitarias de la ciudad, pero cuando me explicaron que el publicista es el que idea la estrategia para que una modelo de verdad, aparezca en la publicidad, me salí de la carrera, quedando como el hazmerreír de la clase. Sí, asumámoslo, no era la más lista, ¿ok?
En ese periodo, que duró aproximadamente tres meses, me dediqué a ir a cada fiesta, que realizaran en la universidad, ya que quería seguir siendo la chica popular, aunque en realidad, pasó absolutamente todo lo contrario. Nadie quería estar con la hueca y tonta de la clase. Sí, salí con chicos, que lo único que buscaban de mí, era mi cuerpo, pero no los culpo, yo me lo buscaba. Finalmente, perdí la virginidad con algún tipo, del que ni siquiera recuerdo el nombre, ya que estaba tan borracha, por intentar ser popular otra vez, que sólo lo supe, por el sangrado de mis bragas, al día siguiente, y el escozor en mi zona íntima.
«Fui una tonta, ¿verdad?».
Hice tres intentos más, buscando alguna carrera que me gustara, hasta que mis padres se aburrieron y me hicieron elegir: haces un curso de secretariado o un curso de corretaje de propiedades.
Según mi lógica, en ese momento, ser secretaria de alguien, era casi ser la amante del jefe, y con mis atributos y buena apariencia, no me vendría bien, por lo que elegí la otra opción, sólo porque sonaba a “algo más importante e inteligente”.
En fin, el asunto es que comencé en una inmobiliaria pequeña, haciendo papeleo inútil, como una secretaria. Como me había gustado la corta carrera, quise profundizar más, por lo que, con el tiempo, hice unos cursos más, y ahora tengo tres títulos, que, con orgullo, luzco en mi oficina, dentro de la agencia.
Mi experiencia con los hombres, no ha sido mejor durante todos estos años. Mi noviazgo más largo, duró menos de tres meses y cuando terminamos, me enteré que ni siquiera éramos novios, sólo “estábamos saliendo”.
«¿Por quién me toman?».
He salido con muchos chicos lindos, populares, con dinero, incluso con algunos famosillos, pero con ninguno he podido lograr tener una relación, a pesar de que pongo todos mis esfuerzos en ello.
«¿Será que estoy destinada a pasar el resto de mi vida sola, sólo por el hecho de ser linda?».
Estos últimos meses, he estado saliendo con Jason. Lo conocí hace tres meses, mientras lo llevaba a ver las casas que teníamos en el sector que él eligió. Tiene treinta años, es soltero y trabaja en una empresa de inversiones. Es todo lo que busco en un hombre, guapo e inteligente.
Esta noche, me llevará a cenar, por lo que me imagino, me pedirá finalmente, que seamos novios. Así que ahora, después de haber mostrado cinco propiedades, voy en mi Volkswagen Beetle, al salón, para hacerme la manicure y un brushing.
—¡Hola chicas! —exclamo, apenas atravieso las puertas del salón.
—¡Dani! —Se acercan Mimi y Fifi a saludar. Un beso sonoro y exagerado en cada mejilla.
—¿Qué te hacemos hoy, preciosa? —pregunta con entusiasmo Fifi.
—Espero que hoy sea mi noche chicas, ¡Jason mi invitó a cenar! —exclamo emocionada.
—¡AAAHHHH! —gritan ambas.
—¡Full, full! —exclama Mimi. Fifi asiente en su dirección y me toman de la muñeca y me arrastran hasta el cuarto de depilación—. Dani, esto amerita un Brasilian Wrax —Me mira fijamente, por lo que miro a Fifi sin saber cual es ese.
—Quedarás como una muñequita, ¡pre-cio-sa! —Abro los ojos, y comienzo a negar. Eso debe doler como la mierda.
—Relájate, será rápido. Con estas nuevas ceras elásticas, no duele nada —Mueve sus cejas de arriba abajo, y hago una mueca, al imaginarla como una muñeca. Finalmente, aunque no quiera, me convencen.
Sigo las indicaciones, cuando me pide que levante la pierna. Siento la cerca caliente, sobre mi intimidad, lo que me hace estremecer.
—Cuenta hasta tres, preciosa —pide Mimi.
—Uno… dos… treee… ¡Mierdaaaaaa! —exclamo, cuando da el primer tirón. Mis ojos se cristalizan ante el dolor.
—Éste es el que más duele, ya los otros, no serán para tanto —señala, por lo que aún con la respiración agitada, vuelvo a sentir la cerca caliente sobre mi dolorida v****a— Cuenta nuevamente, preciosa.
«¿Qué les puedo decir?, para ser bella, hay que ver estrellas. Y creo que vi muchas, en un solo día».
Después de esa tortura, me llevan para hacerme la manicure, y la pedicura. Aquí, puedo decir que me relajé tanto, que casi me quedo dormida. Una vez terminamos con eso, vamos al salón, donde me aplican una mascarilla de color dorado sobre el rostro, mientras Fifi, me lava el cabello, poniéndome aceites de algo, mascarilla de otra cosa y un sellador de puntas.
Luego comienza a hacerme el brushing, hasta que siento mi cabeza tan liviana, y relajada, que abro los ojos y me mira con diversión.
—Estás lista, preciosa —dice, al girarme en la silla.
El cabello, quedo tan liviano y brillante que lo amo. Mi piel suave como la de un bebe, y por supuesto, quede sin vellos, en ninguna parte de mi cuerpo. Sí, incluyendo la zona donde no llega la luz del sol.
—¿Preparada para decir, sí? —cuestiona Mimi.
—Las amo, chicas —Las abrazo a las dos. Les cancelo el servicio y salgo feliz del salón.
Paso de una carrera al centro comercial, primero visito la tienda de Victoria’s Secret y compro un juego de lencería negra.
Mientras me paso de una vitrina a otra, bajo la mirada de un par de chicos, entro a una tienda, donde en el escaparate, hay un hermoso vestido, ceñido al cuerpo, con un escote cuadrado y la espalda descubierta hasta la cintura. Pido el modelo de la vitrina, y con ayuda de la vendedora, me lo pruebo.
—¡Este vestido, fue diseñado para usted! —Me halaga, por lo que sonrío triunfal, sintiendo que todo estaba resultando increíblemente bien este día.
—¡Lo llevo! —exclamo, mirándome al espejo. Sintiéndome más hermosa de lo que ya era.
Salgo feliz del centro comercial, y me voy a casa.
(…)
Mi móvil suena, mientras terminaba de abrocharme las amarras de las sandalias que había elegido. Tomo la llamada.
—Danielle, en cinco minutos estoy en tu casa —dice Jason, con su tono varonil.
—Ya estoy casi lista —digo nerviosa. Me corta la llamada, por lo que miro por un par de minutos el móvil en mi mano y me encojo de hombros.
Tomo el pequeño bolso con lo esencial, el móvil, las llaves, dinero y los documentos. Oigo el claxon sonar, pongo la alarma de casa y salgo. Camino como si estuviera en una pasarela, y debo admitir, que estar completamente depilada, se siente refrescantemente extraño.
Ya que Jason, no tuvo ni siquiera la amabilidad de abrirme la puerta, me subo a su auto, con un poco de dificultad, al ser tan bajo.
—Te ves guapa, Dani —dice. «¿Me veo guapa?, ¿qué no estás viendo, que prácticamente soy una muñeca?».
—Gracias —respondo y le sonrío. «Idiota, ¿por qué le das las gracias?».
Llegamos a un hermoso restaurant. No es tan lujoso como esperaba, pero no está nada mal.
Jason se anuncia con el host, y nos dirigen a una mesa, adornada con velas. La ilusión de que me pida ser su novia, se vuelve más real, a medida que pasan los minutos.
Pido algo ligero, ya que me siento tan ansiosa y nerviosa, que no tengo ni apetito. El vino dulce que pidió está tan delicioso, que lo tomo como si fuese un refresco.
Una vez terminamos de cenar, y pasamos al postre, la ansiedad me tiene a mil. Me ha contado sobre su día, algunas cosas que no entiendo, la verdad, pero a todo le digo que si, moviendo mi cabeza.
—¿Dani, quisieras…? —Lo interrumpo.
—¡Si!, ¡si quiero! —Su cara de sorpresa me hace reír.
—¡De saber que tenías tantas ganas, te lo preguntaba antes! —Le hace un gesto al garzón que nos atendía y éste llega con la cuenta, la cual paga de inmediato y me toma de la mano, para salir del lugar rápidamente.
La verdad, no tengo idea cuales son su planes, pero ni siquiera nos hemos besado. El auto avanza a gran velocidad, hasta que llegamos a su casa. Mi estómago está revuelto, entre los nervios, la ansiedad.
«¿Me tendrá una sorpresa?».
Apenas entramos a la casa, me hace pasar y está todo oscuro, por lo que me acorrala entre la puerta y su cuerpo.
Comienza a besarme desenfrenadamente, por lo que paso mis manos por sobre sus hombros, entrelazándolas en su nuca. Me alza por los muslos, por lo que mi vestido se enrolla a la altura de la cintura. Un gruñido de aprobación sale de su boca, al poner sus manos sobre mi trasero, mientras que, sin cortar el beso, sosteniéndome con una mano, escucho el sonido de su cremallera al bajar, hace unos movimientos que no comprendo, hasta que siento su húmeda erección, chocar contra uno de mis muslos.
Corta el beso, para rasgar con sus dientes, el envoltorio de un condón, y con la mano libre, lo pone sobre su erección. Me vuelve a besar, llevándose consigo el aire, por lo que jadeo ante la necesidad de éste. Emite otro gruñido, ante mis jadeos. Con su mano libre corre mi braga hacia un lado, y cuando menos lo espero, entra de una estocada en mí.
Hundo mis talones en sus nalgas, aferrándome a él, intentando sostenerme, mientras entra y sale rápidamente de mí.
Gimo, cuando abandona mis labios, dejando un camino de besos por mi cuello, clavícula y mi escote. Con la mano que tenía libre, baja la parte superior de mi vestido, dejando mis hinchados pechos sobre éste. Como si fueran agua en el desierto, los besa, los chupa, sin dejar de taladrar dentro de mi, moviéndose con un ritmo constante y duro. Cada roce de su lengua en mis pezones, se conecta de alguna forma con mi clítoris, que con el roce de la tela de mis bragas, pide a gritos, ser atendido.
Verifico mi agarre sobre Jason, y libero una de mis manos, la cual llevo hasta mi necesitado clítoris, que exige ser estimulado.
—Eres demasiado caliente, Danielle —gruñe. Y cuando se lleva uno de mis pechos a su boca, comienzo a estimular, haciendo círculos sobre mi palpitante nudo.
Siento, cómo se va formando rápidamente el clímax en mi interior, mientras Jason no deja de moverse dentro de mí, hasta que siento que ya no puedo aguantarlo más y me libero, jadeando y gimiendo, como si fuese una película porno.
Jason sigue con el mismo ritmo, mientras sigo comprimiéndolo, con los espasmos de mi clímax, hasta que tras un gruñido bestial, se corre, liberándose también, entre jadeos y sudor.
—Wow… —jadea—. Eso estuvo, increíble —Me baja de su cintura, mientras me acomodo el vestido, él se retira el condón y se sube la cremallera. Enciende la luz, dejándome ver su minimalista decoración— ¿Quieres algo para beber? —pregunta, por lo que me aliso el cabello, esperando que el maquillaje de larga duración, no se haya corrido. Asiento.
—¿Qué tienes para beber? —Camino hacia la sala, buscando mi sorpresa, pero no hay nada. Quizás tenga algo preparado para después, y esto fue sólo el inicio.
—¿Whisky? —Me enseña la botella y asiento.
Sirve dos vasos, y se sienta, en un cómodo sillón de estilo nórdico. Me siento a su lado y apoyo mi cabeza en su hombro, por lo que, me envuelve con su brazo, dejándome apoyar la cabeza en la curvatura entre su pecho y su brazo.
—¿Estás lista para más? —cuestiona coqueto, por lo que sonrío y asiento— Por eso me gustas, Danielle —Me besa intensamente, una vez más, sintiendo el sabor del whisky en su boca.
Después de tomarnos el contenido de nuestros vasos, se pone de pie, instándome para seguirlo. De la mano, me lleva por un pasillo, hasta que llegamos a su cuarto, donde enciende unas tenues luces, y miro hacia todos lados, sin encontrar nada especial, una vez más.
Caminamos hasta quedar de pie a un lado de la cama. Me recorre con la mirada y sonríe, mordiéndose el labio inferior. Yo no me quedo atrás, soy humana también, así que lo miro de arriba abajo, y se ve condenadamente bien. Trae un traje azul marino, una camisa celeste y el primer botón de su camisa desabrochado, dejándome ver unos pocos vellos, repartidos por sobre su pecho.
Me acerca a él, y recorre mi perfil con sus manos, hasta que da con el cierre oculto de mi vestido. Comienza a bajarlo lentamente, sin apartar su mirada de la mía. Cuando termina de bajarlo, el vestido se desliza, dejándome solo con las bragas de encaje n***o.
—Eres espectacular —Me admira, echando fuego por sus ojos. Mi mirada se detiene en su erección, por lo que trago saliva y sonrío. Me muerdo el labio inferior, cuando Jason me ataca nuevamente, besándome y quitándome el aliento.
Me empuja a la cama, para volver a hacer el amor, y cuando llega el momento de liberarme una última vez, en vez de jadear o gemir, dejo salir un susurrado y agitado— Te amo, Jason.
Jason deja de moverse abruptamente.
—Disculpa, ¿qué? —pregunta, alzando una ceja, mientras gotas de sudor ruedan por sobre su frente.
—Que te amo, mi amor —Vuelvo a decir. Jason niega con la cabeza.
—¿Es en serio, Danielle? —cuestiona, ¿enojado?, no sé qué contestarle. Asiento—. No puedes estar hablando en serio, Danielle, sólo llevamos saliendo, qué, ¿dos meses? —interroga. Me quedo sin palabras, sintiendo cómo su pene, se vuelve flácido en mi interior.
—Yo… creí que… pensé… —Bufa.
—¿Pensaste?, ¿en serio? —Se pone de pie, de mal humor y se quita el condón. Siento como las lágrimas se comienzan a acumular en mis ojos, y un nudo se atora en mi garganta—. Las chicas como tú, no piensan, Danielle —¿Qué?
Jason, ni siquiera es capaz de volver a verme, por lo que con el poco orgullo que me queda, me pongo las bragas, el vestido y mis sandalias. Me ordeno el cabello, y cuando comienzo a caminar para salir, lo escucho gruñir.
—¿Y me piensas dejar así? —Bufa, por lo que me devuelvo y le doy vuelta la cara de una cachetada.
—Ahora si, quedamos a mano, hijo de puta —Salgo echa una furia de su casa, recordando la hora que es y lo lejos de casa que me encuentro.
Tomo mi móvil y llamo a la única persona que podría socorrerme en un momento así, Katty, mi mejor amiga de la vida. Al tercer tono contesta.
—¿Qué pasa, rata inmunda? —sollozo— ¿Estás bien, Dani? —pregunta asustada.
—Ven a buscarme… por favor —digo hipando. Corto la llamada y le envío mi ubicación.
Me siento en la solera de una casa, esperando por mi amiga, mientras no dejo de llorar.
«¿Ahora entienden, cuando les pregunte por el dicho “la suerte de la fea, la bella la desea”?».
—Ya quisiera estar, en los zapatos de un hombre, para saber cómo se siente, tener una vida tan sencilla —balbuceo, mientras las nauseas me ganan una vez más—. ¡Si hasta el culo me depile, por ese imbécil! —Me quejo.
—No te debería haber dejado tomar tanto… —farfulle mi amiga, igual de borracha que yo.
—¿De casualidad no te gustan las mujeres, podríamos intentarlo? —bromeo, dándole un empujón tan fuerte, que la pobre Katty, se cae de la silla.
—¡Idiota! —Se queja— ¡Que se me redordenan las ideas! —exclama. Estallo en una carcajada que la hace reír tan fuerte, que comienza a hipar.
—¡Redordenan! —exclamo, atacada de la risa.
—¡Que sí!, que se me mueven las ideas —Intenta explicar, pero sólo me río con más ganas.
—Katty, amiga… —La llamo, ella alza una ceja.
—¿Eu?
—DE-SOR-DE-NAN —Le aclaro, por lo que se queda callada unos minutos y se pone a reír como loca.
—¡Esa misma mierda! —exclama entre risas.
—Gracias, amiga —La abrazo fuerte.
—No me aprietes, si no quieres que te vomite encima —Advierte—. Te quiero, rata inmunda —farfulle, finalmente.
—Y yo a ti, amiga.
Ya después de esta última mala experiencia, olvídense que intentaré tener algo más con cualquier imbécil que me lo pida. ¡Ni loca!
Ahora era mi turno, de ponerme exigente. Y para mi cumpleaños, lo pondría en evidencia.
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¡Hola mis bellas!
¡Basta de historias densas! ¿Se quieren reír un rato? Acompáñenme en esta historia, que les aseguro, las hará reír.
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Andrea Paz.