CAPÍTULO VEINTICUATRO

1179 Words
DOMINIC   Alice se paraliza por un segundo, pero no tarda en empezar a besarme también, y sé que está mal, mi parte consciente me pide que pare antes de que sea demasiado tarde, pero cada célula de mi cuerpo grita para que me acerque aún más a ella, y yo lo hago, a pesar de saber que no debería seguir con esto; pongo una mano detrás de su cabello y otra en su cintura mientras profundizo el beso, y contrario a lo que esperaba, ella sigue mi ejemplo y pasa sus dos brazos alrededor de mi cuello al tiempo que se acerca aún más a mí hasta que siento sus pechos presionarse contra mí.   Entonces bajo mi mano a la parte baja de su espalda y cuando siento un pequeño mordisco en mi labio inferior, es como si el deseo dentro de mí se disparara, haciendo que baje aún más mis manos hasta posarlas en su trasero causando que ella jadee contra mi boca y luego se posicione a horcajadas encima de mi regazo, envolviendo sus piernas en mi cadera mientras yo separo mis labios de los suyos y empiezo a trazar un camino de besos por su cuello, hasta llegar a su hombro derecho y después sigo el camino de clavícula hasta su otro hombro.   Siento que ella empieza a mover su cadera contra mí y el bulto en mis pantalones crece en tamaño considerablemente, por lo que sin poder resistir más, bajo las tiras de su vestido hasta que su brasier color rosa pálido es visible y noto como ella se empieza a sonrojar cuando ve mi hambrienta mirada posarse sobre sus pechos, la tela de la que está hecha el brasier es delgada por lo que no es difícil deslizarla hacia abajo dejando expuestos sus pequeños pezones rosados.   Alice empieza a removerse incómoda y puedo notar en su rostro que parece avergonzada de que la esté viendo semi desnuda, pero no parece querer detenerme, así que tomo uno de sus pechos en mi mano y cierro mi boca alrededor del otro mientras succiono, haciéndola gemir en voz baja y sus dedos se entrelazan en mi cabello con fuerza, pero cuando estoy a punto de levantarme junto con ella para llevarla al sofá que está ubicado en la esquina de la sala de juntas, su teléfono empieza a vibrar y en la pantalla se ve  simplemente una “G”, trato de tomar el teléfono pero ella prácticamente me lo arrebata de la mano y cuelga.   “Yo… uhhh … me tengo que ir, lo siento señor Pemberton,” me dice poniéndose de pie de un brinco y arreglándose su vestido, luego simplemente sale corriendo de la oficina con su bolso en la mano y yo me quedo en shock ante lo que acaba de pasar.   “¡Alice!” grito detrás de ella, pero no se detiene y sigue casi corriendo hacia el ascensor.   Cuando llego hasta donde están los ascensores, ella ya está descendiendo en uno de ellos, por lo que debo esperar al siguiente, y mientras lo hago miro por la ventana hacia la calle y al ver el auto viejo de nuevo, me hierve la sangre, pues estoy seguro que quien sea la persona que conduce ese maldito cacharro es quien ha estado haciéndole esas heridas a Alice, por lo que corro hacia las escaleras y las bajo en menos de un minuto, determinado a ir a enfrentar al maldito bastardo, pero cuando llego al lobby del edificio ya Alice se ha subido al auto y este arranca a gran velocidad.   “¡Mierda!” exclamo furioso al tiempo que pateo un bote de basura que por fortuna estaba vacío.   “¿Está todo en orden, señor Pemberton?” un guarda de seguridad me pregunta desde atrás, sobresaltándome.   “Sí, sí, lo siento,” le respondo mientras me agacho a recoger el bote de basura.   Me regreso a la oficina a buscar mi teléfono para llamar a Alice, pues ya después de que mi rabia ha disminuido, caigo en cuenta de que probablemente esté en peligro si esa persona del auto viejo sospecha que algo pasó entre nosotros, pero ella no me contesta, así que le envío un par de mensajes preguntándole si está bien y unos veinte minutos más tarde ella me envía un mensaje de texto:   “Sí, estoy bien y ya estoy en casa,”   “¿Quién es esa persona que te recoge en el auto viejo?” le pregunto y soy plenamente consciente de que sueno como un novio celoso, algo que siempre he odiado.   “Lo que sucedió hoy fue un error y no puede volver a ocurrir,” ella me responde, ignorando mi pregunta.   “Lo siento, no pensé que te hubiese molestado,” le escribo.   “No es eso, es solo que no es apropiado dadas nuestras circunstancias,” ella me responde.   “¿Nuestras circunstancias? ¿Te refieres al hecho de que sea tu jefe? Porque en caso de que no lo hayas notado después de conocer a Jonathan, eso no es un problema en esta oficina,” yo le escribo.   “No, me refiero al hecho de que usted tiene novia y yo no estoy hecha para ser la segunda opción de nadie, ni una aventura de una noche, así que lo siento señor Pemberton, pero esto no se puede repetir, o de lo contrario me veré obligada a renunciar,” ella me responde y yo tengo que respirar profundo para tratar de calmarme y responderle de la mejor forma.   Sé que no puedo explicarle todo el asunto de Zara por mensaje de texto, y ya estoy muy cansado para quedarme en la oficina solo, por lo que me encamino a mi casa, mientras pienso en qué responderle, cuando llego a casa recuerdo la imagen de ella durmiendo profundamente en mi cama, así que pensando en una idea de último momento, le respondo:   “¿Podrías por favor mañana pasar por la oficina y recoger los expedientes que nos quedaron pendientes y luego traerlos a mi casa para continuar el trabajo  de hoy? Sé que no trabajas los sábados, pero te prometo que te explicaré todo aquí,” le escribo y me quedo esperando a que ella responda, mientras camino a un lado y otro de mi  habitación de forma inquieta.   Si ella se niega a venir, tendré que inventar alguna otra excusa para que nos veamos, pero debo hablar con ella y explicarle todo, si el hecho de que ella piense que estoy en una relación con Zara es lo que la hace alejarse de mí, entonces le contaré la verdad y me dejaré de jueguitos estúpidos.   “Está bien, pero tendrá que ser en la tarde, ya tengo un compromiso en la mañana” es todo lo que ella responde y yo siento que puedo volver a respirar en calma, aunque esa calma no dura mucho cuando siento la ansiedad empezar a aumentar con el prospecto de tener a Alice en mi casa nuevamente, sin alcohol de por medio.
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