CAPÍTULO SIETE

1491 Words
DOMINIC   En el momento en que escuché a esa tonta vendedora tratar a Alice como si fuera algún tipo de delincuente, la sangre me empezó a hervir casi de forma instantánea y prácticamente corrí hacia la maldita tienda en donde la había dejado antes; estuve a punto de irme a otro sitio con ella, pero no quería darle la satisfacción a los vendedores, ni que se quedaran con la impresión de que realmente ella no tenía cómo pagar por sus productos de mierda.   Así que hice lo que cualquier persona mezquina hubiese hecho en mi lugar: le compré un par de cada uno de los zapatos que ella se probó, y aunque ella básicamente me rogó con la mirada que no lo hiciera, tenía que probar un punto, y valió totalmente la pena en el momento en que me acerqué a pagar y la tonta que intentó echar a Alice de la tienda cuando estaba sola, casi sufre de un infarto cuando me dieron la cuenta total y yo saqué mi tarjeta de crédito negra para pagar mientras el vendedor que nos atendió sonreía de oreja a oreja y era bastante claro que estaba haciendo las matemáticas en su cabeza para saber cuánto de comisión iba a recibir.   Alice permaneció callada la mayor parte del tiempo y sólo se quedó de pie detrás de mí, mirándose los pies y retorciendo sus dedos con incomodidad, y se me hace increíble el hecho de que pueda leer sus emociones claramente en su rostro como si la conociera de toda la vida, a pesar de que esta es la segunda vez que me encuentro con ella, es claro que ella se siente incómoda y sus miradas furtivas hacia las personas que nos rodean son un directo indicador de que ella teme ser catalogada como una cazafortunas.   “¿Qué otra cosa necesitas para la oficina?” le pregunto cuando salimos de la horrorosa tienda a la que no pienso volver nunca en mi vida.   “Creo que ya hemos comprado más que suficiente, de hecho, pienso que pudimos habernos excedido un poco,” ella me dice con un tono de preocupación que encuentro tierno por alguna razón.   ¿Tierno? ¿De verdad acabo de pensar en que ella tiene un tono de voz tierno? Nunca en mi vida había descrito algo como tierno, Dios, esto se me está saliendo de las manos.   Alice cambia su bolso de mano en un gesto nervioso y no puedo evitar notar que está pelado en las esquinas y que una de las tiras está remendada, por lo que sin pensarlo dos veces, doy un giro a la derecha y la llevo hacia otra tienda en donde venden bolsos de mano, mientras Alice camina rápidamente detrás de mí tratando de mantenerse a la par conmigo y argumentando que ella no necesita más cosas.   “Ese bolso que llevas está cayéndose a pedazos, no quisiera que todo el contenido de tu bolso se derramara en frente de algún cliente importante,” le digo en tono severo y ella se sonroja visiblemente mientras examina su bolso y se muerde el interior de su mejilla; sé que no debí haber sido tan duro con la forma en que le hablo, pero realmente espero que esta sensación estúpida que tengo cada vez que la miro desaparezca si la trato igual o peor que al resto de personas.   “Vale, pero ¿podríamos por favor buscar una tienda que no sea de diseñador? No quiero ir por mi vecindario llevando un bolso de esos, es como llevar un cartel gigante que diga ‘Róbame’ en la frente con letras de neón,” ella me dice con una expresión de determinación y yo frunzo el ceño al escuchar su descripción del vecindario en el que vive.   Genial, ahora tengo otra preocupación más que añadir a la lista de cosas que me empezaron a importar desde que ella pasó por la puerta de mi oficina: su seguridad.   “¿En qué clase de vecindario vives?” le pregunto, pero ella en lugar de responder señala una tienda que vende gran variedad de productos de cuero y exclama:   “¡Creo que esa tienda es perfecta!” mientras se dirige hacia allí, dejándome a mí de pie en el pasillo del centro comercial, preguntándome en dónde carajos vive y haciendo una nota mental de buscar esa información en su hoja de vida tan pronto como vuelva a la oficina.   Una vez estamos en la tienda, comprendo que aunque no es una marca lujosa, los bolsos parecen de buena calidad y ya que cuestan unas diez veces menos que lo que costarían en la primera tienda a la que quise entrar, le insisto a Alice para que al menos compre uno de cada color, a lo que ella se niega rotundamente diciendo que si seguimos así ella va a tener que trabajar para mí hasta que muera para poder pagarme lo que compramos hoy, y esa afirmación no me sentó bien, pero no logro descifrar si es el hecho de que a ella le parezca tan terrible tener que trabajar conmigo por tanto tiempo, o saber que no está en sus planes trabajar para mí por una larga temporada.   Y sin poder contenerme más, le pregunto: “¿Y es que acaso cuánto tiempo piensas trabajar en la firma?”   “Bueno, por todo el tiempo en que ustedes me quieran contratar como asistente, eso sí, al menos hasta que consiga mi título de abogada y pase el examen de la barra, después de eso… bueno, pues no he planeado más allá, pero supongo que si la firma me quiere contratar como abogada yo estaría más que feliz, y si no, pues supongo que tendré que buscar trabajo en otra parte o tal vez abrir mi propia firma, no lo sé aún, primero tengo que terminar mi carrera y si sigo comprando de esta forma nunca podré pagar mi matrícula,” ella me responde casi de inmediato y me sorprendo cuando una sonrisa se extiende por mi rostro.   Realmente no recordaba que Alice está estudiando leyes y que algún día tendrá que dejar de ser mi asistente, pero ese pensamiento ya no es tan lúgubre si lo comparo con la posibilidad de que se convierta en mi colega algún día; y ahora que lo pienso, tal vez sería bueno que no sólo le pusiera las tareas de una asistente común, debería tratar de enseñarle algo sobre la profesión para que así tenga más posibilidades de convertirse en una abogada lo suficientemente buena para ser considerada como un nuevo activo dentro de la firma.   Lo cual no será fácil, pues nos tomamos muy en serio a quienes contratamos como abogados auxiliares, abogados de planta y mucho más con los socios, recibimos cientos de aplicaciones cada año de abogados con mucha experiencia y también de recién graduados, solicitando hacer parte de la firma, pero rara vez se acepta alguna aplicación y cuando lo hacemos es porque esa persona demostró capacidades excepcionales, no por nada ostentamos el título de ser una de las mejores firmas de abogados del país, y si Alice pudiera hacer parte de ella en el futuro, sería más que perfecto.   “Creo que ya tenemos lo necesario,” ella me dice sacándome de mis pensamientos.   “Oh vale, entonces creo que es hora de buscar algo de comer, me estoy muriendo de hambre,” le digo y ella palidece mirando su reloj.   “No es necesario señor Pemberton, comeré algo en casa,” ella me dice con una sonrisa tensa y cuando miro el reloj noto que ya son cerca de las ocho de la noche, vaya, el tiempo si que pasa volando cuando no estás trabajando.   “No te preocupes por la hora, esto cuenta como horas extras,” le digo y ella parece aún más incómoda.   “Oh no, no es por eso, de hecho no me molestaría si usted decidiera no contar este día como laboral, es que ya es un poco tarde y ya lo he hecho perder bastante tiempo, no quisiera importunarlo más,” ella me dice y yo frunzo el ceño.   “Alice, no me estás importunando, oh bueno, ahora sí que lo estás haciendo pues tengo bastante hambre y no quiero perder más el tiempo aquí discutiendo si vamos por algo de comer o no,” le digo en tono severo y veo como pasa saliva, pero finalmente asiente.   “Hay una plaza de comidas en el último piso,” ella sugiere y yo me río haciendo que ella incline su cabeza con una expresión confundida.   “Prefiero ir a un restaurante de verdad,” le explico y ella asiente, pero aún no parece muy convencida de ir conmigo y durante el camino la veo por el rabillo del ojo escribiendo en su teléfono con una expresión preocupada.   ¿A quién carajos le escribe tanto? ¿Tendrá novio?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD