CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

1223 Words
ALICE   El café al que Dominic me trajo quedaba bastante cerca de su casa, aunque al principio creí lo contrario pues él pareció haber tomado una ruta larga para llegar allí y por el camino me iba hablando de cada sitio por el que pasábamos, me sentí como si estuviera en mi propio tour privado con un guía muy pero muy sexy, y es que si antes pensaba que Dominic era muy atractivo, definitivamente me hacía falta verlo en ropa casual manejando un convertible por las calles de Londres, esa imagen era digna de una postal, como sacada de una película de los años cincuenta.   Tan pronto llegamos al café él me guío hacia un espacio reservado en la parte de atrás del local junto a una chimenea que sirvió mucho para calentarnos un poco después del frío que sentimos durante el poco tiempo en que Dominic dejó la capota del auto abajo, pues pronto empezó a caer una suave lluvia y tuvo que volverla a subir, y aunque él se disculpó por ello como si él tuviese algún tipo de poder para controlar el clima, yo le dije que no me importaba pues de todas formas la vista era impresionante, sólo que él no sabía que me refería a la vista dentro del auto y no fuera de él.   Una vez nos acomodamos en el café y nos trajeron dos tasas de chocolate caliente con algunas galletas, él empezó a contarme todo lo relacionado con el caso, y por alguna razón sentí como si él pensara que debía darme explicaciones sobre todo este embrollo, me habló de los problemas que ha tenido Zara en la compañía y lo que le sucedió a su novio, con el cual lleva ya varios meses, casi el mismo tiempo que yo llevo trabajando para Dominic, lo cual significa que nada de lo que haya pasado entre nosotros estaba mal y la equivocada era yo por creer que él estaba intentando engañar a su novia conmigo.   Pasamos casi toda la mañana en el café mientras trabajábamos en el caso y en otros asuntos de la firma, él me contó todas las estrategias que tenía planeadas para el caso de Zara e incluso aceptó un par de sugerencias mías, lo cual fue bastante gratificante considerando que apenas soy una estudiante de leyes y él un famoso abogado, pero aún así estuvo dispuesto a escucharme y cuando estaba equivocada me lo decía con amabilidad, dejándome totalmente sorprendida por su cambio de actitud, pues considerando que en los últimos días antes del viaje estuvo bastante distante conmigo e incluso un poco grosero, esta nueva actitud es tan extraña como bienvenida.   Cuando llegó la hora del almuerzo, él me preguntó si quería volver a casa o ir a algún restaurante cercano, por lo que yo le respondí que cualquiera de las opciones estaba bien para mí, aunque en el fondo no quería arriesgarme a volver a su casa y tener otro desagradable encuentro con su odiosa hermana, pero no se lo dije para no ser maleducada, y al final él decidió ir a un restaurante que quedaba solo a un par de calles, por lo que fuimos caminando, y al llegar allí encontramos una mesa en el segundo piso en una terraza que tenía vista a la ciudad, el escenario era tan bonito que casi se sentía como si estuviésemos en una cita.   Sin embargo, cuando estábamos en medio del almuerzo, una mujer alta y rubia se acercó a nuestra mesa y de forma efusiva saludó a Dominic, luego se lanzó a un horrible y aburrido monólogo en donde le decía a él lo mucho que lo ha extrañado y también todo lo que se ha perdido desde la última vez que se vieron, mientras toqueteaba su hombro de manera coqueta, haciendo que yo perdiera mi apetito por segunda vez en el día, yo traté de no mirarlos para que no pensaran que estaba tratando de inmiscuirme en su conversación y la rubia siguió hablando como si yo no estuviera allí, ignorando mi presencia por completo, aunque eso me tenía sin cuidado.   Lo que sí me molestó fue el hecho de que Dominic no intentara en ningún momento reconocer mi presencia allí, él continuó hablando con ella como si estuviera solo en el lugar, y ni una sola vez se refirió a mí, ni me mencionó de ninguna forma, lo cual me hizo sentir como si no fuera lo suficientemente buena para presentarme a uno de sus conocidos, o como si se avergonzara de que lo hubiesen visto conmigo almorzando en este restaurante que claramente es demasiado costoso para las personas corrientes.   Una vez la conversación con la rubia terminó y ellos concertaron verse en alguna oportunidad antes de que él regrese a Estados Unidos, Dominic se sentó nuevamente en la mesa y siguió comiendo su almuerzo como si nada, mientras reanudaba la conversación que habíamos estado teniendo antes de la interrupción de su amiga, y aunque hice mi mayor esfuerzo para seguir comiendo mi almuerzo, la verdad es que sólo pude revolver la comida en el plato mientras asentía o respondía con monosílabos a lo que Dominic decía.   “¿Te sientes bien?” él me preguntó cuando terminamos de almorzar y nos dirigíamos de vuelta al auto.   “Sólo estoy un poco cansada del viaje, pero estoy bien, no se preocupe señor Pemberton,” yo le respondí y él frunció el ceño ligeramente cuando escuchó la forma en que lo llamé, pero se abstuvo de decir algo sobre ello, y en vez de eso me preguntó si quería volver a casa ya para que pudiera descansar un rato, a lo que respondí que sí casi de inmediato.   “Lo siento, no debí haberte pedido que empezaras a trabajar de inmediato después de ese viaje tan largo, debes estar agotada,” él me dijo y yo sólo me limité a asentir con la cabeza y no dije nada más durante el resto del camino de vuelta a casa, el cual fue mucho más corto que el de ida.   Y ahora estoy aquí acostada en la cama de la habitación de invitados en casa de la familia de Dominic al otro lado del océano, preguntándome cómo haré para desenredar el desastre en el que se ha convertido mi vida desde que lo conozco, cuando mi teléfono suena y es una llamada entrante de mi hermano, quien empieza a preguntarme cómo va mi viaje hasta ahora, sin embargo, antes de empezar a hablar escucho que Dominic toca la puerta de la habitación y mi hermano me dice que no cuelgue el teléfono pues quiere escuchar, así que después de que le digo que pase, él entra con cautela y mira alrededor de la habitación antes de que sus ojos se centren en mí.   “Lamento interrumpir tu descanso de nuevo, pero debo ir a ver a mi madre y le había prometido a Zara ayudarle a buscar un guardaespaldas personal, así que venía a pedirte el favor de que te comuniques con la agencia de seguridad privada que siempre usamos en la firma y le pidas que envíen al mejor hombre que tengan disponible para Zara,” él me dice y yo asiento con un nudo en mi garganta, pues sé con certeza que mi hermano va a querer involucrarse en esto.
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