CAPÍTULO VEINTIDÓS

1093 Words
DOMINIC   Mis ojos se centran en un pequeño morado que Alice tiene junto a su boca, el cual es sólo visible cuando se mira de cerca y en este momento estoy bastante cerca, por lo que ni siquiera el maquillaje que ella puso encima es suficiente para esconderlo de mi vista, de inmediato frunzo el ceño y noto que ella está respirando de forma acelerada, haciendo que su pecho suba y baje con rapidez, sus mejillas están cubiertas de un tenue rubor, seguramente por lo cerca que me encuentro, por lo que doy un paso hacia atrás para no hacerla sentir más incómoda de lo que ya está, y le pregunto en una voz tensa:   “¿Qué te pasó ahí? Y no me vayas a salir que es por el clima,” le digo mientras señalo con el dedo el pequeño morado ubicado en la parte izquierda de su boca, y ella palidece al instante.   “No lo sé, debí haberme golpeado mientras estaba ebria,” ella me responde desviando la mirada hacia la pared contraria y evitando mis ojos.   “Eso no te lo crees ni tú misma, ¿a quién estás protegiendo?” le pregunto con un tono severo y ella me mira con el ceño fruncido.   “¿Qué?” responde confundida por mi cuestionamiento.   “Es evidente que alguien te está haciendo esas cosas Alice, lo que no entiendo es por qué mientes, ¿A quién estás tratando de proteger y por qué lo haces? Quien sea que te está haciendo eso es peligroso y necesitas alejarte de esa persona,” yo le insisto y ella parece sorprendida por un segundo, pero se recompone rápidamente y respira profundo antes de responder, como si estuviera tomando fuerzas para hablar.   “No estoy protegiendo a nadie, señor Pemberton, ya le he dicho lo que pasó y si usted no me quiere creer pues no hay nada que yo pueda hacer sobre ello,” ella me dice parándose derecha y levantando la barbilla de forma testaruda, en una posición casi retadora, la cual sería tierna si no estuviéramos hablando de un tema tan serio.   “Ya te lo dije antes, pero creo que es prudente volverlo a repetir: Quien quiera que te esté haciendo esto no merece tu protección, no tienes que decirme quién es si no quieres, pero tienes que alejarte de esa persona antes de que sea muy tarde, y si necesitas de mi ayuda sabes que estaré dispuesto a brindártela en cualquier momento, sólo tienes que decirlo y haré todo en mi poder para ayudarte,” le digo y ella frunce el ceño ligeramente, como si mis palabras le molestaran.   “Gracias señor Pemberton, pero no es necesario, nadie me está maltratando,” ella responde desviando la mirada nuevamente, un gesto que he notado que hace seguido, especialmente cuando parece estar mintiendo sobre algo.   Sin embargo, sé que es inútil tratar de presionarla para que hable sobre este tema, por lo que sólo me queda respirar hondo para tratar de calmar mi exasperación con sus respuestas, y voy directo al punto:   “Te pedí que entraras porque quisiera discutir lo que me dijiste anoche,” le digo y ella me mira confundida.   “¿Qué dije anoche?” ella pregunta con curiosidad.   “Me contaste sobre el incidente en la fiesta universitaria,” le respondo y su boca se abre con horror, ella parece bastante mortificada por mi respuesta y es claro que no recuerda nada de lo que me dijo anoche.   “Yo… yo no… es que eso…” ella tartamudea pero yo la interrumpo.   “No me vayas a salir con que no es cierto porque tú misma lo dijiste, no te estoy juzgando por lo que pasó, nunca haría eso, así que no tienes necesidad de mentir más,” le digo en un tono un poco más brusco que el que pretendía y ella se encoge un poco.   “Lo siento, no quería hablarte de esa forma, es sólo que estoy cansado de que mientas para proteger a otras personas que te hacen daño y no entiendo por qué lo haces, no tiene ningún maldito sentido, anoche me dijiste que nunca reportaste a quien te hizo eso, y no entiendo por qué, me dijiste que ellos se habían hecho cargo, pero no entiendo a quienes te referías o qué fue lo que hicieron,” le digo y ella permanece en silencio por unos momentos, jugando con sus dedos de forma nerviosa.   “Es algo que ya pasó hace mucho tiempo y no veo por qué deberíamos discutirlo nuevamente, no tiene caso,” ella responde de forma evasiva.   “Alice sólo quiero ayudarte,” le digo con suavidad, “Cuéntame lo que pasó y yo trataré de hacer lo mejor para asegurarme de que obtengas justicia por lo que te hicieron,” le digo y noto que su labio inferior tiembla ligeramente, pero después de unos segundos ella levanta su mirada hacia mí y después de considerarlo un poco, empieza a hablar.   “No reporté a las autoridades porque no sabía su nombre, ni qué estudiaba, sólo conocía su rostro, intenté reportarlo con la universidad pero ellos no me tomaron en serio y básicamente me dijeron que había sido mi culpa por haberme puesto tan ebria, así que sólo le conté a mi compañera de habitación y ella le contó a sus amigas, en un par de días más personas se enteraron del incidente por lo que supongo que él se asustó y nunca más volvió a la universidad, ya después de que se él fue empecé a sentirme mejor, por lo que no vi necesidad de continuar con esa pelea,” ella me responde con una voz suave la cual se quiebra al final y alcanzo a notar una pequeña lágrima rodando por su mejilla.   Ese solo gesto causa un torrente de emociones en mí, siendo las más predominantes la ira y deseos asesinos por encontrar a esa basura, y también un fuerte instinto protector sobre ella, y sin darme cuenta cómo, me acerco a ella y rodeo su pequeña figura con mis brazos, noto como ella se pone tensa de inmediato, pero unos segundos más tarde, se relaja y me rodea el torso con sus brazos mientras solloza calladamente sobre mi pecho; y es en ese momento en que tomo la determinación de investigar quién es ese desperdicio humano y llevarlo ante la justicia, al igual que a esa basura de universidad para que paguen por lo que la hicieron pasar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD