−No lo creo− replicó el Rey−, ya que Darius me ha dicho que lo habla usted con bastante fluidez. −Desearía que fuera verdad. Lo que sucede es que se parece mucho al griego, y esa lengua la hablo casi desde la cuna. −No lo creo− comentó el Rey−, a menos que Darius tuviera razón al decirme que era usted, sin duda, la reencarnación de una de las Diosas del Olimpo. −Jamás he aspirado tan alto− sonrió Titania. Ya para entonces había llegado al pasillo volado y miraba hacia abajo, donde se encontraba el Rey. Por la mente de éste cruzó la idea de que era muy hermosa. Su rubio cabello destacaba contra las cubiertas negras de los libros ubicados detrás de ella. Supuso que no se sorprendería si se desvanecía, porque no era real, sino sólo parte de su imaginación. La observó mientras avanzaba