Durante un momento, Titania no pudo hablar. Luego, mientras las lágrimas volvían a sus ojos, murmuró: −¿Cómo es... posible que... pueda ser... tan bondadoso? −Podrá agradecérmelo cuando lleguen− dijo el Rey−. Y como eso llevará algún tiempo, sugiero que pruebe mis caballos y los compare con el suyo. −¿Quiere... decir que... puedo montar con... Su Majestad?− preguntó Titania. El Rey sacó su reloj del bolsillo de su chaleco. −Ahora son las siete menos diez. Le daré justo diez minutos para que se reúna conmigo en las caballerizas. Darius la esperará en el vestíbulo para mostrarle el camino. Titania se puso en pie de un salto. −¡Es usted... el Rey más... maravilloso... que jamás ha existido!− dijo−. Sin embargo, no creo... que... sea real. No esperó la respuesta del Rey. Lo oyó reír