−Todos te admiraron, Sophie− dijo mientras le retiraba la tiara−, y debes sentirte orgullosa de ser tan apreciada por tanta gente. −Me pareció que mi ramo debió ser más grande− replicó Sophie−. Y si hubiera sabido que tenía que usar mi propia tiara, me habría traído la más grande de mamá. −¿Esperabas que el Príncipe Fredrick te proporcionara alguna de las joyas de la corona?− preguntó Titania. −¿Por qué no? Ahora pertenezco a la Familia Real y, a falta de Reina, sin duda soy la primera dama del País. Lo dijo con tal orgullo, que Titania se sintió segura de que el Príncipe Fredrick le había metido aquella idea en la cabeza. Ella misma no lo habría pensado. −Por supuesto− continuó Sophie−, debes darte cuenta de que Fredrick debería ser realmente el Rey, en lugar de su hermano, que se co