Eres Una Pesadilla

1290 Words
Aurora Bell Los días pasan rápido, y mi mundo está de cabeza, una montaña rusa de emociones, Alex hace cosas que me hacen amarlo con locura y otras por las que deseo lanzarlo por la ventana. ¡Su protegida! Casi siempre estoy sola! Voy a a universidad y veo un poco más allá, me doy cuenta que hay al menos cinco personas que me sigue, pero Alex me informo que eran cuatro. Estoy en su apartamento, es muy espacioso y acogedor, decidí cambiar de lugar unas cosas, me aburre que todo se mantenga igual… En la universidad me va de maravilla, tengo muchos amigos, casi todos hombres, hoy nos toca montar un proyecto sencillo y vienen a esta casa a trabajar yo por mi parte, sigo los pasos que anote, sin importar el orden. El paso diez, hacerle ver que eres especial, tengo muchos admiradores entre mis amigos, sé que soy hermosa. Tengo que hacerle ver que si quiere, enseñarme lo que le pedí…Otro está dispuesto a hacerlo. Comienzan a llegar mis invitados uno a uno a partir de las diez de la mañana; Alejandro, Damián, Leónidas. Estoy sexy, pero Alex no se aparece, hacemos el trabajo y comenzamos a consumir alcohol, comienzo a bailar y Leónidas trata de pegarse a mí, lo alejo y como insiste Alejandro lo aparta. –¿No entiendes lo que es un no?.– Le pregunta, mientras que Damián solo le da por reírse los cuatro estamos un poco alcoholizados… –Empiezan a discutir cosas sin sentido y me siento a consumir el vino que trajeron sin prestarles mucha atención. De un momento a otro comienzan a golpearse– Dale durooo.– Grito sin saber a quién apoyo. Leónidas le parte una silla en la espalda a Alejandro, este cae junto a la silla hecha añicos. En ese instante se aparece Alex, totalmente rojo por la puerta, son como las ocho de la noche –¿Qué demonios sucede aquí?.– Grita viendo en todas direcciones, la casa tiene bebida derramada en varios lugares, y todos los muebles están en otra posición…Los chicos al pelear tumbaron un par de cosas, como un jarrón que se veía costoso. –Chicos este es el idiota que no quiere nada conmigo.– Le digo hipeando –¿Me puedes explicar que sucede acá?.– –Estamos divirtiéndonos, ¿Te quieres unir?.– Le pregunto –¡Se van inmediatamente de mi casa!.– Comienza a gritar como un energúmeno, mientras saca a mis amigos a empujones. –¿Qué te sucede?.–Le pregunto con la lengua enredada –¿Cómo se te ocurre, destruir mi casa de esa forma?.– Pregunta viendo todo como si no pudiera reconocer el lugar donde está. –Quería, darte una sorpresa, y moví los muebles.– Sollozo, trato de parecer normal…¡Pero veo triple!– El respira agitado y se acerca amenazante –¡Metiste tres desconocidos en mi casa sin mi permiso ¡Destruyeron un regalo de Luna!.– Me grita cerca de La cara. ¡Jamás lo había visto tan furioso! Me hace sentir pequeña y mi estomago…No está muy bien. –Lo siento.– Sollozo avergonzada, y comienzo a hipear, no entiendo que me pasa, normalmente no soy tan sensible. –Te prohíbo que metas personas sin permiso ¡A mi casa!.– Me grita resaltando que estoy arrimada –¡No elegí, que me enviaran acá!, eres la última persona que quisiera ver en mi vida.– Le digo con rabia y temblado –¡Qué bien, que sea la última vez que haces algo así!, respeta la propiedad de otro, se mas responsable, esos tres pudieron haberte violado, ¡estas casi desnuda! –¡Ellos no son así, defiendo a mis amigos y ya no puedo controlar el estado de mi estomago, viene una arcada y luego otra y comienzo a vomitar como la niña del exorcista, lo peor que lo hice sobre su pantalón y zapatos –Demonios, llego a casa en busca de paz, y me encuentro una pesadilla.– Suelta y me siento apenada, las lágrimas recorren mi cara, me siento tan estúpida, mi plan de darle celos, se fue al diablo literalmente, en lugar de atraerlo, lo alejo de mi cada día mas. Me ve con asco, me sujeta con fuerza el brazo y me lleva hacia su habitación–Ya no quiero, nada.–Le digo asustada, al ver sus ojos rojos, así no me gustaría que fuese mi primera vez. Pasamos de largo hasta el baño, abre la regadera y el agua helada nos empapa a los dos.–Lo siento mi mucho.– Le expreso, el cierra los ojos –Cállate.– Ordena mientras ve hacia arriba, como pidiéndole en silencio a Dios paciencia, ¡Qué vergüenza!– –Pagare los daños– Le ofrezco. –Hay cosas, que dinero no puede comprar, agradecería que guardes silencio.– Me explica, en voz baja, al parecer esa Luna es importante para él, pienso celosa. Comienza a quitarse la ropa empapada, y como una estúpida me quedo detallando, cada musculo de su cuerpo, el agua que corre sobre su piel dorada, se saca los zapatos con los propios pies, el pantalón, lo veo como nunca, y parece tallado en piedra cada parte perfecta… Se agacha recoger todo quedo en bóxer, y tira todo al cesto de la basura –Yo lo lavo.–Le digo con vergüenza. –No, me voy a poner de nuevo nada de eso.– Me explica mientras se acerca toma mi vestido, corto desde abajo y lo rompe dejándome en una braguitas mojadas y transparentes, trata de simular que no provoco nada en el… Su bóxer, revela otras cosas…–Tómame– –Jamás, te tocare borracha.–Me dice agarrando una esponja y llenándola de gel de baño, cuando me comienza a estrujar, tiemblo como una hoja, sus manos sobre mi es algo que me hace alucinar, me enjabona todo…Hasta mis senos erectos, se toma su tiempo y gimo de placer, mi centro se humedece desde adentro y comienza a palpitar. Le quito la esponja y hago lo mismo, al parecer no le soy tan indiferente, hace un puño con sus manos y muerde su labio inferior, tratando evitar inútilmente que no salgan sus gemidos de placer. Me acerco a él y beso el centro de su pecho, acaricia mis nalgas y las aprieta mientras me acerca para que sienta lo duro que esta, es enorme. Quiero saborear su pecho, lo lamo y también me permite lamer su cuello –Eres una niña muy mala.– Susurra entrecortadas palabras magreando mis senos, se inclina a mi altura y comienza a chuparlos, me estrujo contra el buscando descontrolarlo y que me de lo que pido, –Que rico.– Le digo con la voz ronca y entrecortada, es lo único que puedo decir, ya que lame mis senos haciéndome boquear. Lo peor ocurre, cuando acaricia, mi centro por encima de la braguita que cargo la aparta hacia un lado y sus dedos entrar en contacto con mi botón de placer, me siento tan caliente, que ni el agua helada que recorre nuestros cuerpos logra, enfriarme, me libero entre sus dedos, entre gemidos y jadeos. –Te amo Alex.– Le confieso. –Ya estas, limpia.– Susurra el sacándome de la ducha y colocándome una salida de baño gigante. –¿No vas a acabar lo que empezaste?.– Le pregunto, anonadada, mientras me saca de baño y me cierra la puerta en la cara. Me siento decepcionada y con sueño, veo su cama, me quito esa salida de baño y me acuesto allí mismo aspirando su esencia entre las sabanas, Alex huele delicioso.
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