Whitney Scott
Mientras voy en el coche me siento sucia y despreciable, por cómo me hace sentir Reed. Parezco una cualquiera y lo odio con todo mi corazón. No puedo seguir encerrada aquí. Necesito ver cómo salgo de esta situación, tiene que haber alguna forma. Tal vez busque la manera de hablar con Eve. Me llevo las manos a la cabeza. Demonios, mis trabajos pensaran que los abandoné.
—Señora ya llegamos—me informa el chofer.
Asiento y él se baja para ayudarme abrirme la puerta.
Al entrar veo que hay una mujer joven en la entrada lo que me lleva a ponerme en alerta, como lo hice anteriormente con la señora.
Al caminar, ella se me queda viendo. Analiza mi atuendo y me da una sonrisa lobuna.
—Así que es verdad—se muerde el dedo índice y da una vuelta para verme bien —. Sí que eres muy hermosa. No solo eso, tienes un rostro de ángel. Eso es lo que lo tiene tan obsesionado.
—No lo creo.
Saco mi lado arrogante. Sé que soy un poco inexperta en estas cosas, pero no me dejaré pisotear.
—Entonces, ¿qué crees que lo tiene así? —me pregunto con sarcasmo.
Me encogió de hombros.
—Debe ser que hace mucho tiempo me desea y era imposible. Ahora solo necesito jugar sucio para tenerme a su lado como una esclava.
Ella soltó una sonora carcajada.
—Eres increíble —me tendió la mano— Rosie Baker, la hermana de eres cabrón.
Le tomé la mano y le sonríe.
—Soy su fulana preferida.
Ella me miró dudando.
—No lo creo, Reed puede ser malo, pero jamás trataría a una mujer así —se quedó pensando en algo y dijo —Bueno, solo a una y es la tonta de Tara —se me acercó más —Ella sí que lo es.
Lo dijo con tanto desprecio que supe que la odiaba.
Debe ser la señora que vi entrar a su estudio hace un rato.
—Sí. Debe ser la que vi antes de salir de la oficina de él. Porque se lo comía con los ojos.
Rosie, arrugó la nariz.
—Pasemos a comer algo —me tomó del brazo —Pero primero ve a ponerte algo decente.
Me da una mirada de que sabe lo que estaba habiendo con su hermano.
Me ruborice.
—Lo…
—No digas nada —me guiño un ojo.
Subí rápido las escaleras y cuando llegué a la que era mi habitación me fui directo a darme una ducha. Tenía la necesidad de lavarme sus restos.
Cuando salí del cuarto de baño y me fui al vestidor. Me miré al espejo y vi que tenía moretones donde Reed me agarraba con fuerza mis caderas.
—Esto tiene que terminar—susurré furiosa.
Me vestí con lo que había aquí. Un vestido plateado y unas sandalias de plataforma. Algo que claramente jamás me pondría. Vestir indecente nunca ha sido lo mío, pero es lo hay.
Al bajar me encuentro a Rosie comiendo un filete a medio hacer con ensalada. Ella me sonríe.
—Ven siéntate a mi lado y cuéntame sobre ti.
Rosie parecía de otra especie. Jamás diría que es hermana de ese hombre tan oscuro.
Me senté en la silla de su lado. Inmediatamente la señora me trajo la comida.
—Que te diré —le dije mientras cortaba un trozo de filete—. Estoy aquí por mi madre, no pagó la deuda que tenía con tu hermano y jamás me imaginé estar en esta situación…
Ella deja sus cubiertos en la mesa y me mira con… ¿lastima? No puede ser.
—No se cuál de los dos es más maldito, si mi hermano o tu mamá —me gruño—. Como en este tiempo hay pagos, así… como si fueras…
Me encogí de hombros.
—Trato de no estar enojada, pero es inevitable. Cada vez que recuerdo lo que pasó ayer siento mucho odio…— le señalo el lugar con el tenedor—, me recuerda lo egoísta que fue.
Ella asiente.
—Es una mierda.
Asiento.
Nos quedamos en silencio, le pregunto:
—Y Rosie ¿quién es?
Quise cambiar de tema.
Ella soltó una risa oscura.
—No me cambies de tema señorita —me miró de reojo —. No me has dicho tu nombre.
Solté la risa. Tiene razón.
—Whitney Scott.
Ella asiente.
—Ya sabía de ti, más de lo que crees —me comenta sin dejar de comer —. Reed está obsesionado contigo desde hace mucho tiempo. Pero jamás hizo nada por esa maldita cualquiera de Tara —ella me mira, como esperando una reacción a ¿qué? ¿celos? No lo creo me da igual —. Ella le falló hace unas semanas y vio la oportunidad de tenerte.
—Qué fácil lo dices.
—Aquí es así —se lleva la copa a los labios y da un buen sorbo —. Si quieres algo ve por ello sea como sea.
Puse los ojos en blanco.
—Si tú lo dices…
—Así que estudias enfermería…
Asiento.
—Ya soy enfermera, solo me falta la especialidad. De hecho, estaba haciendo prácticas en el hospital de Londres… —se me quiebra la voz y en el momento me arrepiento de parecer débil —También trabajaba en la cafetería Donut…
En su mirada veo un extraño dolor, pero a su vez furia.
—Pensé que solo eras una estudiante…
—Terminé hace cinco meses atrás…
Su mirada está llena de ira.
—Whitney no permitas que Reed te pase por encima —Rosie me tomó de las manos y en voz muy baja añadió: — Lucha contra él, hasta lograrlo.
Me sorprendió mucho el cambio de humor.
—Es imposible —le dije abatida —. Él me dijo que sería su esposa. Al parecer no hay mucho por hacer.
Rosie entendió el punto donde quería llegar. No había opciones, solo sería su esposa a la que llenará de hijos y tendrá en su gran mansión encerrada. Adiós a mi carrera y sueños. —No pongas esa cara —me pido.
Me encogí de hombros.
—Ya terminamos de comer, así que vamos a dar una vuelta.
***
Cuando salimos a los grandes jardines y jamás me imagine que Reed fuera de caballos. Tiene un establo muy grande, donde hay más de treinta caballos.
—¿Qué hace con tantos caballos?
—Aunque no lo creas, todos los Baker amamos los caballos —ella me dio una sonrisa radiante, mientras acariciaba a una potra blanca —. Ella se llama Perla. Me la dio Reed hace dos años en mi cumpleaños. La estamos entrenando para la competencia de unos meses.
Que interesante.
—Así que compiten…
Ella me ve con ojos emocionados.
Pues claro. Reed ama la adrenalina pura de eso. Es más, es uno de los mejores por aquí.
Asiento.
—Jamás he montado.
No sé por qué hice ese comentario, pero es verdad. Jamás lo he hecho. Me da fobia las alturas y saber que tengo que estar arriba me entra pánico.
A Rosie le siguen brillando los ojos.
—¿Quieres intentarlo? —Su entusiasmo es notable.
Pongo los ojos como platos.
—No.
Ella frunce el ceño.
—¿Te da miedo?
Me tocó un mechón de pelo y asiento.
—No creo que pueda algún día hacerlo.
—No hay problema, tal vez con el tiempo.
Me quedo callada. No quiero acabar con sus ilusiones. No creo que el tiempo me ayude.
Seguimos caminando y ella enseñándome cada caballo que hay y cuáles son sus nombres, hasta que entramos en un establo más grande y espacioso, donde hay un letrero bastante grande que dice PEGASO. Sigo caminando hasta que llegue a una puertecilla abierta y sigo mi camino llenándome de curiosidad, tal vez en busca de un escape o …
—¡Qué mierda! —musité en voz baja.
Empecé a retroceder poco a poco sin hacer bulla del semejante semental parado en mí. Su respiración es algo fuerte. Pego contra algo duro y puedo decir que son ladrillos…
—No sé qué haces aquí, pero claramente no es tu lugar, bonita—me gruñe.
Me sobresalté y me doy vuelta para encontrarme a un hombre muy parecido a Reed, pero definitivamente no es él.
Me empezaron a temblar las piernas a tu atenta mirada. No había un lugar a donde escapar.