CAPITULO XLVIII. Más sensual que nunca

1108 Words
SAMUEL Luna viene hacia nosotros de seguro le preocupa mi situación. — ¿Qué pasó? — pregunta Luna — ¿Qué quería esa mujer? — Nada — respondo — ¡olvídalo! — ¿Nada?, ¿y lo dices así tan tranquilo? — replica — Pues sí, ya me aseguré de que no vuelva a buscarme, ¡jamás! — ¿Y no me quieren contar? — sugiere ella — Es mejor que no lo sepas — responde Andrés — Sea lo que sea, ustedes dos están muy raritos — De verdad, es mejor que nunca lo sepas — insisto — ¡Yo sé lo que te digo! — Bien, les creeré eso estuvo demasiado cerca Nunca pensé en toda mi vida que yo sería capaz de decir algo así al menos estoy seguro de que Mariana jamás volverá a buscarme para intentar regresar conmigo, lo sé por la enorme mentira que le dije y también porque se lo dije de manera muy dulce, al llamarla Mar le hice saber en lo más profundo de su ser que mi perdón es sincero, pues, solía llamarla así de cariño. LIZANYA Mariana se fue sin darme una explicación, ni siquiera me dió las gracias por ayudarle a encontrase con el arrimado de Samuel, y para colmo, ahora tengo un gran problema con Joaquín porque supo que fuí yo quien le avisó a Mariana, sé que todo el camino a casa será una discusión por ésto. — Liz, cariño, — amablemente, Joaquín intenta comenzar una conversación seria conmigo — Dime, qierido — Creo que tenemos que hablar — Lo sé, sé que hice mal en ayudar a Mariana, te juro que no tebgo la más mínima intención de que lastime más a Samuel, sé que él ha sufrido mucho por culpa de sus pésimas decisiones y yo misma se lo recalqué, pero ya sabes como es de insistente — Y yo sé que es tu amiga y que la aprecias, — me alegra que al menos entienda eso — no puedo elegir a tus amistades, pero sí puedo sugerirte que no te mezcles en su problemas, sobre todo cuando sabes que hizo mal — Entiendo tu punto — odio cuando me mira de esa manera, porque no puedo competir contra su dulzura — te prometo que me mantendré al margen — ¡Hace tanto tiempo que no estábamos de acuerdo en algo! — Exclama — que creo que te llevaré a un restaurante — ¿En serio? — estoy tan feliz — Claro que sí, además, necesitamos tiempo para nosotros, desde que nació nuestro hijo todo ha sido tan diferente — sus palabras me conmueven — Es cierto, aunque no quiero dejarlo tanto tiempo — Llama a mis padres para avisarle que llegaremos más tarde — ¿Crees que estén de acuerdo? — ¡Por supuesto! Te aseguro que querrán que lo hagamos más seguido con tal de quedarse a solas con el nieto — Eso es muy cierto JOAQUÍN De verdad lo estoy intentando, si no logro enamor de nuevo de mi esposa, al menos llevaré la fiesta en paz, aunque ésto también me puede llevar a descubrir lo que ella oculta, sé perfectamente bien que su imagen de amiga buena es sólo una apariencia, yo debo descubrir lo que trama. Pasamos un par de horas fuera de casa, todo ha ido de maravilla, no puedo decir que ya la amo de nuevo, pero me siento tranquilo y feliz. Ya es hora de regresar a casa a descansar, mañana será un gran día, ¡el día del bautizo doble!... ¡Estoy muy nervioso! Hoy salió todo bien, pero mañana quién sabe. LUNA Samuel y Andrés han estado muy sospechosos desde que salimos de la iglesia, no quieren contarnos lo que pasa, pero sé que la descarada de Mariana tuvo mucho que ver en ésto, sólo espero que sea algo bueno. Mañana será el bautizo de mi pequeña y ¡no puedo con tantos nervios! ¿Será que mis padres reaccionen al ver a su hermosa nieta de nuevo? Pido al cielo que así sea. Fernando también está muy nervioso, sé que le preocupa mucho mi situación con mi familia y que sería capaz de todo por mí, no quiero angustiarlo, ¡si mis padres se dieran la oportunidad de conocerlo! Solo queda esperar y conservar la fe. Ya en casa, intento prepararme para el día siguiente, odio llegar tarde, así que dejaré todo listo de una vez, Samuel y Andrés me han traído los regalos para mi nena, el ropón, la velita y otros detallitos más que la harán parecer un angelito hermoso, mi preciosa se verá divina... y hablando de divinas, no sé qué me voy a poner mañana, nada me queda como antes, llevo días midiéndome mi ropa y ya no entro en nada de lo que tengo, me estoy probando mi ropa favorita de nuevo, pero creo que debo resignarme y comprar más. Fernando llega a la habitación y puedo sentir su mirada sobre mí, de seguro piensa lo mismo que yo, pero no se atreve a decírmelo para no herirme. — ¿Y porqué esa carita larga? — pregunta Fernando mientras me miro al espejo — ¿Qué no es obvio? — respondo — ¡Estoy gorda! — Eso no es cierto — ¡Claro que sí, ya nada me queda! — Te ves preciosa con ese vestido — Yo dije que estoy gorda, no fea — él se ríe un momento — Si tú te vieras como te veo yo, entenderías lo que te digo — Es mentira, sólo lo dices para hacerme sentir mejor y para que se me quite el mal humor pronto — Aunque así enojada te ves más bonita, te juro que no te miento, — explica — y no estás gorda, sólo se ensancharon tus caderas y te creció el busto — ¡Por eso, estoy gorda! — De ninguna manera, es que tú no puedes verte, pero tu figura se hizo más notoria, quizá tú no te des cuenta, pero nos traes locos a todos — ¿De verdad? — Y no tienes una idea de lo sexy que eres — me toma entre sus brazos y me voltea de espaldas hacia él, besa mi cuello y me dice al oído — y cuando estás en cuatro te ves aún más sensual... — ¿Ah, sí? Señor Rivera, eso no me lo había dicho — No, pero es verdad, mira nada más cómo me tienes — toca su bulto por encima de la ropa y lo miro, me muerdo el labio y comienzo a tentar — Comienzo a creerle, señor Rivera...
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