CAPITULO LXII. Dulce amor

1088 Words
SAMUEL Andrés me ha avisado que esta noche sí saldremos con sus amigas, así que me quedaré a descansar un rato para recargar energías. Le prometí a Joaquín que hablaría personalmente con Yoselín, pero ya será mañana, porque si no, la intensa de Mayté, no me dejará ir a conocer a las amigas de Andrés. LUNA Debo pedirle a Samuel que me lleve o que me indique el lugar donde puedo encontrar a esa tal Yoselín, vine hasta aquí para verla y no me iré sin haber logrado mi objetivo. Aunque sé que hoy saldrá con Andrés y probablemente me hará esperar, mejor le diré a Fernando que nos lleve a conocer la ciudad. ANDRÉS La sonrisa de Dulce era como un sol que me iluminaba al mirarla, amaba oler su cabello castalo oscuro y su perfume, sus ojos cafés eran mi perdición, me encantaba verme en ellos y en mi mente, aún percibo ese brillo en su mirar como si hubiera sido ayer la última vez que los tuve frente a mi, tocar sus manos con las mías y la primera vez que hicimos el amor. Era un día soleado y la llevaba en mi auto buscando un lindo paisaje para un picnic, a ella le encantaban las flores y sólo quería darle el gusto de comer en un bello campo de flores, había varias y el campo parecía arcoiris entre la variedad de colores, aún así, ella seguía siendo la flor más hermosa de todas, nos paramos junto a un árbol y extendimos un mantel blanco con girasoles, yo bajé la canasta con los sándwiches y la fruta, ella bajó el termo con jugo de naranja y sirvió dos vasos de éste. Luego de comer, guardamos las cosas para evitar perder algo, su mamá la mataría si le faltaba alguno de sus preciados tuppers y enseguida, nos fuimos a caminar entre las flores tomados de la mano, el calor era intenso y tuvimos que regresar a la sombra del árbol, nos besamos y nos perdimos en ese beso por no sé cuánto tiempo, yo sentí que el tiempo se había detenido y que el mundo había dejado de girar, sólo éramos ella y yo. Con el beso tan intenso las hormonas comenzaron a alborotarse y yo quería más, la besé un poco en el cuello y un poco más abajo hacia sus pechos desabotonando su camisa, luego sentí que estaba haciendo mal y me detuve, me disculpé, pero ella sólo me pidió que continuará y así lo hice. La volví a besar y cuando me dí cuenta, ella ya me había desabotonado la camisa, sus manos me tocaban despacio y muy suave, no sería mi primera experiencia, pero sí la de ella y yo la amaba tanto que deseaba que fuera especial, tan especial como ella, pero ella no quería esperar más tiempo. — Ya no quiero esperar, Andrés, yo estoy segura de lo que siento por tí y de lo que tú sientes por mí — Yo te amo, Dulce, te amo como nunca imaginé poder amar a alguien — Lo sé, así que no me hagas esperar más — Te juro que yo no te quiero sólo para ésto, yo te quiero para toda la vida, Dulce, para siempre, hasta que estemos viejos y sin aliento — Y yo a ti, tontito — Se supone que ésto debería ser muy especial, con pétalos rojos a tu alrededor y en un lugar muy elegante — No necesito nada de eso, además, este campo de flores es perfecto, sabes que amo las flores Nos besamos de nuevo y nos ayudamos a desvestirnos, al ver su desnudez me sentí flotando en las nubes, ella era perfecta, nunca había visto a una mujer tan bella y mis manos la estaban tocando, mis labios podían besar cada rincón de su piel, estaba en la gloria, pero a la vez, tenía tanto miedo de lastimarla y no ser lo que ella esperaba, estaba sudando y mis manos temblaban, jamás he vuelto a sentirme así, sólo con ella, terminamos con la respiración agitada y luego volvimos a nuestras casas como si nada. Recordar esos momentos me regresa al pasado, fuí tan feliz en ese tiempo a pesar de todos los problemas que tenía en casa con mis padres y con los padres de ella, un pasado que he decidido dejar atrás por mi propio bien. Mi alarma suena, debo meterme a bañar o se me hará tarde, ¡odio llegar tarde! Pero primero quiero un bocadillo de la cocina, una fruta o algo así. He tomado unas uvas y le he avisado a Samuel que en una hora nos iremos para que sea puntual, de regreso a mi habitación, paso por la habitación de Luna, creo que he visto pasar a Fernando, he sido tan descortés que ni siquiera les he preguntado si desean salir a conocer la ciudad. Debo hacerlo ahora o se me olvidará para mañana, ¡ya me conozco! Al entrar a la habitación, me percato que todo está muy silencioso, la nena no está aquí, debe tenerla Carmelita bajo su cuidado, y alcanzo a escuchar un ruido en el baño, ¡espero nadie se haya accidentado! Al llegar al baño, me doy cuenta que estoy totalmente equivocado, eso no ha sido un accidente, son Fernando y Luna teniendo sexo en la regadera y ellos no se han dado cuenta que estoy allí, ¡debo irme! Alcancé a ver solamente las siluetas a través del vidrio templado, la figura de Luna lucía impresionante en posición de perrito, espero retirar pronto su imagen de mi cabeza, será mejor que ya me meta a bañar, ¡nunca debí salir de mi habitación ni mucho menos entrar sin tocar! Ya en la regadera, la imagen de Luna y Fernando se repite en mi cabeza, no puedo estar deseando a su mujer, sé que está mal y debo arrancarla de mis recuerdos, de por sí, recordar a Dulce hizo que mi temperatura aumentara considerablemente y luego ésto, ¡rayos! ¡Sólo a mí me pasan éstas cosas! Mi m*****o está necesitando de la presencia femenina urgentemente, el agua helada no hace que se calme, estoy intentando con mis manos, pero no consigo nada, mi corazón late fuerte y sólo me queda esperar a la hora de la cita, empiezo a sentir de nuevo como una especie de maldición, por un lado Luna y su impactante figura despertando un ardiente deseo y por el otro, mi dulce amor recordándome que sí tengo corazón.
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