CAPITULO XLVI. Posible divorcio

1167 Words
LUNA He comenzado a temblar, la cercanía de Samuel me puso tensa, en algún momento creí que me besaría, pero él solo deseaba tenerme un poco más cerca para aclararme lo siguiente logrando profundizar en mis ojos: — Estaré bien, te lo prometo — No te pierdas por mucho tiempo, ¿eh? Inmediatamente después de decir estas palabras, he salido de su habitación casi corriendo, entiendo porqué tiene vueltas locas a tantas chicas, es un hombre muy atractivo y sensual, sus ojos azules me han dejado perpleja, la combinación de sus músculos, mi cuerpo contra la pared, sus ojos y esa voz tan cerca de mí me han excitado, debo respirar y relajarme antes de que me vea Fernando en estas condiciones. — Dice que estará bien, que gracias por la preocupación, pero que necesita estar sólo — informo a los demás Algún tiempo después y antes de lo esperado, llega Joaquín fúrico. — ¡Joaquín! No te esperaba tan pronto, pensé que habías dicho que vendrías más tarde — Y así lo pretendía, pero de verdad, te juro que no puedo más con esto, ¡esa mujer es tan...! — él ha cerrado su puño derecho y lo ha dejado caer sobre la mesa con tanta energía que, puedo percibir todas las emociones que ha estado tratando de reprimir — ¿Al decir esa mujer, te refieres a Liz? — pregunto — ¿Y a quién más? — Pero cuéntame, ¿qué pasa?, ¿por qué estás así? — Nada resultó como esperaba, nuestros padres llegaron y luego de que se fue... la innombrable, fue tan fácil para Liz poner su carita de niña tierna e inocente que mis padres terminaron por compadecerse de su grandioso y noble corazón, — relataba — te juro por lo que quieras que ella, solamente, estaba actuando frente a ellos, me siento tan... ni siquiera sé cómo describirlo — Por favor, hermanit,o trata de calmarte, así no solucionaremos nada en absoluto — ¡Es que no lo entiendes, Luna! Debo desenmascarar a Liz cuanto antes posible o me volveré loco — No hay mucho que hacer, ¿eh? Porque el loco sí estás, pero sí, tu mujer merece una buena lección, te prometo que pensaré en algo — Pero, por favor, cambiemos de tema y dime ¿cómo está Samuel? — tengo unas ganas enormes de decirle que está buenísimo, pero obviamente no puedo hacerlo y mucho menos frente a todos, así calladita me veo más bonita — Hace rato entré a verlo y dijo que estaría bien, que solamente necesitaba tiempo para estar solo — ¿Eso es algo bueno, no? — Sí, creo que sí, estaba bastante calmado aunque, sigue de un genio — ¿Te hizo alguna grosería, mi niña? — pregunta Carmelita — Claro que no, nana, — aclaro — Samuel es un caballero aún en sus peores momentos, tú lo sabes mejor que nadie — ¡Bendito Dios! — exclama Carmelita y luego se dirige a Joaquín — Hijo, ¿no trajiste a tu criatura? — No, Carmelita, mis padres se quedaron con Liz y obviamente, querían ver a su nieto — Si quieres mi consejo, debes pensar muy bien qué es lo que quieres, si realmente ya no amas a tu mujer, será mejor que se separen, tu hijo no debe crecer en un ambiente hostil, deberán llegar a un buen acuerdo por el bien del pequeño — Lo sé, Carmelita y hoy más que nunca lo estoy considerando — Mi niño, eres un gran hombre, te mereces ser feliz, te mereces encontrar a una mujer que sea de tu talla — ¿Tú crees que la encuentre algún día? — Eso no lo sabremos si no te separas de Liz, porque eso de ser infiel no es para los chicos como tú — creo que a Joaquín le ha caído una gran pedrada encima — ¿Como yo? — pregunta Joaquín y por detrás de Carmelita le hago señas indicándole que ella no sabe nada de su aventura — Sí, mi niño, así nobles y buenos como tú, si vas a buscar el amor verdadero, tienes que hacer las cosas bien desde un principio — él obtiene un respiro — Muchas gracias por tus palabras, Carmelita. A veces quisiera que mis padres fueran más como tú, porque estoy seguro de que si me divorcio de Liz se quedarán de parte de ella, por eso debo desenmascararla cuanto antes — Y yo sé que lo harás, pero todos debemos ser más inteligentes y pensar con la mente en frío, como dicen ustedes — ¡Vaya! No llevamos tu sangre, pero creo que si nos parecemos a ti, Carmelita — comento — Pues yo crié puros niños inteligentes — Cambiando de tema — añade Joaquín — mañana debemos acudir todos a las pláticas en la iglesia, tú — señalándome — Fernando, Andrés, Samuel, Liz y yo ¡todos! — Debo advertirles que si se quema la iglesia no será por mí — exclama Andrés — No, creo que será por todos ustedes juntos en un lugar sagrado — aclara Carmelita y todod nos reímos — y por la niña ni se preocupen, yo me quedo con ella, más tarde subiré para avisarle a Samuel — ¿Tú crees que quiera ir? — pregunto con un poco de preocupación — ¡Claro, hija! Él adora a Camilita y por nada del mundo le dejará el camino libre a Andrés, así que tendrá que salir de su escondite lo quiera o no SAMUEL Llevo aquí todo el día, mi madre y todos los demás deben seguir muy preocupados por mí, de seguro piensan que sigo sintiendo algo por ella o peor aún, que podría cometer alguna locura. Debo salir de mi habitación, no puedo quedarme toda la vida aquí evitando volver a ver a Mariana, dijo que se había divorciado, quizá no debe estarla pasando bien, pero ni modo, no puedo hacer nada para ayudarla, quizás sólo deba aclararle que ya la perdoné, aunque no quisiera verla de nuevo, realmente, no entiendo porque me afectó tanto volver a verla, si hace mucho tiempo que la superé y dejé de amarla, quizá fueron los recuerdos, fueron buenos tiempos a su lado y casi ni me reconozco, yo era tan diferente antes, detallista soñador y sobre todo, fiel, creía en el amor y esas cursilerías, si ella no me hubiera traicionado, hoy sería un hombre casado, posiblemente tendría hijos y no estuviera enamorado de Luna que, por cierto, me hubiera encantado grabarla cuando entró a mi habitación, creo que nunca me había visto en puro bóxer ya que, su respiración era agitada, se notaba que estaba muy nerviosa y además, se sonrojó cuando me acerqué a ella, me moría por besarla, lo bueno que la prudencia cupo en mí en ese momento, de lo contrario no sé qué hubiera sucedido ¿se habrá excitado tanto como yo? ¡Ya debo estar alucinando! De sólo recordarlo, me muerdo los labios.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD