CAPITULO LXVI. Incriminado

1130 Words
SAMUEL Maricarmen hace unos movimientos con sus dedos en mi pene que me elevan y me hacen ver estrellitas, luego su lengua comienza a acariciarlo de arriba hacia abajo lentamente, chupa mis testículos y toma con sus dos manos mi pene para comenzar a masturbarlo, yo permanezco quieto e intento controlar mi respiración y los gemidos, cierro los ojos por un momento y ella comienza a chupar mi pene, su boca es maravillosa. Luego de un increíble sexo oral, Maricarmen se coloca sobre mí quedando mi pene dentro de su v****a, ella hace unos ricos y exhaustivos movimientos en posición de cuclillas y permanece así poco tiempo, luego le ayudo provocando movimientos con mi cuerpo, se temperatura es muy alta, tanto que no he logrado provocarle ni un sólo orgasmo pese a todos los esfuerzos y eso comienza a preocuparme, quizá si cambio de posición eso mejore. Le ayudo a recostarse quedando sobre ella, beso sus pechos y rozo con mi legua sus senos, mmm... están paraditos y duros, justo como me gustan, de pronto le doy un pellizco en uno y ella no puede evitar emitir un grito corto, me sorprendo, creo que nunca nadie le había hecho algo así, ella me mira con sus ojos muy abiertos y justo cuando comenzaba a creer que había cometido un grave error, ella me pidió que emparejara la situación con el otro seno, creo que le gustó. Después de ese descubrimiento, tomo sus piernas juntas y comienzo a besarla en los muslos, ella me ayuda acomodar sus piernas sobre mis hombros y así, su pene y mi v****a hacen un dueto sensacional, luego vuelvo a juntar sus piernas sin dejar de darle placer, le gusta y sus gemidos han ido en aumento, pero aún así nada. Otro momento después, la coloco en cuatro, le doy una nalgada a lo que ella responde con un gemido, creo que sí le gusta lo rudo, así que lo haré de esa manera. Así en cuatro, introduzco mi pene en su v****a y le doy duro, la tomo de sus muñecas dejándola indefensa y a mis expensas y continúo con mis movimientos rudos, sus gemidos se vuelven constante y pronto me indican que al fin he logrado que disfrute de un orgasmo, ha sido una tarea difícil, pero ha valido la pena. Vuelvo a colocarla frente a mí para besarla, mi boca deja su boca y se pasa al lugar entre la oreja y el cuello, allí le encanta, se vuelve loca y sé que quiere más. Volvemos a empezar. La noche ha sido larga y placentera, estoy muy cansado, pero sin duda, muy bien servido, he sido muy bien atendido y la sonrisa de ella me indica lo mismo. — ¿Te volveré a ver, Samuel? — pregunta — Si quieres — ¿Por cuánto tiempo te quedarás en la ciudad? — Sólo unos días, pero puedo visitarte de vez en cuando — Me encantaría repetir — A mí también, Carolina, aunque pensé que no te había gustado — ella se muerde el labio — Me gusta ese nombre — Bien, porque así te llamaré hoy — La próxima vez que nos veamos, podrás elegir el nombre de nuevo — De todos modos pensaba hacerlo, ya que sé que volverás a mentirme y noe dirás nunca tu nombre verdadero Nos metemos a bañar y enseguida nos reunimos en la sala con Andrés y Rocío para irnos, él debe ir a trabajar y yo debo fingir que haré cualquier otra cosa que ir a casa de Andrés. Nos despedimos y estoy extrañado de que nunca preguntó por Joaquín, ni siquiera por curiosidad. Al llegar a casa ya es tarde. Luna me está esperando y Andrés se pasa a su habitación sin darle oportunidad. Esto no me está gustando para nada, pero no creo que sepa que estuvimos con las rubias peligrosas, algo debe querer. — Buenos días, chicos — Buenos días, Luna — responde Andrés apresurado — Buenos días — respondo — Vienen muy contentitos, ¿eh? Eso quiere decir que les fue muy bien anoche — No me puedo quejar — Eso me alegra mucho y entiendo que debes estar agotado — Un poco — Eres un travieso, Samuel — ¿Te puedo ayudar en algo? — soy directo — Tan atento, siempre leyendo mi mente. — tomo asiento — Necesito que me digas dónde puedo encontrar a esta tal Yoselín — comienzo a toser falsamente — ¿Yoselín? ¿Cuál Yoselín? No sé quién me hablas — camino hacia mi habitación intentando escapar — ¡Samuel! ¿A dónde vas? — interrumpe mi paso — A dormir, tengo tanto sueño — bostezo exageradamente — Ay, pobrecito de tí, y yo tan desconsiderada que soy, Samy — odio cuando hace eso — ¡No te lo diré! ¡Y no me importa lo que hagas! — ella se para frente a mí a modo que no me deja pasar — Bien, entonces yo no te dejaré dormir — estiro mis brazos — Ya no tengo sueño — ¡Qué bueno! — sonríe y se queda allí parada mirándome casi sin parpadear — Camilita está llorando, deberías atenderla — No lo creo, Carmelita y Fernando están con ella — replica — En algún momento deberás ir al baño o algo así — Pero por lo pronto estoy bien, gracias por preocuparte Sólo debo esperar a que Andrés pase para lograr escaparme de ella, odiaría que usara sus encantos contra mí del mismo modo como lo hizo con el débil de Andrés. — Samy, ¿porqué no quieres darme la información que te estoy pidiendo? — cuestiona — Porque no — ¿Acaso Joaquín te pidió que no lo hicieras? — ¿Joaquín? ¿Porqué haría algo así? — No lo sé, tal vez porque está metido en problemas y no quiere que me entere — Claro que no, eso se resolvió — Entiendo, entonces, ¿puedes decirme cuántos días le quedan de matrimonio? — No sé de qué hablas — Claro que lo sabes, Samy — ella se acerca y yo cierro los ojos — Creo que dijo que le había dado tres días para verlo, si no serían publicadas las fotos, ¿o me equivoco? — ella me toca el hombro y yo estoy que me derrito — No tengo información — volteo la mirada — Eran tres días, ¿y ya van cuántos? — Sé lo que intentas, Luna, pero de verdad no te puedo decir nada — Bien, no es necesario porque yo ya lo sé todo, solamente recuerda que si no me dices lo que quiero saber, Joaquín se enterará que tú me diste la información, Samy — ¿Qué? ¡No puedes incriminarme así! — Pero claro que puedo, Samy...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD