Un día escuché una canción de Anette Moreno que decía: que un ángel llora mientras las flores llegaron, el poema empezó y sobre una tumba fría, él lloraba su dolor.
Y pensaba, ¿por qué alguien lloraría sobre una lápida cuando nadie está para consolarte? Cuando eso no va a hacer que regrese la persona que has perdido. Ahora lo sé, no es buscando consuelo, no es que la gente vea tu dolor, no se trata de que tus lágrimas traerán de regreso lo que la vida te quito; uno llora es tratando de soltar el dolor que te consume por la ausencia de la persona que te ha dejado sin previo aviso, sin decir adiós, porque si no lo sueltas te consume por dentro hasta asfixiarte y lo hacen frente a una lápida por qué es la representación de lo que quedó.
Aunque en mi caso ni en una lápida puedo llorar porque Donna, Andreina y Armando junto con un familiar que no sabía que tenía mi estrella se encargaron de darle el adiós y no me tomaron en cuenta.
Tampoco se los reclamo, sé que me culpan de su muerte, yo mismo me culpo, ya sea porque la alejé de mí, porque la lance a los brazos del psicópata de mi primo para que le arrebatara la vida, o porque la dejé ir cuando me dijo las palabras que tanto añoraba "te amo" y no pude responderle porque sabía que una vez dichas ella no se alejaría.
Qué estúpido fui, pero si no lo hubiera hecho estos desgraciados sabrían que se equivocaron de chica e irían por ella, era una encrucijada que terminó en una ironía de la vida.
La alejé para evitarle un peligro y terminó llevándola a la muerte, parece una burla del destino.
— Connor... — Escucho la puerta abrirse y veo a Elena.
— ¿Qué pasa? Ya es tarde, deberías estar en casa — dejo mis pensamientos de lado y me enfoco en el trabajo.
— Estaba ayudando a Andrés con unos archivos de un caso y los pasantes.
— Está bien, ¿mi tío ha venido?
— Esta mañana, preguntó sobre sus casos y que hacían un buen trabajo. Se ve afligido, me atrevería a decir hasta avergonzado — no hago comentario a lo escuchado, porque he aprendido que a veces el silencio es la mejor respuesta.
Me entrega algunas carpetas sobre las notas que me ha dejado Andrés.
— ¿Elena, no me ha llamado alguien?
— Mm, muchos clientes ¿Esperabas una llamada en especial?
— Armando Gómez.
— No, señor — afirmó y se retiró dejándome una vez solo en mi depresiva oscuridad.
No sé si Armando se me esconde para reclamarle por no cumplir su promesa o porque igual me matara por llevarla a este fin.
— Ay, mi estrella, sí que me supiste pegar duro esta vez, me has dejado moribundo en el piso y sin fuerza para levantarme.
Mi celular interrumpió mis pensamientos y es Luke.
— Tu llamada después de dos días debe ser algo bueno.
— Tengo el botín nuevo de estos desgraciados, va rumbo a México.
— ¿México? Eso es nuevo, quiere expandirse, pero ¿eso me lo cuentas por qué?
— Porque si no salgo vivo, necesito que me hagas un favor.
— ¿Escucharte decir estupideces?
— ¿Te acuerdas del trato que hicimos aquel día, dónde comprobamos que nuestras almas también son negras como la noche?
— No podría olvidarla.
— Necesito que se lo digas y le hagas entender lo que hicimos.
— Luke, no puedo hacer eso, me va a matar mucho más ahora que...
— Él debe saber y sé que ese secreto es mío, pero si algo me llega a pasar necesito que se lo digas cuando creas que sea necesario.
— Demonios, quieres lanzar tu balsa hacia mí.
— Connor...
— Está bien, lo haré. Oye, trata de salir vivo y con ese desgraciado en la mano para yo poder hacer mi parte y evitamos traerle recuerdos innecesarios a un amigo.
— Lo intentaré. Tú cuídate, si damos este golpe se irán con todo hacia nosotros y no quiero perder a un amigo.
— Voy a encerrar a estos desgraciados, es una deuda y una promesa.
Cuelga y veo a Andrés en la puerta de mi oficina.
— ¿Ahora escuchas conversaciones ajenas?
— Venía a ver cómo estabas, y si querías ir a cenar con Danna y conmigo — levanto mis cejas y se ríe — no te va a acuchillar mientras come.
— Lo dudo, tu dulce Donna mostró ser bastante agria cuando quiere.
— Ella tampoco lo lleva bien, lo evita, se encierra en el trabajo y a veces habla como si aún estuviera viva.
— Es difícil hablar de ella en pasado, lo bueno es que te tiene a ti para apoyarla.
— Y tú también me tienes a mí, pero no quieres apoyarte en mí, ninguno de los dos, si soy sincero.
— No hay mucho de lo que puedas hacer, es algo que debo pasar solo.
Se ríe mientras me analiza y sé por qué lo hace.
— Se han volcado los papeles, y recuerdo que decías "no me importa ser un grano en tu perfecta cara si eso evitará que te destruyas en tu miseria".
— No entendía por lo que pasabas, ahora sí.
— Y salí, conocí a la mujer de mi vida y...
— Ella era la mujer de mi vida, mi mitad, no hay otra, no existe Andrés y prefiero morir antes de siquiera pensar en olvidarla.
— No te pido que la olvides, es imposible, sino que trates de ser el hombre del que ella se enamoró y vivas por los dos.
— Eso será difícil — sobre todo porque no quiero vivir.
— Pero no imposible, vamos a cenar.
— Bien, pero si Donna me quiere asesinar la detienes porque aún no termino mi trabajo.
— Ya escuché, Luke está a punto de atraparlo ¿Estarás más tranquilo si acabas con esa alimaña?
— Me dará paz encerrar a una parte de la basura que tiene este mundo por esas chicas que han vivido un infierno por culpa de ellos.
— ¿Y por lo que te hicieron y a Frida? No me has dicho que te hicieron excepto lo que es evidente en tu piel.
— Es mejor no hablar de eso, de nada sirve, y aunque Frida sea una basura más en este mundo, no merecía lo que le hicieron y yo... Tal vez, era el inicio de pagar le al mundo lo que le debía.
— ¿Aún sigues pensando que el destino se cobró lo que le debías con Charlotte? — lo miro sin entender esa pregunta — hace unos días lo mencionaste bajo efectos etílicos.
— Quiero dejarla descansar, Andrés, pero cuando doy un paso siento que la traicionó y me duele más.
— Se llama depresión, eso está bien, ya estás cerca del último paso del duelo.
Maneja hasta su nuevo departamento de casado porque ninguno pudo ponerse de acuerdo en cuál vivir.
— No sabía que ya te habían entregado el departamento.
— Hace dos días, pero no es que lo estemos usando mucho, todavía nos estamos mudando y organizando las cosas.
— ¿La Donnita ya está feliz con el cambio o sigue pensando que su departamento es mejor?
— Ama su departamento, pero yo haré que ame más este, si es que me deja — lo dice con pena.
— ¿Ya hay problemas en el matrimonio? Hombre, han pasado dos meses apenas.
— No es eso, es que... Siento que me oculta algo y su jefe me la acapara más de la cuenta.
— ¿Armando está en el país?
— No que yo sepa, las pocas veces que me ha dicho que se reunirá con él es en su casa o en las reuniones generales.
— Eso no tiene nada de malo, Armando y Charlotte no eran jefes comunes, y me imagino que ahora con su nuevo cargo tiene más presión.
— Lo sé, y la apoyo, pero la idea de que pase más tiempo en el trabajo en vez de disfrutar nuestro matrimonio no me gusta.
— ¿Es eso o que esté cerca de Albert? — pone sus ojos blancos
— Está pegada las veinticuatro horas del día a su exnovio, por supuesto que me preocupo y no es porque no confíe en sus sentimientos por mí, sino que ese idiota aún no entiende que está casada. Ya vamos.
Al abrir la puerta me encuentro un cuadro de arte extraño.
— No podías dejar tu extraño arte sin sentido en tu otro departamento.
— Tú no conoces del buen gusto, así que no tienes autorizado a opinar sobre la decoración.
— Eso es horrible.
— En eso estoy de acuerdo, pero no lo quiere botar a la basura y lo puso en la entrada para que lo viera, apenas entrara en casa — menciona Donna sentada en la isla de su cocina y sus saludos es una media sonrisa.
— Yo quise que lo botara durante meses cuando entraba a su despacho, pero, no quiso, según él, mostraba una frustración que le daba paz para entender al artista — sonríe.
— Y aún estoy en eso, aunque me haya casado con ella. — lo observo y me guiña un ojo antes de dirigir mi mirada a Donna.
— ¿Tú hiciste esa cosa horrible?
— Respeta — Andrés, me golpea en la cabeza mientras se acerca a su amada para darle un beso.
— En mi defensa trataba de hacer un dibujo para un cliente que me pidió Charlotte, pero no me gustaba, me frustré e hice ese desastre para luego botarlo a la basura, pero ella no me dejó y al parecer lo olvido en el lobby del edificio.
— Y llegó a mis manos, como si fuera el destino — termina de decir Andrés.
— Y a la oficina para traumar mi vista — los tres reímos — no es que odie tu arte, me encanta como dibujas y las cosas que haces, pero, eso es horrible.
— Es porque eso no tiene fin de lucro, iba a la basura.
— Puedes quemarlo accidentalmente, yo lo intenté, pero se dio cuenta y me costó tres reuniones en un museo — recordarlo me dio grima.
— Te lo merecías, ven, te voy a dar un tour por la casa — tampoco es que fuera extensa.
Tenía una sala que comunicaba con la cocina y la terraza, tres habitaciones bastante extensas y dos baños.
— Vaya, sí que es lindo y con una buena vista.
— Es lo que más nos gustó para comprarlo.
Seguí mi recorrido mientras él ayudaba a Donna a servir la mesa, pase por un despacho con cajas, luego por un pasillo donde me tope con varias fotos de ambos, con sus familias, cuando eran niños, en su universidad.
De repente vi una foto de Donna, Andreina y mi estrella, tenía su cabello largo que le llegaba a sus pechos con trenzas, un suéter en V azul, sus ojos expuestos con un brillo de inocencia y una sonrisa única, era un sol.
— Sí que eras hermosa, pareciera que no había nada que te perturbara.
— Estábamos esperando a Andreina mientras presentaba su examen final para pasar al tercer semestre, quería apoyo moral y Charlotte era Charlotte, así que presentó su examen corriendo y salió a buscarme para ir a darle apoyo a Andreina.— me comenta con media sonrisa.
— Se ve tan distinta aquí.
— Lo era, siempre era optimista y noble, aunque poco sonreía.
Subo una de mis cejas sin creerle y no porque no lo fuera, sé que mi estrella tenía su parte dócil, pero nunca la mostró a nadie.
— Ella brillaba por sí sola, aunque nunca lo notaba, era muy divertida, aunque introvertida y saludaba a casi todos en la universidad, aunque no trataba a muchos en su mayoría.
— Me hubiera encantado conocer a esa Charlotte, siento que también me enamoraría de esa versión, me hizo ver muy poco esa parte de ella.
— Aunque no lo creas, siempre fue insegura, dudaba mucho de sus capacidades, pero siempre alimentaba a los demás hasta el último año de la universidad, que ya empezaba a asomarse a la Charlotte que conociste.
— Él la arruinó, desearía que nunca la hubiera conocido.
— Todos deseamos eso, incluso ella. Siempre negó que tuviera algo con él, si te soy sincera, le creía porque era odiosa y pedante con él en su gracia, describía muy bien sus defectos a la perfección; fue nuestro error no decirle lo que veíamos y callarnos pensando que no era de importancia cuando sabíamos que él estaba detrás de ella.
— No podemos cambiar el pasado, ahora está con sus padres y está feliz — vuelvo a poner el retrato en su lugar — Andrés dice que estás con mucho trabajo — regreso mi atención a Donna.
— Bastante, cuando los jefes no están Fly y yo nos encargamos de todo y no es fácil, ahora los entiendo. Era más fácil, cuando Armando se iba y era Char la que mandaba o viceversa.
— ¿Y Soraya está ayudando?
— Sí, es buena en el marketing, a veces creo que se presiona mucho porque tiene una antecesora muy fuerte.
— Era la Queen, Fly no debe sentirse bien con eso.
— Nadie va a ocupar su lugar, Fly, Albert, Arya lo dejan bien claro.
— Leales a la reina aun cuando no la querían.
— Era estricta, implacable, exigente, pero era quien ponía el carácter, a veces hace falta, Fly se siente agotado con tanta presión. — reímos.
— Debe embriagarse con el Anti-Queen — recuerdo la bebida alcohólica que me ofrecieron como café, para bajar mi estrés por querer matar a su reina, mi estrella.
— Creo que dejaron de hacerlo, sin la reina no hay Anti-Queen, y lo extrañamos, como a ella.
— ¡¿Vienen a cenar?! — grita Andrés cuando ya pone el último plato en la mesa.
— El departamento está muy bonito, claro que aún le falta mucho, pero para dos días que se lo dieron llevan avances.
— Gracias, hermano. Esperamos que a final del mes ya estemos instalados.— nos sentamos en la mesa.
— ¿Y cómo van tus casos? — interrumpe Donna — ¿Ya atrapaste a todos los malos?— esa pregunta otra vez.
¿Andreina y ella se pondrán de acuerdo para preguntarme lo mismo?
— Aún no, pero lo haré, falta poco.
— ¿Y no tienes chicas aprovechándose de ti como tú ex? — dice con sarcasmos y recuerdo la pelea que tuviste en Cartagena cuando ya sabía lo de Charlotte y yo lo ignoraba.
— Frida está pagando su condena y no hay ninguna mujer aprovechándose de mí, yo pertenezco a una dama, y no hay nadie que ocupe su lugar.
No dice nada, pero me ofrece una media sonrisa.
— Charlotte, es bastante celosa.
— Lo es, es capaz de levantarse de... — hago silencio porque aún no me atrevo a decir nada a su muerte — Solo para pelear conmigo si me atrevo a ver a otra mujer.
— Es cierto, eso es bueno recordarlo, tal vez sí... — se queda callada, atrapada en sus recuerdos.
— Bueno, no hablemos de cosas tristes. Vamos a celebrar que estamos en nuestro nuevo departamento y Connor es nuestro primer invitado.
— Gracias por el honor.
Brindamos e iniciamos la cena, hace mucho que no la pasaba tan bien, Donna mencionaba algunas veces anécdotas de ella y Charlotte, y es cierto; hablaba de ella como si aún estuviera viva y eso me gustaba, alguien podía entenderme.