―¿Me amas? ― le preguntó Matilde mientras Leo la cubría con la sábana de su cama. ―Con mi vida… ― le dijo tierno ― no tienes idea cuánto ― y la beso de nuevo en los labios. Matilde y Leo yacían desnudos sobre la cama, abrazados, besándose, sintiendo como el tiempo de detenía y la lluvia caía sin cesar fuera de ese pequeño cuarto en medio del bosque. Ella tomó el dije que Leo traía sobre su cuello y lo besó tierna. ―¿Hasta cuándo tendremos que vernos así? ― le preguntó. ―No lo sé, mi amor ― contestó el melancólico. Y Era verdad, Leo no sabía por cuánto tiempo iban a tener que hacer este. El día que se casó con Matilde no le vino a la mente el después, si no el ahora, por lo que no sabía que seguiría para los dos enamorados que noche tras noche se ponía en peligro de que alguien lo