MI DIARIO — 15 DE JULIO DE 2004
Amaneció temprano para mí, motivado por la emoción de volver a ver a Gaia.
Armándome de paciencia y arreglándome debidamente me duché, me afeité y me vestí con la mejor camisa que tenía en la mochila. Aún estaba un poco arrugada, así que me la quité y busqué una plancha en la habitación. Tras encontrar esta la enchufé, pero tuve que esperar diez odiosos minutos para que se calentara. Finalmente, utilicé con impaciencia la plancha tibia sobre la camisa y me las arreglé para eliminar las peores arrugas.
“Tendrá que funcionar,” me dije mientras sostenía la camisa con el brazo extendido.
Casa Albertina ofrece una excelente prima colazione, la primera comida del día, y no se basa únicamente en la costumbre europea del café y los bollos. Había varios tipos de
