Después de que Amaru llegara y se recostara en su cama, fui hasta el despacho y ahí me encerré. Mordí la uña, pasé una y otra vez la mano por mi rostro, apreté la cabeza que se encontraba inclinada y suspiré profundo. Negado a seguir resistiéndome abrí la laptop, busqué su red social con la esperanza de que, sus publicaciones fueran de desilusión, sin embargo, eran pura felicidad. Crys era muy feliz con su esposo.
Sonreí amargamente con cada estado, videos y fotografías en su perfil. En todas derrochaban amor. Se amaban, ellos se amaban con el alma. Me preguntaba si algún día Crys habría llegado amarme de la forma que amaba a Adiel. Creo que no, él era el amor de su vida, y ella el suyo, incluso el mío.
Cerré la computadora y me levanté, centré la mirada hacia el exterior, observé el atardecer con tristeza. No sé por qué lo hacía, si siempre sucedía lo mismo. Cada vez que revisaba sus redes terminaba así, triste y desdichado, imaginando lo que pudo y no se logró hacer. Todo por culpa de mi padre y su maldita Obsesión de casarme con la hija de su socio, Amaru.
Pensar en ella me llenaba de enojo, porque Amaru no se casó bajo amenazas, ella se casó porque sus hermanos y madrasta la habían echado a la calle. Al estar sola y desprotegida no le quedó de otra que casarse y así obtener la herencia que su padre y el mío construyeron para nosotros. Estaba atada a mi por dinero, mientras yo, yo estaba atado para proteger a la vida de Crys y la de mi madre. Si no fuera por ellas dos, hace rato hubiera abandonado toda esta mierda.
Volví al escritorio, saqué un sobre, tendí el papel sobre la madera y regué el polvo sobre este, una vez listo inhalé profundo hasta sentirlo llegar a mis pulmones. Cerré los ojos, dejé la cabeza caer en el espaldar del asiento. La imagen de Crys fue lo que se apareció en mi mente. ¡Joder!, ¿maldita sea!, ¿cuándo sería el día que podía apartarla de mi cabeza?, ¿en qué momento me olvidaría de ella y continuaría con mi vida? Habían pasado dos miserables años y no había podido recuperar mi vida. Perder a Crys me cambió, y no para bien, si no para mal. Y lo sabía, sabía lo mal que estaba haciendo con mi vida, sin embargo, continuaba en ello, es que solo así podía olvidarme de esta situación y sumergirme en la imaginación dónde ella y yo estábamos juntos y felices.
Lleno de energía fui hasta la sala de boxeo, acomodé los guantes y empecé a golpear el saco de boxeo, el cual me parecía era Adiel, y así podía descargar todo el odio que reprimía en mi interior hacia ese profesor, que me robó el amor de Crys.
Cuando llegó las siete, la empleada tocó la puerta. Le había pedido que me llamara cuando fuera la hora de la cena de Amaru —Joven, la señorita Amaru suele cenar a esta hora.
—¿Ya despertó? —, negó. Retiré el guante, pasé los dedos por la frente retirando el sudor, agarré una botella de agua y la bebí, tras hacer eso, dije —Déjela dormir unas horas más, cuando despierte cenamos—, dicho eso se marchó.
Estuve ahí un buen rato, luego subí a la habitación, me di un baño y me recosté a ver una película. Se hicieron las nueve de la noche, y Amaru no despertó. Imaginé que no durmió la noche anterior por eso estaba exhausta.
Cómo cada noche cené solo. Por primera vez, desde que nos casamos pensaba compartir una cena con ella, para continuar con el tema pendiente que dejamos. Me preocupaba que lo tomara a la ligera o de broma, necesitaba que comprendiera que Jeyko no era una buena persona.
Después de la cena subí a la habitación, me recosté e inmediatamente me quedé dormido. Desperté con la alarma, estiré mi cuerpo, fui al baño, me di una ducha, hice todo lo que hacía cada mañana. Una vez listo bajé. Al llegar a el comedor, me encontré a Amaru.
Al verme bajó la mirada, una vez que me senté, ella se levantó —¿Por qué te vas? —, bebió del vaso, limpió sus labios y dijo.
—Estoy invadiendo tu hora y espacio.
—No lo haces—, comenté al sentarme —Quédate, tenemos que hablar.
—¿Hablar? —, forzó una sonrisa —¿De qué? Que yo sepa entre tú y yo no hay temas pendientes.
—Si que los hay—, le indiqué la silla —, se sentó —¿Y cuáles son esos temas? —, esperé que acomodaran mi comida, y pregunté.
—¿Le diste la dirección a Jeyko de esta casa?
Enarcó una ceja, rodó los ojos y mordió de la tostada —¿Por quién me tomas? ¿Crees que voy por ahí dando la dirección a cualquiera que conozco?
—Entonces, porque ese idiota se apareció en la entrada de la urbanización y dijo venir a esta casa.
Dándole cero importancia, se alzó de hombros —No se cómo la haya conseguido, pero lo que si te digo es que yo no sé la di.
No sabía si creer o dudar de ella, porque en verdad no la conocía absolutamente nada —Bueno Amaru. Debes saber que nadie que sea parte del ejército debe saber de esta dirección. Ve si le inventas otra dirección a tu amigo… aunque si lo piensas bien, no deberías ni relacionarte con ese tipo de persona…
Se quedó mirándome, y cambió el tema de la conversación.
—Tienes una amante…
Antes que dijera algo más, intervine —No quiero hablar de ese tema.
—Pues yo sí, yo necesito dejar muchas cosas claras en esta relación…
—Está no es una relación, Amaru… Esto simplemente es un capricho de nuestros padres. Ambos estamos aquí porque ellos así lo decidieron.
NOTA.
Informo que esta historia no se actualizará hasta el mes de septiembre.