La Vida Perfecta.
Matteo.
—¿Por qué no me has hablado de tus tíos? —Pregunté cogiendo el teléfono que me tendía Pedro.
—No estoy acostumbrada a este tono Matteo… —La señora Russo se calló y supe que estaba en un lugar donde no podía hablar conmigo. Pero su desaprobación era evidente en su voz. Esto me hizo reír.
—¡Oh… me disculpo! ¡Pero tal vez te acostumbres, carajo…! —Siseé y estuve a punto de lanzar este teléfono y el silencio al otro lado lo empeoraba.
—Matteo… —Su voz fue baja esta vez antes de empezar—…. Todo el mundo sabe de mi familia… cuando aceptaste mi propuesta pensé que estabas bien con esto… piénsalo de nuevo… nunca te ataré con ninguna responsabilidad marital y estaría mejor con mi amante… querer este trato o no… está en ti… dime lo que decidas…
—Te lo diré en una semana… ¿Peter? —Peter se acercó a quitarme el teléfono de la mano y se adelantó para decirle algo a la señora Russo que no me importó.
—¿Qué vas a hacer? —Oí que Peter me preguntaba después de unos minutos.
—Lo que cualquier persona haría… Sus dos tíos tendrán un accidente y contrataremos a la persona que sus hijos contratarían para manejar su herencia… Nada va a dejar a la Sra. Russo fuera de mis manos… pero… tendremos que esperar hasta que su abuelo muera… ¿Ok?
—Por supuesto, seguiré de cerca el caso —contestó Peter haciéndome levantar una ceja.
—No hay mucho que investigar. ¿Qué pasó con ese bloguero? —pregunté.
—Tendrá un accidente por la mañana —Dejé escapar un suspiro de alivio.
—Asegúrate de que sepamos a quién va a contratar mi padre la próxima vez… estos activistas del clima son un golpe en las bolas —Maldije antes de tomar lo último que quedaba de mi bebida—. ¿Y el proyecto? —volví a preguntar sirviéndome otro vaso.
—He encontrado un abogado. Además, este abogado en particular es muy importante para nosotros —Entrecerré los ojos ante esto y Peter comenzó a explicar—. Su cónyuge es la hermana de la señora Hashimi. Es muy cercano a ellos… —Sonreí recordando lo importante que era esta familia para mi proyecto.
—Vaya… asegúrate de que nos reunamos en los mejores momentos. Sabes que no podemos comprometer nuestra imagen con ellos… ¿Sabes lo importante que es este proyecto? —Pregunté aun sabiendo que él ya lo tenía más que claro.
—Cinco años de funcionamiento de este proyecto serán como casarse con tres, Sra. Russo… —Esto hizo que mi corazón se hinchara de total satisfacción cuando dijo esas palabras.
Aunque mi tierra tenía una ribera, esta familia en particular es dueña de las tierras adyacentes a la mía. Cualquier tipo de asociación con ellos podría beneficiarme mucho, ya que tenían una conexión muy fuerte en la región, dado que también eran de la realeza. Pero el único problema era la Sra. Hashimi, de quien se decía que era una fuerte defensora del clima. Y, no quería hacer una aparición delante de la familia hasta tener una imagen conocida que sabía que estaba muy distorsionada, debido a mi proyecto que era la tala de árboles para construir edificios.
—Y, imagínate que este proyecto funcione para siempre… hasta que me muera… —dije y supe que le estaba dejando ver mi sonrisa más espeluznante, pero a los dos nos dio igual cuando dos mujeres entraron en nuestro espacio en la suite.
—Me pondré en ello —dijo Peter antes de salir cuando le llamé.
—¿Para quién crees que he pedido dos?
—Yo… tengo una esposa… —me reí mirando su cara.
—Peter serás el único hombre al que le ofreceré mi hombro, el día que ella te deje… y estos ángeles sin alas por supuesto —solo sonrió como diciéndome que no pasaría, pero yo sabía, sabía que pasaría hasta cuando yo le ofreciera un enorme sueldo y le ofreciera collares Tiffany cada mes.
Me desperté gimiendo y me estiré antes de notar a dos mujeres en mi cama. Salí viendo que eran las seis de la mañana. Echaba de menos mi casa porque esto de los hoteles… nunca estuve acostumbrado a ellos. Solo quería que todas mis cosas estuvieran en sus lugares habituales. Salí de la habitación y pasé por la zona de estar para llegar a la cocina. Cogí una botella de agua de la nevera y miré de qué marca era antes de sacar mi móvil más privado. Tenía el número de mi padre y de otras familias influyentes a las que me gustaría atender yo mismo, junto con cuatro personas que no eran amigos, sino más bien personas que se habían convertido en socios en diferentes cosas que me gustaba hacer y algunas agencias, en las que confío para pedir strippers.
Nunca recibo ninguna notificación de ninguno de ellos, excepto de mi padre y eso desde hace siete años. De todas las personas que tienen mi número, espero sus llamadas siempre que las necesite. Y, en cierto modo, sé de qué tratarán. Las cosas eran predecibles y tener el curso de mi vida en la mano era algo a lo que estoy acostumbrado.
No me sorprendió que no tuviera nada más que tres llamadas perdidas de mi padre y algunos mensajes de texto:
¿Por qué te quedas en el hotel? ¿Te ha gustado?
Bueno… las cosas no fueron bien con ella, no ha aceptado. Pero pronto encontraré a alguien.
Ya es hora de que te cases con alguien normal.
¿Puedes ser un poco más específico sobre los atributos físicos que te gustan en una mujer?
Bueno, me gustan las mujeres como Julie y pensé que a ti también te gustaría. De tal palo tal astilla. ¿No es así?
Sé que todavía piensas que te vas a casar con la Sra. Russo, pero no va a suceder.
Parece que ya estás ocupado… pero tengo otras tres pretendientes para ti… aunque Julie era mi favorita. Realmente quiero que te cases con una mujer de verdad.
Me quedé mirando esos textos y apenas pude contener la risa. Me pregunto si estaba drogado. No sé si en algún lugar del mundo un joven de veintinueve años iba a casarse por culpa de su padre, pero en realidad yo no era el elegido. No llegué aquí para casarme con alguien de familia media solo porque esa chica es buena para hacer donaciones con el dinero de su padre. No. He llegado aquí para casarme con alguien que, efectivamente, es más poderoso que yo o tiene más conexiones que yo. Casarse con alguien era una inversión de por vida y no hay que olvidar cuánta gente estaba esperando para ver lo bueno que era en este aspecto de mi vida también.
Volví a Italia el mismo día. Los Estados Unidos no eran realmente mi lugar. La muerte del bloguero pasó sin pena ni gloria. Era famoso, pero hoy en día la gente se olvida de gente como él de un plumazo.
El proyecto comenzó en tres días. Tuve que sobornar a las autoridades, y las cosas fueron muy bien hasta el día en que recibí una llamada de Peter cuando asistía a uno de mis actos benéficos escenificados, y dos ministros del gabinete se unieron con sus donaciones reales… donaciones con las que iba a decidir qué hacer.
—Hola, Peter… tiene que ser importante —susurré mientras le dedicaba una sonrisa a la anciana que pasaba a mi lado mientras un chico de diecisiete años no paraba de hablarme de lo mucho que le gustaba. Solo que si no era el sobrino de uno de los ministros le iba a golpear la cabeza con una piedra desde ya.
—Tu padre tiene gente encima.…—mencionó Peter.
—No tiene doce años. ¿Puede tener gente en casa…? —Pregunté.
—La familia Al-Hashimi está allí… se están quedando…
—Asegúrate de que mi avión esté listo, volaremos esta noche… —Siseé mientras pensaba por qué demonios mi padre no me dijo que tenía conexiones con esa familia, y más que nada por qué no lo sabía. Para ser sincera, odiaba los vuelos. Y, estos vuelos de última hora nunca tenían una buena intención.
—Una cosa es segura. Mi padre tiene muchas conexiones. En su funeral, prestaré mucha atención —Parloteé con la boca perdida en algún cuello que ya no sabía de quién era. Estaba muy enfadado con mi padre. Había jurado no ayudarme nunca, pasara lo que pasara. Pero esta vez tomaría el control asistiendo personalmente, porque Dios sabe cuánto tiempo iba a permanecer allí. Dos chicas debían actuar como mis secretarias mientras que una sería la criada. Siempre tuve una manía con esto de las criadas. Tal vez fuera algo relacionado con su uniforme o la forma en que siempre estaban ahí para servirme.
La forma en que comprábamos más barcos para nuestra empresa era lo último que rondaba en mi cabeza cuando me rendí por el exceso de alcohol en mi organismo.
Me desperté en un dormitorio que no me resultaba muy familiar. Era muy raro que me despertara en la mansión de mi padre en los Estados Unidos, a pesar de que él siempre fue de aquí, y está siempre estuvo destinada a ser mi habitación. Solo me acerqué a la señora Lucca porque mi padre y mi abuelo querían que aprendiera el negocio de su familia. Pero el lugar al que llamé hogar es el que tengo en Italia desde los catorce años. Era el lugar que compraba y arreglaba a mi antojo.
Me metí bajo la ducha con mi esclava favorita, Sasha. La forma en que debía mantener la calma durante todo el día era lo único que rondaba en mi cabeza. Con la espalda de esta familia, iba a asegurar mi proyecto Riverland sin ningún problema.
—Seré el dueño del mejor centro comercial del mundo —susurré contra su boca mientras ella se afanaba en abrocharme los botones de la camisa antes de ponerse la corbata. La estreché entre mis brazos y cerré los ojos sintiendo esa figura—. Tienes mucha suerte de estar aquí conmigo. ¿No es así?
—Por supuesto, señor —respondió ella mientras yo rozaba mi mano desde su trasero hasta la parte baja de su espalda.
—Te quedarás aquí en el armario esperándome. ¿Verdad? —Le pregunté mientras ella me devolvía la sonrisa.
—Lo haré —susurró con una sonrisa y no pude evitar tomar su boca.
—Buena chica —le sujeté las dos mejillas antes de volver a darle un picotazo en la boca. Salí de la habitación con mi traje n***o y mis gafas puestas. Fue como dejar mi juguete preferido en casa para tener algo a lo que volver.
Había otras personas que llegaban a la mansión sin que yo supiera de qué iba todo esto.
—Oye, Peter… ¿Qué está pasando exactamente? —Pregunté y esperé una respuesta mientras todo lo que obtuve fue:
—No lo sé… no sé de qué va esta fiesta. Nadie en la mansión lo sabe. Solo se le pide al personal que se prepare, ya que asiste gente importante —Eso me amargó la boca. Pero sabía que mi padre era consciente de que vendría a hacer de su niño bueno en el momento en que me enterara de cualquier evento de este tipo.
Salí al comedor y me di cuenta de que mi padre y casi nueve personas más estaban sentadas, mientras que las dos sillas a la izquierda de mi padre estaban vacías. Esgrimí la mayor sonrisa de bienvenida que pude para dirigirme al hombre que estaba sentado a la derecha de mi padre, el señor Hashimi, el que será el futuro rey. También saludé a la señora Hashimi, que, al contrario de lo que había oído, me recibió calurosamente.
—¿Maryam? —Dijo la señora Hashimi haciéndome mirar a mis pies para notar a una niña muy pequeña que supongo era su hija, mirándome fijamente a los ojos antes de parlotear.
—Esto es para ti —dijo extendiendo una rosa blanca.
—Muchas gracias… —respondí cogiéndola y ella sonrió mirando a su padre, cuando noté que alguien entraba en el comedor.
Solo tardé unos segundos en recordar quién era. Pero me pregunté qué hacía aquí con un vestido rojo por los hombros. Su pelo rizado estaba trenzado lateralmente de forma impecable. Esta vez pude observar su figura. Era bastante buena como se espera de cualquier otra chica de su edad… pero el vestido que delineaba su cuerpo la hacía parecer bastante sabrosa. Miré brevemente a la gente sentada en la zona pensando si había algún familiar de Cole, pero no había ninguno. Conocía a todos los presentes.
—Su novia es muy bonita… —Oí decir al señor Hashimi y miré a mi padre antes de bajar a la niña. Ese era un juego tan barato al que mi padre estaba jugando, pero poco sabía él que no había juego que yo no pudiera asaltar. Caminé hacia la mujer que también puso sus ojos en mí cuando me acercaba a ella. No podía dejar de mirar a mi padre ni a las otras personas de la sala cuando me acerqué a ella.
—Sígueme… —susurré antes de tomar su mano y guiarla al asiento junto a mi padre.
Parecía incómoda. Era evidente que su familia también la obligaba a hacerlo.
—¿Dónde está tu familia? —pregunté en voz baja y ella me miró como si estuviera muy equivocado al hacer esta pregunta.
—Estás muy guapa —encontré la mano de mi padre en la de Julie y me giré para mirar a todos los demás en la mesa, para encontrar unos ojos soñadores en la mujer sentada a mi lado.
Recién ahora me di cuenta del arreglo en la mesa. Casi se me tuerce la boca, pero le dirigí una sonrisa a la niña Maryam, sentada frente a mí, antes de mirar a mi padre, que chocaba el vaso con una cuchara.
—¿Puedo tener su atención, por favor? Estoy en deuda con todos ustedes por venir a esta reunión para presenciar el compromiso de mi hijo. Él… siempre está ocupado y estoy muy orgulloso de tener un hijo como él. Pero ya es hora de que tenga a alguien a su lado que no solo lo complemente, sino que también esté a su lado cuando yo no esté. A ti, hijo mío… te deseo solo calma, paz y alegría —Mi padre levantó su copa con otras personas que le seguían y juro que me costó todo lo que había en mí, para no voltear la mesa cuando le di las gracias.
Sentados en esa mesa, intercambiamos los anillos… frente a la familia Al-Hashimi y las otras dos familias, una de las cuales era el hermano de la señora Lucca. Y, me fijé en el director general de la compañía petrolera que tiene mi padre. La misma empresa que se suponía que iba a ser mi favorita cuando me la heredara después de su muerte. Noté una mirada fija hacia mí, y me volví a mirar a mi lado para notar la lujuria en los ojos de esa mujer que ahora se supone que era mi prometida.
No lo estás entendiendo, amor. Prefiero matarte a ti o a mí mismo antes de dejar que la oportunidad de casarme con la señorita Russo, se me escape de las manos.
Mis ojos miraron fijamente su boca durante unos segundos, pero mi cerebro estaba lo suficientemente entrenado como para sacarme de ella ileso. Le dediqué una sonrisa antes de ocuparme de la conversación de Maryam que no podía entender. La señora Hashimi se disculpó por tener una opinión sesgada sobre mi línea de negocio.
Al parecer, mi padre patrocinaba algunos centros de atención a la infancia y le dijo a la familia real que yo era quien apoyaba esas instalaciones, y también cuidaba de las tierras abandonadas gastando en la investigación para limpiar el océano. ¡Mierda!
Yo por mi parte estaba dispuesto a investigar cuanto se gastaba en esas cosas y reducir todos los suministros a la mitad por lo menos.
—Tienes mucha suerte Julie. Espero que mi marido pueda ser la mitad de sensible con las cosas que le importan a Matt —La señora Hashimi intentó entablar una conversación con Julie y yo también esperé su respuesta.
—Sí… es increíble —Contestó haciendo que me atragantara, pero traté de contenerlo.
—No lo malinterpretes. Pero los chicos que parecen tímidos y frikis son muy buenos en la cama —Comentó la hermana de la Sra. Hashimi y traté de actuar como si no la hubiera oído mientras oía los intereses del Sr. Hashimi en nuestro proyecto. Le di una mirada a Julie que también me estaba mirando.
Que te den por culo. Le dediqué a mi prometida una humilde sonrisa de respeto.
No tenía mucho tiempo… porque iba a matarla. Así que supongo que se merecía esto. En este momento, no me importaba su familia. Solo sabía una cosa. Ella no era importante, sino la Sra. Russo y tenía que irse. No importaba cómo… Y, por supuesto, con esto le diría a mi padre de una vez por todas que no puede joderme la vida nunca.
La reunión finalmente llegó a su fin. Llevaron a la familia de Al-Hashimi a su habitación porque Maryam se estaba poniendo nerviosa. Los demás empezaron a irse pronto. Me acerqué a la señora Cole para preguntarle por su familia una vez más cuando mi padre intervino y se la llevó a la esquina.
El señor Webber, el director general de la empresa de refinería de petróleo, vino a saludarme y solo pude dedicar una o dos miradas a aquella chica antes de que desapareciera y encontrara a mi padre solo. Por una vez me dieron ganas de llegar a él y gritar, pero no. No significaba mucho ahora. Me mostró lo que quería hacer y ahora mirará lo que puedo hacer yo.
Me metí en mi habitación y tiré mis gafas rompiéndolas en el proceso, y me aflojé el nudo de la corbata. Me metí en la ducha y gruñí más fuerte pensando por qué mi padre siempre tiene que hacer lo peor. Desde luego, no quería dejarme vivir una vida tranquila. Una vida en la que tengo más éxito que él.
—¡Joder! —Le di un puñetazo a la pared con tanta fuerza que mi mente se adormeció de dolor.
Salí de la ducha sin toalla y con la mano izquierda temblando de dolor y rabia. La ira era evidente en mi respiración. Quise desinfectarla, pero lo que encontré en el armario fue una mujer desnuda de rodillas.
—¡Sal de aquí! —Gruñí tan fuerte que la mujer no tardó ni un segundo en salir corriendo mientras yo me quedaba mirando la pared pensando ahora qué.
Peter… sí… Peter… debería llamarle para saber quién es esta señorita Cole. Solo después de eso, podríamos decidir la forma de sacarla de mi vida.
Me estremecí mirando mi mano que ahora no podía moverse. Parece que me he roto un hueso o algo así, pero antes de que pudiera mirarla recibí una llamada de Peter.
—¿Hola?… Averigua quién es esa señora Cole… y no me llames ahora. Hablemos por la mañana —advertí sin estar de humor ahora mismo para entrar en materia.
—La señora Russo ha anunciado su compromiso con un magnate africano… Una sonrisa apareció en mi boca. Sabía que también era obra de mi padre. Corté la llamada y tragué saliva con fuerza mirando el móvil.
—Haré que se arrepienta de su decisión, señora Russo. Haré que se arrepienta —Susurré mirando el artículo que Peter me había enviado.
Miré el anillo en mi dedo sabiendo que no significa nada.
—Absolutamente nada —estaba a punto de quitármelo cuando oí sonar mi móvil y tuve que cogerlo al ver que era de Peter.
—La Sra. Cole es la criada personal de tu padre… su cuidadora —Dijo haciendo que todo en mí se adormeciera. Miré mi anillo dándome cuenta de que había dejado que una criada me tocara. Pero ahora las cosas se estaban aclarando. No era mi padre el que se drogaba. Fue esta criada la que atrapó a mi padre haciéndole creer que podía ser una jodida parte de la familia. Darme cuenta de que una maquinación así me costó la Sra. Russo, era lo suficientemente espantoso.
Incluso el mero hecho de pensar que había perdido a la mujer más perfecta, era suficiente para perder la cabeza. Miré a mi armario y nunca me había sentido tan mal. Nunca había perdido tanto. Pero ahora no era el juego del destino. Alguien tiró con ella. Y, yo… estaba seguro de que iba a hacerla pagar. Esa maldita criada tenía que pagar esta deuda. Sonreí sabiendo que tenía planes para ella. Ella quería ser mi esposa, ¿verdad? Entonces… Le mostraré mi vida perfecta.