Divorcio.
Julie.
Me volví para que él solo me tirara de la espalda mientras me guiaba hacia su m*****o. Me quedé quieta unos segundos y no tenía fuerzas en las piernas para ponerlas a trabajar. Me molestó cuando lo vi meterse de nuevo en mí sin tener en cuenta mi estado. Me sentí hinchada allí abajo y tener tanta circunferencia en mi parte muy sensible me dejó sin aliento. La única pizca de esperanza que estaba usando, era el hecho de que nunca escuché a nadie morir por tener sexo. No sabía cómo él no estaba cansado todavía.
Gemí cuando se metió aún más, sostuvo mi vientre para que me sentara y su parte salió en el proceso haciéndolo gruñir sosteniendo mi cuerpo hacia él.
—Vamos, móntame —Siseó asegurando mis piernas alrededor de su torso y me levanté un poco para hacer su entrada. Hice una mueca al subir mientras sus manos sobre mi espalda me sujetaban—. ¡Joder, es como abrirte por primera vez! ¡Joder! —gemí cuando lo encontré golpeándome más en esta posición mientras yo jadeaba más fuerte y por más tiempo.
Mis manos rodearon su cuello cuando encontré su boca mordiéndome. Estaba bien formado y era rudo… muy rudo.
—¡Mierda! —Dijo antes de detener sus movimientos y sentí que se perdía en mí—. ¡Vamos, enséñale a tu marido cómo saltas en las pollas! —Habló en mi oído haciéndome estrechar los ojos—. ¡Mueve tu maldito trasero, Julie! —Apretó esta vez haciéndome temblar. Parecía enojado y no tardé mucho en comenzar a moverme. Sentí su cuerpo tensarse. Y fue el momento en que me di cuenta de que él no se dio cuenta de que era virgen.
Un nudo se formó en mi garganta mientras me movía para mantenerlo adentro, y eso ya era mucho. En mi segundo intento, él estaba fuera de mí haciéndome suspirar de alivio, pero lloré más fuerte cuando volvió a meterse en mí y su acto fue seguido por una palmada en mi trasero, que me hizo moverme hacia arriba, pero su otra mano en mi hombro me guio nuevamente abajo. No sé cuánto tiempo duró el acto, pero me encuentro acercándome a él mientras seguía golpeando mi muy tierno trasero ahora.
Había dos cosas que sabía sobre la persona que era mi esposo. Primero, no tenía corazón, y segundo, no le importaba la condición de nadie. Él era un idiota. Mi corazón latía con tanta fuerza contra mi pecho preguntándome cuándo se saciaría, pero solo fue más fuerte mientras mi cerebro estaba convencido de que tenía que dejarlo y olvidarme de esta noche tan pronto como pudiera.
Podía sentir mis piernas sin vida, frías y duras. Y me sentí tan agotada. Esta vez, cuando se apartó, una sonrisa apareció en su rostro como si se estuviera burlando de mí.
—Dime… ¿Estabas pidiendo tener una conversación como adultos? —Preguntó haciéndome abrir los ojos.
Yo, que sabía que era mejor no iniciar ninguna conversación, me quedé en silencio sabiendo que no se podía hablar con él como una persona normal. Fue como si todo hubiera sido conmutado y no quedara nada que decir. Y sabía que no íbamos a vivir juntos. Pero ahora mismo, no tenía energía para decir eso también. Tenía los ojos cerrados y estaba tratando de normalizar mi respiración mientras ondas de dolor resonaban desde mi núcleo a todo mi ser. Parecían más como los espasmos que solía tener todos los meses.
—Pareces gastada… normalmente la mujer pide más. Puedes pedir más si quieres. Eres mi esposa, no me negaré —Dijo la última parte acercándose a mi boca.
—Yo… estoy cansada —le dije mirándolo a los ojos y encontré su cara enojada en un instante.
—Tal vez sea porque estás muy apretada… pero puedo trabajar en eso… ya sabes para que te aflojes —Su tono indiferente fue como una puñalada en mi corazón, pero volví encontrándolo acercándose—. Relájate… no es como si solo te tuviera a ti… puedes dormir aquí… después de todo, has trabajado muy inteligentemente para llegar aquí.
El hombre salió de la cama y me fui al baño. Miré mi vestido tirado al suelo con su ropa y agarré la manta con fuerza pensando en cada decisión que me traía aquí. El aire a mi alrededor todavía estaba muy denso. Casarme sin conocer a alguien fue la peor decisión que tomé. Y tratar de aprender algo sobre alguien en línea me había jodido… literalmente.
Me acosté de espaldas gimiendo con todo el entumecimiento y el trauma que mi esposo me regaló en mi primera noche con él. Me había preguntado sobre el sexo mucho tiempo, pero nunca me había imaginado que fuera tan agotador. Nunca me había imaginado que sería con un completo extraño que me aceptaría como suya. Pero, ¿qué quiso decir con que no solo me tiene a mí? Algo se revolvió en mi estómago mientras cerraba los ojos sintiendo su pegajoso recordatorio escapando de mi feminidad.
No lo pienses, Julie. A ti… no deberías preocuparte lo que es su vida. Simplemente dile por la mañana que no puede funcionar y que estás lista para cualquier decisión que tome, para dejarlo.
Y sobre el Sr. Lucca, no creo que se me pida que le explique mucho. Ya debe saber cómo está su hijo. Cerré los ojos y me di cuenta de que estaba fuera del baño, pero mi respiración era muy irregular. Sabía que, si lo notaba con atención, sabría que no estaba durmiendo. Tenía todos mis sentidos alertados. Podía sentirlo deambulando por la habitación y me puse tensa cuando lo sentí subirse a la cama.
Jadeé cuando sentí su pierna y su mano venir sobre mí. Pero pronto encontró su mano alrededor de mi cuello mientras sacudía mi cabeza para tener mi oreja en su boca.
—Duerme bien… este es tu primer día siendo mi esposa… y déjame decirte… —Sonaba como pura maldad y su cambio de aura me hizo temblar—, No quiero decepcionarme —Su mano se aflojó y vino a agarrar mi pecho y me estremecí cuando frotó el lugar que había martirizado dolor con su boca.
Mi garganta se sintió obstruida cuando sentí que su cuerpo se relajaba en mi espalda. Y supongo que estaba consciente de que me tocaba el trasero. Por supuesto, había imaginado y soñado estar en un par de brazos fuertes. Estos brazos eran más fuertes de lo que imaginaba, pero no me hacían sentir nada. No estaba en reposo ni en casa.
Estaba cansada después de solo unos minutos debajo de su pierna, pero no tenía intención de moverme para hacer que se moviera. A pesar de estar tan cansada, no podía dormir. Mis ojos se sentían pesados, pero los flashbacks de su rostro de él haciéndolo conmigo, no se disolvieron ni por un segundo. Cómo se sentía cada vez que me levantaba, no abandonaba mis pensamientos. Y, con esto, me pregunté cuántas veces usará esa tarjeta de mí recibiendo el dinero, para salirse con la suya.
¡Oh Dios!, desearía que perdiera su interés en mí. Sabía que era la primera esposa que estaba rezando algo así, pero… no tenía otra forma. Estoy segura de que a Rachael le queda mucho de ese millón y… el resto lo puedo administrar dirigiendo la tienda.
Sí, lo haré … Hablaré con él al respecto. Le pediré que me deje y me dé algo de tiempo para devolver ese dinero. Toda la noche me la pasé imaginando su rostro flotando sobre mí o las veces antes de mi boda cuando solía tener aleteos en mi estómago pensando en él.
No era nada que hubiera imaginado o creído. Pero lo que había sucedido no se podía deshacer. Técnicamente, me entregué a mi esposo y sabía que no debería sentirme contaminada, pero lo estaba pensando.
¿Por qué? Por qué no conseguí un marido, podía ver mi vida entera ahora, sin embargo, ese fue el precio que pagué por tener confianza en las personas.
Vi llegar la mañana cuando la luz comenzó a filtrarse a través de las pesadas cortinas de su habitación. No podía sentir la parte inferior de mi cuerpo porque no cambió de posición ni una vez.
Parpadeé cuando encontré algo empujándome en la espalda. Se movió y no más tarde de dos segundos, lo encontré levantando la cabeza haciéndome sentir su aliento en mis mejillas.
—Me gusta cómo no te moviste mientras dormías. Buenos días… —gemí cuando me quitó la pierna y lloriqueé cuando me volvió hacia él. Su voz era como el diablo en las historias de las que solía contarnos una monja muy joven, pero seguro que ahora me asustaba muchísimo.
Abrí mis ojos para ver sus ojos grises. Parecía emocionado.
—Verás, es la primera vez que no me despierto porque alguna perra no sabe dormir como un humano. Creo que me acompañarás mucho aquí —No sé si fue un cumplido o un truco para ponerme celosa porque me pregunto si se habría acostado con alguna mujer además de mí. Primero, con su actitud no podría conquistar a ninguna mujer. En segundo lugar, ni siquiera podía darse cuenta de que era virgen. La cadena de pensamientos se rompió cuando comenzó a vagar con sus manos sobre mi cuerpo.
Hice una mueca al sentir su m*****o muy erguido e impaciente. Su mano comenzó a vagar por mi trasero. Sabía que mi cara estaba revelando lo molesta que estaba por él.
—Joder… estaba soñando con este coño apretado —Lo miré con incredulidad cuando comenzó a separar mis piernas y descubrí que su boca se acercaba. Nuestros cuerpos aún estaban bajo su gruesa manta y gemí cuando vino a montarme. Besó mi boca ignorando mi desgana e incomodidad, pero giré mi rostro interrumpiendo sus avances.
—Yo… yo quiero el divorcio —susurré finalmente negándome a mirarlo a los ojos.
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