El plan
Matteo.
Gemí y sentí el dulce calor contra mi cuerpo antes de dejar que mi mano rozara la suavidad de mis brazos. Por un momento quise sacarla de mi cama, pero la forma en que su cuerpo temblaba inundó mi mente con los recuerdos de la última noche… haciéndome recordar ese dulce agujero que era el cielo. Casi no era real. Abrí los ojos y miré hacia abajo antes de levantar la cabeza hacia ella.
—Me gusta en cómo no te moviste mientras dormías. Buenos días —no podía esperar a que ella me sirviera de todas las formas posibles. Quería que estuviera de rodillas esperando que hiciera lo que quisiera. Quería jugar con ella. Ella me había hecho olvidar a mi esclava con la que no había terminado en los últimos tres meses.
La miré a los ojos antes de sostener su hombro para girarse hacia mí. Sonreí mirando su cuello. Ese tenía cinco moretones y no era el mismo que el día anterior, cuando hicimos nuestros votos. La había corrompido perfectamente.
Ella me miró a los ojos y supe que quería destruirla. Tenía tantas ganas de llenarla todos los días de puro dolor. Quería que se arrepintiera de cada momento en el que decidió atraparme.
—Verás, es la primera vez que no me despierto porque alguna perra no sabe dormir como un humano. Creo que me acompañarás mucho aquí —Me encantaba cómo temblaba cuando la hacía sentir mi erección.
Le sostuve el culo manteniéndola en su lugar. Por supuesto, era todo lo que no imaginaba. Podría recoger todo esto, en todos los colores drenantes de su piel. Ella esperaba un caballero como todo el mundo me conoce.
—Joder, estaba soñando con este coño apretado —Parecía violada ante la mención mientras yo separaba sus piernas antes de montarla. Ella inhaló profundamente haciéndome sentir los bultos sobre su pecho. Tenía un corte en la comisura de la boca que era lo suficientemente tentador como para que me inclinara. Probé su boca… pero en el fondo de mi mente se me pasó por alto que era una pobre chica. Pero supongo que los tesoros más hermosos se encuentran a veces en los contenedores de basura. Gemí en su boca y sostuve su muñeca que se colocó en mi hombro.
—Yo… yo quiero el divorcio —Ella se apartó rompiendo el beso y susurró.
Por supuesto, ella dijo lo que escuché. Y me preguntaba cómo podía ser tan irrespetuosa. En solo unos segundos, logró enojarme y eso muy temprano por la mañana. Sosteniéndola por el cuello la empujé hacia abajo. Su cuerpo era tan suave e intencionalmente puse todo mi peso sobre ella y la inmovilicé con mis rodillas haciéndola gemir.
—¿Quién diablos eres tú? —Ella jadeó por aire mientras la estrangulaba.
¿La ironía? ¡Debería ser yo quien le diga cómo quiero deshacerme de mi esposa sin un centavo, y aquí las cosas cambiaron mientras ella sigue tomándose la libertad de faltarme el respeto!
Puse más fuerza cuando su uña dejó una marca en mi mano apretada alrededor de su cuello.
—Soy tu dueño… —Apreté lentamente cerca de su oído mientras ella luchaba por respirar debajo de mí—, estás sometida a mí… —agregué dejando su cuello, haciéndola toser incontrolablemente. Sabía que era suficiente con una lección para quitarme el ánimo por la mañana, pero demostró que estaba equivocado cuando trató de alejarme de ella.
En solo un segundo, sostuve sus manos empujando mis hombros y las aseguré sobre su cabeza. Una lágrima escapó de su ojo mientras parpadeaba con impotencia antes de esforzarse más por sacar sus muñecas de mi mano.
Y eso me hizo darme cuenta de cómo ella fue la primera mujer en mi cama que rechazó mi toque o deseo por ella. Les grito a mis mujeres sin importarme y ellas se asustan a veces, pero nadie se atrevió a rechazar mi toque. ¿Era tan poco atractivo para ella? No sé por qué sus actos excitan mi cuerpo.
—Déjame… por favor, ¿Matteo? —Ella estaba en pánico, pero mi nombre de una boca tan insolente me irritó.
—¡Señor! Para ti soy, señor —grité dejando sus muñecas con un tirón antes de volver a gritar—. ¡Sal de aquí! ¡Ahora mismo! —Grité bajándome de ella, pero solo la vi doblando las piernas mientras jadeaba.
Tirando de la manta que sostenía para sí misma, siseé de nuevo.
—¡Sal de aquí…!, ¿estás sangrando? —Dije mirando las sábanas donde habían aparecido sangre. ¿Qué era ella? ¿Una niña de dos años? Ella jodidamente destruyó mi cama.
—No… —mintió.
—¿Realmente tienes que mentirme? —La miré con incredulidad.
—Yo… no estoy en mis períodos… esto —Se calló mientras yo estaba más allá de molesta mirándola. ¿Se atrevió a mentirme? ¿En mi cama? Grité mientras sostenía su brazo y la tiré hacia mí.
—¡Odio las mentiras!
—Yo… creo que es porque… es mi primera vez…
—¡¿Primera vez de qué?! —grité.
—De… relaciones… sexuales…
—¿Cómo? —Le pregunté sin saber lo que estaba tratando de decir—. ¡Arruinaste mi c…… tú! —Estuve esforzando todo en mí para contener mi puño.
—Puede suceder la primera vez… yo era virgen… así que… —Se apresuró a agregar cubriéndose la cara con la mano.
—¿Qué, tienes diez años? —le pregunté—. ¡No puedes ser virgen cuando tenías a ese VIEJO! Estás… sangrando…
—Yo… me estaba guardando para mi esposo… yo… yo era virgen… no estoy en mis períodos… lo juro —La miré ahora preguntándome qué acababa de pasar. Sí recuerdo cómo la encontré apretada anoche… Entonces, podría ser una posibilidad. ¡Maldita sea! Cómo se supone que iba a saber cuándo nunca he estado con una virgen.
—Sal de aquí… —esta vez mi voz se hizo baja mientras miraba hacia otro lado.
Joder, la quería fuera de mi cara, pero estaba tardando una eternidad. Sentí que se levantaba, pero me apresuré a levantarme y me metí en el baño.
—¡Tú! —Señalé a una de las dos mujeres que estaban en el baño—. Busca a esa mujer en mi habitación y dile a Sasha que le enseñe algunos modales o yo juro que voy a matar a ella.
Encontré a la mujer siguiendo mi orden mientras susurraba.
—Me estoy volviendo loco…
¿Por qué diablos papá me compraría una novia como esta… insolente, mediocre…? Y ahora sin experiencia. ¿Qué iba a hacer con ella? Me preguntaba mientras otra esclava se acercaba a mi lado.
Me ofreció su mejor sonrisa antes de poner sus manos sobre mi hombro. Levanté la barbilla y miré sus labios carnosos. Tenía los ojos bajos y casi cerrados, pero toda mi mente solo podía pensar en el momento en que toqué a mi esposa. Pero descartando el pensamiento, abracé a esa mujer antes de ponerla de rodillas frente a mí.
***
—¿Para quién ha servido otro plato? —Levanté una ceja a mi mayordomo totalmente decepcionado mientras el chef permanecía en silencio.
—Pensé…
—Ella es mi esposa por título. Se supone que debe ser tratada igual que a los demás. Llama a Sasha…
Empecé a desayunar y estaba a la mitad cuando encontré a Sasha llegando. Inclinó la cabeza hacia mí y esperó.
—No hay necesidad de tratarla de manera diferente. Ella podría ser la Sra. Lucca, pero no tiene estatus para ser llamada así. Puede que sea hermosa, pero a diferencia de ustedes siete, ni siquiera es mi elección. Entonces… —Hice una pausa antes de indicarle que se acercara—, ella se quedaría en mi harén —Tomé la mano de Sasha antes de guiarla a mi regazo—. Ya se ha gastado mucho en ella… pero tú Sasha… asegúrate de que no cometa un error y me mueva de humor. No tengo tiempo para lidiar con ninguna de ustedes actuando, ¿lo entiendes? —Le pregunté a lo que me pasó una sonrisa.
—¿Puedo decir algo? —Ella comenzó y estuve de acuerdo.
—¿Sí?
—Estamos muy felices a tu lado. Y… también amamos este estilo de vida. Nos encanta que nos controlen. Pero ella… no creo que se haya aceptado pensando que estará…
—No importa —La corté—. Ella ha tomado una gran cantidad para estar aquí. ¿Algo más?
—Incluso si planeas convertirla en tu esclava… O puede ser lo mismo que nosotras… ella tiene el título… Y me temo que no puedo…
—¡No importa! ¿Estás insinuando que lo sabes mejor que yo? —Le pregunté a lo que ella rápidamente negó con la cabeza—. Pero creo que sí —le susurré al oído—. ¿Estás lista para las consecuencias? —Vi sus ojos brillar mientras inhalaba profundamente.
—¡Sí, señor!
Me alivió el humor. Creo que ahora estaba listo para entrar a mi oficina y Peter apareció en el vestíbulo.
—Buenos días, señor Lucca. Tengo buenas noticias —Comenzó, pero sonreí antes de mirarlo.
—No me importa… yo también tengo noticias. Conocí a una mujer virgen de veintitrés años…
—¿Es ella? —Lo escuché mientras caminaba hacia el auto.
—No quiero hablar de eso... me he follado a una virgen sin que yo lo supiera... y no lo sabía.
—Siempre hay una primera vez... sobre las buenas noticias.
—Ahora mismo, mi humor es bueno. Preguntaré al respecto cuando no lo esté pasando muy bien —Dije mientras le detengo de continuar.
—Como desee, Sr. Lucca... Parece muy feliz…
—Yo... tengo un negocio floreciente que atender... compré nuevas propiedades el mes pasado... y ahora soy dueño de mi aerolínea favorita. ¿Por qué no sería feliz?
—Oh... por supuesto —me pasó su gran sonrisa antes de que comenzara a hacerle preguntas y revisara los correos electrónicos que me enviaban. Fui directamente al ascensor VIP ignorando quién estaba parado o deteniéndose para saludarme. Mi ascensor se detuvo en el último piso y luego recordé lo que sugirió.
—¿Crees que follar con una virgen es una razón para ser feliz? ¿Por qué crees que una mujer tan inexperta puede hacerme feliz? Déjame decirte… Ella fue una decepción —le dije, pero lo encontré desconcertado antes de que se las arreglara para decir:
—Lo mencionaste, y eso significa que…
—Lo mencioné como una mención del clima. ¿Cuánto crees que significa el clima? —Pregunté ignorando a los tres asistentes afuera cuando entré en mi oficina.
—Para nosotros… mucho. Afecta nuestros envíos.
—¡Vete a la mierda! Peter... ahora quiero esas buenas noticias —el hombre tragó saliva cuando me senté, pero recibí una llamada de mi tío. Más precisamente el hermano de la Sra. Lucca… el Sr. Bianchi.
—Hola —comencé.
—Quería felicitarte por ser el hombre más rico de Europa hoy. Parece que tienes a la afortunada —Me incliné en mi asiento mientras dejaba que su burla se hundiera.
—Sabes... me decepcionó no encontrarte en mi boda —Traté de girar la mesa.
—No podía ver a mi sobrino de la mano de una sirvienta... Es una pena que ningún periódico esté publicando sobre tu boda, pero... no te preocupes hijo... todavía están publicando sobre tu estado... y eso también es importante —El silencio siguió u escuché su silbido—. ¿Cómo pudo tu padre hacerte esto, Matteo?, ¿Cómo pudiste dejar que te pasara esto? Ni siquiera dejamos que una yegua de r**a baja se aparee con nuestros caballos y tú... nuestro hijo…
—Ese no fue mi padre. Yo quería a esa mujer. Y relájate... No la he elegido como sucesora. Y, lo último que recuerdo, es que mi familia realmente no se preocupa por el linaje. Mi padre ni siquiera se conformó con que tu hermana tuviera un heredero. Yo soy... su hijo —Sabía que mi declaración había herido su ego porque se apresuró a agregar.
—No puedes comparar a mi hermana con esa doncella… ¿Te estás dando cuenta de lo que has hecho? Mi hermana y tu padre se casaron por dinero. Le has dado a una criada el mismo estatus que la tuya. Ella es tu mitad... igual que tú... en todo... ¡JODER!, ¡ES COMO ELEGIR UN GANADO!, ¿Esto no es lo que mi hermana y yo te enseñamos, Matteo? ¿Estaba esperando saber sobre ti y la Sra. Russo y te casaste con una doncella? ¡Una sirvienta! Mira, ahora la gente se desmaya por la boda de la Sra. Russo. ¡Algo que la gente nunca hará por ti! Y, eres y serás el hijo de mi hermana... ¡Mientras el mundo no lo sepa, estoy seguro de que tendrás más cuidado que yo! —Advirtió antes de cortar la llamada y odié a mi familia. El conocimiento de que no soy el hijo de la Sra. Lucca era poco común y se suponía que debía ser así.
—¿Las buenas noticias es que yo soy el hombre más rico de Europa? —Le pregunté a lo que Peter sonrió reenviando el periódico de hoy frente a mí.
En el apartado empresarial se le dio un buen espacio. Pero en la misma página, la Sra. Russo posaba con un magnate de los negocios de Sudáfrica. Era demasiado fácil ignorar la noticia de que ahora soy el hombre más rico de Europa. Porque no era la primera vez que estaba en este lugar. Las cifras cambian... las posiciones fluctúan, pero lo que la Sra. Russo estaba haciendo alarde… era la estupidez que la gente llama para siempre.
Pero fue el momento en que me di cuenta de las palabras del Sr. Bianchi en otro nivel. Sin mi deseo, tuve que admitir que ella era mi elección. Inhalé profundamente y me pregunté qué más se suponía que debía decir. Con esto, no pude evitar recordar las palabras de Sasha. Era verdad. Realmente no puedo terminar con ella tratándola igual que mis otras esclavas.
Intenté cerrar los ojos y recordé a la mujer con la que me había casado. Ni siquiera podía distinguir cómo se veía porque no estaba muy familiarizado con su rostro, pero ¿su cuerpo?... Podría drogarme con él. Y eso podría ser algo bueno dado mi cuerpo nervioso en este momento. Me apoyé en mi silla y cerré los ojos.
No importa Matteo. Sabes que puedes lidiar con ella. Y no es como si nunca te casaras. Es solo que no tienes buenas propuestas en este momento. Y, después de encontrarme con un trato como el de la Sra. Russo, supe que ahora mis tramas eran más altas.
Y, una vez que tenga a esa mujer que es elegible para ser la Sra. Lucca, quitaré a mi esposa actual de mi vida sin darle un centavo. Porque el Sr. Bianchi no lo sabe, pero yo sabía que mi padre ya me tenía asegurado con un contrato prenupcial para con ella. Sonreí sabiendo que no importaba… y tengo todo el tiempo para torturar a la mujer que se atrevió a conseguir un trato tan bueno como la Sra. Russo de mi mano. Y eso es lo que llamamos el plan. Tenía una vida y no la tenía para tener una esposa tan pobre.
Vi algunas llamadas perdidas de mi padre durante la hora del almuerzo, pero era habitual que pensara que estaba lo suficientemente ocupada. Salí a las cuatro de la tarde para tener una de las reuniones de negocios con un amigo para hablar sobre la perspectiva de nuestro proyecto conjunto en curso, y eran más de las siete de la noche cuando volví a casa.
Salí con el nudo de corbata ya suelto y entré en mi habitación tirando mi ropa. Ya había alguien en mi habitación que vino a quitarme la chaqueta de la mano.
—Dile a Sasha que envíe a mi esposa —le ordené con mi mente vagando con las palabras del Sr. Bianchi, cuando me dijo que mi esposa era igual a mí.
—Me has llamado… —escuché a la mujer susurrar y volverse para mirarla. Pero antes de que pudiera darme cuenta de cualquier otra cosa, su tela azul transparente llamó mi atención. Me quedé mirando sus ojos bajos y me gustó cómo se había alisado el cabello. Pero antes de que pudiera tirar de ella, las palabras de mi tío vagaron por mi mente. Ella es tu mitad... igual que tú.
—No eres igual a mí en ninguna definición. Lo sabes, ¿verdad? —Le pregunté sosteniendo su rostro a lo que levantó sus ojos para mirarme. No todos los días mis mujeres me miran a los ojos. Entonces, saboreé su acto rebelde. La acerqué y la encontré dando un paso atrás antes de que se congelara y mirara hacia abajo.
—Eso lo sé —Ella respondió haciéndome sonreír y tembló cuando sostuve su trasero.
Su cuerpo era muy sensible a cualquiera de mis pequeños actos. Ella era cruda, no entrenada y sin cultura. Quizás fue porque fui el primer hombre en tocar este territorio. Era obvio que ella no sabía cómo tratarme bien. Y, la realidad de que esperó a casarse para tener sexo fue suficiente para saber que mi padre atrapó a una persona a la que se podía engañar. Lo suficientemente tonta como para pensar que puede ser mi esposa y vivir una vida de lujo. Tan tonta como para pensar que se pasaría la vida sin trabajo. Lo suficientemente tonta como para pensar que puede atrapar a una persona rica como yo, solo si lo mantiene atento.
Podría decir que será el momento de dejarla, antes de que se dé cuenta de lo que planeo hacer con ella. Pero de algo estaba seguro, y es que ella tenía un tesoro por cuerpo. Y tenía la intención de utilizarlo tanto como pudiera.
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