Mónaco insistió tanto que al final, ella aceptó que la llevara hasta la estación de metro. -Gracias por traerme- dijo avergonzada. Él le tendió la bolsa con la que salió de la cafetería- ¿Qué?- frunció el ceño de inmediato. -Por favor, acéptalo. Pedí el sándwich para ti y es de mala educación no aceptarlo- dijo él haciendola bufar pero Marie no era tan maleducada así como para volver a rechazar al hombre que le estaba tendiendo la mano. -Gracias…- murmuró- Nos vemos el lunes, Mónaco, y adiós pequeña Tempesty- dijo sonriendo a la niña quien movió el brazo a modo de despedida. Él miró a su hija con ternura y luego a Marie. -Te esperaremos, Marie. Que pases buena noche- dijo y ella se alejó de la vieja camioneta para bajar las escaleras y llegar al metro. Cuando llegó a casa todo estab