En la fiesta de Fred no encontré a mi primo en casi toda la noche, y cuando lo volví a ver estaba con una sonrisa boba en su cara. Parece que algo bueno le pasó. El domingo siguiente me levanté a la hora de almorzar y luego nos reunimos con mi primo en una plaza cercana a mi casa. Ahí me enteré de el porqué de su buen humor. Al principio no lo podía creer y me costó reunir las piezas para entender ésta nueva situación, pero luego recordando el último tiempo comencé a notar había pasado por alto el hecho de que mi primo, en general, estaba acompañado por la morocha nueva en la escuela, asique empezó a tener más lógica el final de esa historia. Me alegré sinceramente por él, aunque le reclamé el hecho de que jamás hizo ningún comentario sobre que le gustaba la chica o que tenía planes de co