Cuenca-Ecuador. Iván abrió sus ojos con sorpresa. Palideció asustado al verla en el piso. Resopló dándose cuenta de su gran error. Se estaba convirtiendo en un hombre agresivo, y él no era así, odiaba la violencia. Se acercó a su esposa muy arrepentido de su proceder. Con las manos temblorosas y el corazón agitado se inclinó ante ella: —Paloma, mi vida, por favor, reacciona, no quise hacerte daño. —Sollozó tomándola con cuidado de la cabeza. La joven abrió despacio los ojos, sentía que todo le daba vueltas. —¿Estás bien mi amor? —averiguó Iván, abrazándola sobre su pecho. —Me duele mucho la cabeza, estoy mareada —indicó la joven, tocándose el golpe. —Vamos a una clínica, es necesario que te revisen —sugirió Iván, entonces la ayudó a ponerse de pie, la sostuvo entre sus brazos para que