Minutos después que el sacerdote abandonó la alcoba, una joven de larga cabellera negra ingresó con una bandeja de comida. La muchacha era de la comunidad shuar: llevaba un vestido de una sola pieza de algodón en tono azul, mientras caminaba los adornos confeccionados con semillas de frutos de la Amazonia, sonaban. Citlalli, utilizaba pulseras en sus tobillos, en los hombros y un cinturón en las caderas, en su cuello llevaba un collar elaborado a mano con cuentas en rojo y azul. El humo que emanaba del exquisito seco de pollo hizo que se le hiciera agua la boca a Paloma, quien tenía bastante hambre. —Yo soy Citlalli. —Se presentó la joven— el padrecito me pidió que le dijera que lo que necesite no dude en avisarme. —Muchas gracias —respondió con una sonrisa, entonces empezó a servirse