02.

2669 Words
Meadow. —Me alegra tanto que al fin pudieras llegar—dice Ethan, en un tono demasiado alegre. —¿Qué tal el viaje? ¿Y tu madre? Sigo a unos cuantos metros de distancia, preguntándome qué demonios está pasando porque para mí resulta imposible creer que este hombre, grotesco, viril y demasiado imponente sea familiar de un hombre tan dulce y cariñoso como lo es mi prometido. Pero si son dos gotas de agua y aceite. Diferentes en todo sentido. —Bueno, no podía faltar a tu fiesta de compromiso, además, tengo asuntos por resolver en la ciudad. Quizás me quede hasta tu boda o incluso luego—menciona. —¿Dónde está la afortunada? Quisiera conocerla. Trago grueso. Los ojos de mi prometido se giran buscándome y la sonrisa que planta en sus labios no es nada parecida a la sonrisa temblorosa que tengo en los míos cuando alarga la mano esperando a que la tome. En cuanto ese hombre planta sus ojos en mí, siento como un escalofríos me recorre por completo. Soy incapaz de creer lo que está pasando, y más que nada, incapaz de creer que tenga ese poder sobre mí. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué de repente pareciera como si las piernas no me respondieran en absoluto y mi entrepierna esté tan...? La mano de mi prometido baila en mi cintura, acercándome a su costado, como dejando en claro que estoy con él. —Alex, te presento a la mujer que cambió mi vida y con la que espero pasar el resto de mis días—menciona, observándome con esos ojos de amor de siempre. —Mi amor, permíteme presentarte a mi primo, Alexander Reed. Él hace una pequeña reverencia con su cabeza sin perder la sonrisa burlona de su rostro. —Es un gusto conocer a la mujer que le robó el corazón. ¿Sabes que no ha dejado de hablar de ti desde que te conoció? Fue un grano en el culo. Trago grueso intentando mantener la cordura. —¿Ah sí? Pues... qué bueno que todos sepan lo importante que soy en su vida—menciono, intentando sonreír. —¿Vino solo o tiene acompañante? Ambos me quedan mirando. Es una pregunta extraña, pero dentro de mi curiosidad está nadando con fuerza la necesidad de saber quién es la mujer que lo acompañó antes, porque de ser una de mis damas de honor, tendré mucho por hacer. —Oh, es que no contábamos con otro acompañante. Ethan me mira con el ceño fruncido. —Hay lugares de sobra. Ruedo los ojos. —Lo sé, pero necesito saberlo para la despedida de soltera. Le sostengo la mirada esperando a que me responda de nuevo porque se me ocurren demasiadas excusas a este punto. Sinceramente, poco me importa con quien vino, solo quiero saber quién es la afortunada. Alex carraspea. —Antes de que sigan discutiendo, creo que es justo que mencione que mi invitada, también es invitada tuya, futura prima. —¿De qué estás hablando? De repente se me seca la boca, por completo. No tengo idea cuál de mis damas de honor puede estar con un hombre como este. Todas son correctas, demasiado femeninas y conservadoras como para estar con un hombre que destila obscenidad por cada uno de sus poros. La sonrisa curva que tiene me dice tantas cosas y nada al mismo tiempo. Comprendo de inmediato que no es de muchas palabras cuando mete sus manos dentro de sus pantalones, apuntando hacia un lugar del salón con su mentón. —Mi invitada está por allá. Mi novia, creo. Apenas giro, mis ojos captan a la persona menos agradable del mundo. Miles de malos recuerdos vienen a mi mente, principalmente el que me hizo crear un odio que hasta el día de hoy es difícil de superar. Con su aire de superioridad de siempre cubierto por una tela sobre su cuerpo, mi prima Molly está charlando con mis padres quienes no lucen sorprendidos de verla aquí. ¿Por qué no están sorprendidos? Si nadie la invitó. Siento que me falta el aire y mis piernas se mueven por instinto propio. Me olvido de Ethan, de que todos tienen sus ojos puestos en nosotros en estos momentos y camino alterada cruzando el salón. Mi prometido por supuesto que me llama, pero mis ojos están clavados a una sola persona, la misma que se voltea a observarme con una sonrisa. —¡Prima querida! La rabia irradia por cada uno de mis poros. Las manos me tiemblan con la necesidad puta de arrancarle las falsas extensiones de cabello que tiene, las cuales son demasiado claras para su tono natural. Entonces Grace se detiene frente a mí. Con una sonrisa poco propio de ella, me incita a observarla directo a los ojos. —Cariño, será mejor que mantengas la compostura porque los invitados de tu prometido son gente importante—me recuerda—No vale la pena crear un escándalo por una persona como ella ¿No es así? Inhalo profundo. —Quítate, Grace. —Meadow... —Quítate—gruño. Siento que alguien me toma del brazo y no es necesario voltear. Mi propio cuerpo reacciona, reconociendo que se trata de mi prometido. —Ethan, suéltame. Siento su aliento rozando mi oreja mientras envuelve mi abdomen con su mano. Seguramente por fuera parece que estamos siendo acaramelados el uno con el otro, cuando en realidad esta es su señal de que tengo qué comportarme. —No sé qué tienes, pero llamas la atención, amor. —¿Quién te invitó? —pregunto a Molly en voz alta, aunque conservando mi tono amistoso. Mi prima, a quien no veo desde hace cinco años más o menos, me observa con una sonrisa de inocente, como si no hubiera estado chupando el m*****o del hombre que se posa a su lado. Como dije, todas mis invitadas son demasiado conservadoras, pero no me sorprende ni un poco que estas dos personas desvergonzadas cruzaran sus caminos porque Dios los crea, pero el Diablo los une. Justo eso sucede con ellos. Se apoya en él como si estuviera locamente enamorada sin saber o sin querer notar que a este hombre le importa un cuerno. —Querida prima, sé que no confirmamos presencia, pero es que estoy tan ocupada con la universidad que se me olvidó hacerlo—miente. Ella siempre miente. —Pero no íbamos a faltar, mucho menos quería perderme la oportunidad de presentarle a mi familia, mi primer novio. Me carcajeo en su cara logrando que borre esa sonrisa de niña buena. —¿Tu primer novio? —Si, Meadow, mi primer novio oficial—dice con los dientes apretados. —Familia, él es Alex, mi Alex. Ruedo los ojos. Todos los demás lo saludan como si estuvieran orgullosos, pero para mí resulta demasiado difícil creer que por fin fue capaz de mantener las piernas cerradas para un solo hombre. —Bienvenido a la familia, Alex—dice mi madre. —¿Hace cuánto que están juntos? Él se encoge de hombros. —Poco tiempo. —Pero memorable de igual manera—menciona Molly, mintiendo como siempre. —Espero que el venir aquí, presenciar una boda y la felicidad de un apareja que se ama lo haga por fin dar el gran paso. Todos carcajean. Molly siempre tuvo ese don, de decir cualquier boludez y que los demás la sigan como si fuera que dijo algo espléndido o inteligente, cuando jamás lo fue. El único titulo que obtuvo hasta ahora fue el de Zorra del Año, y aunque intenté dárselo yo, lo obtuvo ella sola al coger con mi ex novio. El mismo al que convenció de dejarme por ella y el mismo con el que duró un año más o menos. Desde ese momento, quedó tachada de mi agenda, de mis r************* , de mi vida, de todo. Absolutamente de todo. Juré que jamás le presentaría otro novio o la invitaría a mis momentos especiales por temor a que suceda lo mismo. Molly es de las chicas que logra captar la atención del hombre que quiere y aunque no quiero darme cuenta, volteo a ver con temor a mi prometido, esperando no encontrar nada. Ethan siempre fue correcto. Es el hombre perfecto, el de mis sueños, el de los sueños de cada chica de sociedad. Con él sé que tendré una vida soñada, de revista e incluso de cuento de hadas y no quiero que termine por una simple mirada, pero... la está viendo, aunque no con morbo a pesar del vestido que tiene puesto Molly con el cual enseña todo el surco de sus senos bien dotados. Solo la está mirando, como si no fuera nada importante, nada llamativo. —Por supuesto que cuando nos casemos estarán todos invitados, incluso tú, Meadow, aunque no te haya gustado mi presencia esta tarde. Inhalo profundo, volteando a verla. —No me gustan las sorpresas y en definitiva, tenerte aquí lo es porque no recuerdo haberte enviado una invitación—menciono tajante. —¿Puedo saber quién te invitó? Observo a mi hermana Grace, a mis padres y luego a mi novio esperando que alguno de un paso al frente. Sea quien sea que lo haya hecho no tiene justificación, excepto por Ethan, que es quien levanta la mano con cierta vergüenza. —Yo lo hice, cariño. Le pedí a tu madre una lista de todos tus familiares porque quería extender la invitación yo mismo, no sabía que ella... —¿Qué no estaba invitada? No, no lo estaba, y sabe perfectamente por qué. Ambos nos miramos fijo. Sé que quiere disculparse, lo veo en sus ojos. Él siempre es demasiado protector conmigo y espera que tenga lo que quiero, y ahora la cagó. Lo hizo, y no se puede deshacer. —Lo siento, no pensé que nuestra presencia aquí sería un problema—menciona Alex, observándonos. —Podemos irnos, no queremos... —¡Pero por supuesto que no! —le corta su primo. —Meadow solo está jugando. Ya sabes cómo son las mujeres con esto de querer tener todo bajo control siempre. Ya se le pasará, por lo pronto, disfruten de la fiesta que los veré para la cena del fin de semana. Meadow, ¿Podemos hablar unos minutos? Tengo que volver a mi turno. Entre primos se saludan y no finjo buena cara. Todos aquí saben que desprecio a Molly, desprecio lo que me hizo y desprecio el que los demás le restaran importancia en su momento, alegando que era un simple noviazgo cuando yo sabía bien que al menos para mí, no lo fue. Me dolió su actitud, me cabreó el que se saliera con la suya como con cada cosa desde que somos niñas, y me puso peor el que mi novio de ese entonces la escogiera por encima de mí. Algo que me viene pasando desde el momento en que comencé a tener memoria. Molly obtenía lo que quería. Al ser menor que yo, si ella quería algo que fuese mío, yo tenía la obligación de dárselo para calmarla. Juguetes, ropa, accesorios, novios. Siempre fue igual. Cuando conocí a Ethan prometí que jamás se la presentaría y no lo hice. Nunca lo conoció, hasta ahora. Por primera vez tengo algo estable, lindo y que posiblemente sea duradero. Quiero que siga siendo de esa forma, no quiero que ella también se encapriche con este hombre pues se supone que solamente es mío. Tiene que serlo. Debemos llegar al altar. El corazón me palpita de miles de formas diferentes cuando salimos hacia el pasillo del salón. Estamos a solas, las puertas son demasiado gruesas como para que el sonido de dentro nos perturbe, y puedo sentir demasiado el enfado que trae. —¿Qué te sucede? —me pregunta con una ceja en alto. —¿Tienes idea de lo mal que te portaste ahí dentro? —¿Lo mal que me porté? No tengo cinco años y no eres mi padre. Sorprendido retrocede. —¿Disculpa? Suelto un suspiro, tomando sus manos entre las mías. —Lo siento, no quiero discutir contigo. —Entonces no me respondas de esa forma—responde tajante. —Dos segundos con Molly y te conviertes en otra persona. ¿Qué tienes contra esa pobre chica? —¿Pobre chica? Es una santurrona. —Ojo que es la novia de mi primo. —¡Y él es incluso peor! —afirmo—¿Sabías que hizo que Molly le chupara la polla detrás de la cocina? ¡La gente prepara comida en ese lugar, por Dios Santo! Retrocede, observándome con el ceño fruncido. —¿Cómo sabes eso? El calor sube de inmediato a mis mejillas. Siento que estoy por prenderme fuego y es que no puedo siquiera recordar ese momento sin ruborizarme. El acto en sí, esa bestialidad y la brutalidad, la crudeza de las acciones me dejaron algo fascinada, no diré que no, pero ahora que sé que es novio de Molly, no tengo intenciones de que me agrade ese hombre. Para estar con Molly e incluso ser su novio, se tiene que ser igual o peor que ella, y yo ya tuve demasiado con personas de mierda. No quiero más. —¿Los viste? ¿Acaso los seguiste? —¿Crees que soy una pervertida? Estaba... bueno, entré en la cocina, escuché un ruido extraño y fui a ver—me encojo de hombros—Ellos estaban cogiendo. ¡Par de descarados! A pesar de toda la elegancia y porte que tiene Ethan, me deja en shock que en estos momentos esté muerto de risa. Literalmente, se sostiene el abdomen porque lleva tanto tiempo riéndose que hasta comenzó a dolerle y yo no entiendo nada. Nada en absoluto. —¿Qué? —Es típico de Alex—me acaricia los hombros—Escucha, se ve que te dio una mala impresión y prometo hablar con él para que en futuros encuentros se comporte, pero tienes que entender que él es así, y tu prima parece seguirle el juego muy bien. —¿A qué te refieres? ¿De qué hablas? —Si se dejó coger en una fiesta de compromiso en una cocina, es claro que no tiene pudor alguno como él. Congenian. Estoy seguro de que en tu familia estarán felices de que encontrara a alguien como ella, y yo lo estoy por Alex, que por fin parece que va a sentar cabeza, sin embargo, creo que tienes que calmarte. —No la conoces—susurro. —Molly lo arruinará todo, ella es... siempre lo arruina todo para mí. La desesperación en mi voz es evidente. Sé que Ethan no es idiota, me conoce demasiado bien y está tan congeniado conmigo que hasta es capaz de reconfortarme en estos momentos en los que debo de parecer una loca desquiciada ante él, pero poco me importa. Necesito que ambos se mantengan alejados, Molly porque siempre lo arruina todo y ese tal Alex porque es una maldito pecado con patas. —La boda será dentro de poco tiempo. Solo semanas, y luego regresarán a sus vidas. Tú y yo, somos lo único que importa ¿Ya lo olvidaste? Hago un puchero, logrando que me tome en sus brazos. Incluso para abrazarme es delicado, como si yo fuera una dulce y tierna flor que va a hacerse pedazos si llegase a apretar con fuerzas, pero es reconfortante. —Solo quiero que nuestra boda sea perfecta. No quiero que ninguno de ellos la arruine. —No lo harán y no te permitiré sentirte de esa forma ¿De acuerdo? Ahora regresa adentro y disfruta de tu fiesta de compromiso. La pregunta es ¿Podré disfrutarla con esos dos ahí dentro? Se vienen unas largas semanas encima, y como si no tuviera demasiado con todos los planes de la boda, ahora también me tengo que sacar de la cabeza la imagen de ese hombre bestialmente ardiente eyaculando. Bien, promete ser divertido o una tortura. Veremos.
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