Meadow. Cuando planteé la posibilidad de tener a una persona apoyándome en la tienda, lo primero que dijo Ethan fue un rotundo no. Pregunté por qué, pues me negaba a creer que fuera por celos esa decisión, sin embargo me planteó el hecho de la seguridad. Poner una persona al mando del dinero, de los suministros, de comprar lo necesario y demás es un golpe demasiado grande de confianza para dársela a un desconocido y accedí de inmediato. Me costó demasiado tener mi negocio como para que alguien a quien le importa un carajo me funda. Desde entonces alejé la idea. Me tuve que levantar más temprano de la cuenta, intentar que el día tuviera más horas e incluso dejar de dormir lo necesario para sacar adelante mi negocio en los primeros meses hasta que encontré una rutina. No fue fácil