Su confesión no me toma por sorpresa; sabía que este momento llegaría, que tendría que enfrentar las consecuencias de mis decisiones. Por eso casi huí de Grecia, consciente de lo que me esperaba. Sin embargo, asiento con firmeza cuando confirma el sexo de nuestra hija, intentando mantener la calma que me queda. —No soy como ustedes, Derek. Y hoy supe que es una niña, cuando el doctor vino a revisarme después de que tu madre me golpeara. —Mi voz es controlada, pero las palabras cargan un peso que no puedo evitar. Derek asiente, su expresión se torna más suave, como si lo que acabara de decir hubiera tocado una fibra sensible en él. —Lo sé, sé que no eres como nosotros, aunque me hayas mentido antes y ahora, tu corazón siempre fue transparente. —Hace una pausa, y veo cómo su mirada se osc