Solos, el y yo. Miro mi teléfono, que sigue en mi bolso, y me doy cuenta de que estoy completamente desconectada del mundo exterior. No tengo forma de comunicarme con nadie, ni de recibir apoyo. La sala de espera se siente como una prisión, y la preocupación por Derek se apodera de mí. La impotencia de no poder hacer nada más que esperar es paralizante. Finalmente, después de lo que parece una eternidad, una enfermera se acerca a mí con una expresión profesional en su rostro. —¿Familiar de Derek Johnson? —Pegunta y me pongo de pie, me hace una señal para que me acerque a ella y la acompañe. Mi corazón late con fuerza, esperando ansiosamente alguna noticia sobre Derek. La enfermera me guía hacia una sala pequeña donde el médico me espera. Sus palabras serán lo que determine si la noche