Dos días después me dan el alta. Al salir de la habitación, me invade una mezcla de alivio y cansancio, pero sé que no puedo irme sin antes pasar a ver a Derek. Me dirijo a la Unidad de Cuidados Intensivos, un lugar que se siente tan frío y clínico como las relaciones humanas que alberga. Al llegar, lo veo conectado a un sinfín de máquinas que monitorean su estado, suspiros mecánicos que parecen acentuar la gravedad de la situación. Junto a su cama, como una sombra maligna, está su madre.
Evito cruzar miradas con ella, aunque siento su odio como una puñalada en la espalda. Pero no soy la misma mujer que se doblegaba ante sus comentarios venenosos. Ahora, tengo algo más importante que proteger.
—Zorra asquerosa... —murmura mientras paso a su lado, apenas moviendo los labios, pero lo sufic
