Probar un punto. Entro a la oficina seguida de Livia que se queda de forma prudente un paso atrás. —¡¿Por qué tienen que ser tan idiotas?! —resoplo mientras me dejo caer en mi silla detrás del escritorio. —Recuerdo porque era feliz en Londres— digo a Livia que me mira con una sonrisa apenada, —había olvidado cómo era vivir con tanta testosterona alrededor. —Si me lo permite, creo que solo están tensos por el nuevo proyecto. —Es más que eso— murmuró. —¿Le gustaría que pidiera algo? Niego. —Por ahora estoy bien—, me pongo de pie y me acerco a la nevera ejecutiva que está a un lado y tomo una botella de agua. Me doy la vuelta y me encuentro con Salvatore en el relleno de la puerta. Livia se remueve bajo la presencia de este y cuando baja su mirada a ella veo cómo le intimida. Reso