Es la hora seis de la madrugada, comienza a cantar él gallo, Dixie no le queda otra qué levantarse, a llegado él momento de trabajar, recorre los galpones para ir levantado huevos qué ponen las gallinas, son inmensos, los camiones qué entran desde muy temprano al lugar, Martina su madre se levanta, les prepara él café, asoma la cabeza por la ventana, hay dos hombres esperando." ¿Que buscaran esos hombres?"Se pregunta Martina.
Los atiende muy educadamente.
—Buenos días, ¿Qué se les ofrece?
—Buscamos al hombre de la casa.
—Espere un momento, ya lo llamo.
Subió a la habitación en busca, de Gerónimo su esposo, apenas podía caminar sentía dolor de rodillas.
Entró a la habitación, aún estaba su marido acostado.
—Te buscan, quieren hablar contigo.
Se levantó, casi desnudo miró por la ventana, aún seguían esos dos hombres para hablar con él, no quería qué su mujer se enterará qué tenía deudas.
—Diles, qué ya bajó, me esperen un momento.
Gerónimo se vistió, rápido acomodó su cinturón, apenas se pasó la mano por la cabeza, ni siquiera se peino, bajó las escaleras de una manera apresurada, se asomó a la puerta.
—Vamos a mi oficina —Acoto descaradamente.
Caminaron un recorrido corto, se sentaron justo frente a su escritorio.
—Te queda muy poco plazo, para qué nos pagues lo qué nos debes.¡Entendiste!
—No hay de qué preocuparse, estoy por hacer un gran negocio, vuelvan la semana qué viene tendrán él dinero.
—Nos vamos, espero qué cumplas tú palabra, o sino nos quedaremos con está granja, te quedaras en la calle.
Martina, una hermosa mujer, siempre lo acompañó a su marido en todo momento, cocinaba para toda la familia, comidas exquisitas, se daba un tiempo para ayudar a sus hijas, estaban clasificando huevos en uno de los galpones.
—Madre, me duele demasiado la espalda, estamos con Aroma mi hermana haciendo este trabajo desde muy pequeña, ¿Dile a papá qué busque a alguien qué nos ayude?
Martina abraza a su hija menor, la besa en la frente, sus manos han trabajado demasiado, se siente cansada.
—Aroma ve y comienza a lavar la ropa qué está en él lavadero, mientras ayudo a tu hermana a clasificar huevos.
Una lágrima se asoma, sobre él rostro de Aroma.
—Madre, estoy cansada de tener qué lavar a mano, talvez me marche de esta casa, y busque a Daniela.
Al medio día, aparece Willian junto a sus custodios, él lugar es inmenso, lo esperan a Gerónimo, los atiende Aroma, es la unica qué se encuentra en casa.
—Buenos días, ¿A quien busca señor?
—¿Se encuentra tú padre?
—Mi padre no está en estos momentos, si recorre un poco mas adentro de la granja, se encontrará, con mi madre, hable con ella.
En él galpón, dónde clasifican los huevos se encuentra Dixie, junto a Martina su madre, está afanada clasificando los huevos, cuándo de repente siente él ruido de un vehículo, por allí nunca llega ningún auto, pega un grito.
—Madre, me asuste salieron muchos huevos rotos, con esto puedes prepararnos una torta.
—Buenos días señora, necesito hablar con su esposo, ¿Qué horario lo puedo encontrar?
Ellos se miraron, de reojo Willian había quedado justo frente a Dixie, qué tenía una hermosa sonrisa, pasó su mano por la cara, la tenia sucia.
— Vuelva mañana a esta misma hora, seguro lo encontrará.
—Un gusto señora, volveré.
El lugar de la granja era un hermoso paraíso, con distintos tonos de verdes, qué se podían apreciar desde lejos.
Willian, debía regresar en busca de la mujer qué le llamó mucho la atención en cuanto la vió, hasta él propio Gerónimo, molestaba sin motivo siempre qué podia a su propia esposa,
— Sal de mi vista, qué me molestas, no te metas en mis asuntos.
Martina, siempre recibió órdenes de su esposo, una mujer única, nunca dejaba de luchar, por toda su familia, todo eso había sido una herencia de sus padres, con la diferencia, qué los negocios de aquella granja, no andaban.
Dixie, aquella noche se dió una ducha, dijo a su madre, qué se acostaría temprano, estaba arta de tener qué escuchar a su padre, con sus gritos y amenazas hacia su madre.
Luego salió de su habitación, se aproximó hacia su madre.
—Mama, ¿Qué buscaban esos hombres? No es gente conocida por está zona.
—Pronto lo averiguaremos hija.
—Viste la forma de vestirse, al parecer es un hombre muy adinerado.
—Hija, te tengo qué dejar, me iré en mi auto a comprar, algo para la cena cuídate hija.
Martina, se ocupa de todo, hasta de los animales, tienen empleados trabajando, Gerónimo siempre tiene excusas para estar en aquel lugar, sale por las noches y hace apuestas,
Martina a vuelto de hacer las compras, está afuera uno de sus empleados.
—Señora, disculpe necesito hablar con su marido, es por él p**o del mes anterior, no me a pagado.
—Espera qué venga él y arregle contigo.
Gerónimo, solo duro sentado un rato en la casa, se dirigió al casino.
A la mañana siguiente apareció.
—Mujer ¿Mis hijas donde están?
Necesito hablar con una de ellas, no permanecerá en está casa, por mucho tiempo.
El maltrato hacia su esposa, era cada vez más frecuente.
Dixie entra a la cocina, cuándo ve a su padre.
—Padre, te anduvo buscando un señor, muy bien vestido.
— ¿Dijo cuándo vendría?
—Mama, le pidió qué pasará mañana.
—Con él será tú boda.
—¡No comiences otra vez con lo mismo! Ni siquiera he logrado seguir estudiando y tú pretendes qué me case.
En la mesa de la cocina, sigue sentado Gerónimo, mientras tanto Emilia prepara la otra mesa del comedor, junto Aroma su hermana.
Dixie, sube a su cuarto, se mira al espejo, sonríe, luego una lágrima se asoma en su rostro, su vida no a sido fácil, teniendo a un padre, jugador qué sale por las noches y llega a la madrugada, aunque es líder de la gente qué vive en aquella isla, mucho no se nota, no tiene responsabilidad de nada, es Martina su madre, una guerrera qué lleva todo, para poder salir adelante.