Antonella Niccolo se levanta del sofá con una elegancia que denota confianza en cada paso. En la penumbra de la discoteca, las luces parpadeantes dibujan sombras sugerentes sobre su figura imponente. Mis ojos, aunque no pueden captar cada detalle de su rostro debido a la poca iluminación, sí logran percibir la intensidad de su mirada. Es como si sus ojos oscuros fueran dos faros fijos en mí, destilando deseo y atracción. La estatura de Niccolo no pasa desapercibida; se erige como un hombre imponente, casi tanto como mis hermanos. Con una altura impresionante de metro ochenta y cinco, su presencia física es magnética. Su cuerpo, esculpido y atlético, lo hace parecer una versión moderna del Capitán América. Viste una sencilla camisa blanca que se ajusta a sus músculos, añadiendo un toque