Antonella
Apenas se baja del avión, Edahi se acerca a saludar a toda la familia y, cuando al fin llega a mí, yo siento a mis piernas volverse de gelatina.
Él es mi sobrino. Un sobrino cuatro años mayor que yo y quien en realidad no comparte un lazo consanguíneo conmigo, pero eso no le quita el hecho de que lo que yo siento por él está mal.
Sus ojos, profundos y del color del fuego, encuentran los míos, y en este instante, siento esa conexión que ha perdurado desde nuestra infancia.
—Hola, Anto —me saluda, y en sus expresivos ojos veo la intención de saludarme con un beso en la mejilla.
Recuerdo los días en que éramos niños, cuando Edahi era mi compañero de juegos y mi protector. Su delicadeza y devoción hacia mí eran inquebrantables, pero ahora, cuando hace amago de saludarme con un beso, mi corazón da un vuelco. Mostrar mis verdaderos sentimientos en este momento sería un acto de debilidad, algo que los Mancini no podemos permitirnos.
—Hola, Edahi —lo saludo fríamente y me doy la vuelta.
Mi coraza es impenetrable, y aunque por dentro mi corazón late con fuerza por Edahi, la fachada que muestro al mundo e incluso en mi propia familia es una de control y determinación. Esta es la única forma en que sé cómo lidiar con mis sentimientos.
Mientras todos abordamos las lujosas camionetas que nos están esperando para llevarnos a casa, no puedo evitar reflexionar sobre lo duro que ha sido crecer en una familia donde soy la única mujer. Siendo la única niña entre seis hermanos, fui la consentida de todos, por supuesto, pero quiero ser más que “la niña de papi”.
Todos mis hermanos son exitosos a su manera. Luciano es el rey de Italia, Vicenzo es coronel de la Real Fuerza Aérea Italiana, Santino un piloto de Fórmula 1 aclamado, Gianluigi un futbolista reconocido y Lorenzo un actor ganador del Oscar. Cada uno ha forjado su propio camino hacia la grandeza, pero yo también tengo mis propios sueños y aspiraciones.
Quiero ser más que la hermana menor, más que la única mujer en una familia de hombres poderosos. Al aspirar a tener el puesto de "La Madrina" de la mafia italiana, he encontrado mi propio camino hacia la excelencia. Sé que debo ser la mejor en lo que hago, y no descansaré hasta que eso sea una realidad.
Mi determinación es inquebrantable. A pesar de las dificultades que enfrento en un mundo dominado por hombres, estoy decidida a demostrar que soy igual de capaz, igual de feroz. Mi familia puede ser poderosa, pero estoy dispuesta a superar sus expectativas y dejar mi propio legado. Mi destino está en mis manos, y estoy lista para luchar por lo que quiero, y definitivamente, el amor no está en mis planes.
El amor es una debilidad que no puedo permitirme. Mis pensamientos están enfocados en un solo objetivo: ser la líder de la mafia italiana, "La Madrina" de La Capitalena. Crecer en una familia poderosa me ha enseñado que las relaciones sentimentales pueden ser un lastre; una distracción que debilita, y mis sueños son más grandes que cualquier romance. Solo tengo mente para fortalecer la posición de la familia Mancini en el mundo del crimen organizado y a ser una líder fuerte y respetada. Cada paso que doy en mi camino hacia el poder está cuidadosamente calculado, y no hay espacio para el amor en mi plan.
El compromiso con mi familia y mi deber con la mafia ocupan todo mi tiempo y energía. No puedo permitir que las emociones nublen mi juicio ni que las relaciones personales interfieran con mi ambición. Mi determinación es férrea, y haré lo que sea necesario para lograr mis metas, sin importar los obstáculos que se interpongan en mi camino.
El amor puede ser un lujo para otros, pero yo no puedo permitirme esa debilidad.