Una semana después de la reunión, me encuentro en la parte VIP contemplando a mi hermosa novia, mi querida Anabel tiene un desfile de moda, puesto que es modelo y una de las mejores. Mientras camina por la pasarela luciendo hermosos atuendos de la última moda, la música se detiene y todos, absolutamente todos se quedan en silencio. Es ahí donde me levanto y camino en su dirección, la pobre se encuentra en shock y sonríe al verme acercar, una vez que me paro a centímetros de ella doblo la pierna al tiempo que le tomo la mano. Sonríe de medio lado aún sin entender que sucede, a mi costados se pará una niña con la charola que posea el anillo que pondré en su dedo al momento que diga acepto.
—Santi, ¿Que haces? —Cuestiona incrédula.
—¿No lo imaginas hermosa?—Espeto con una sonrisa —¿Quieres casarte conmigo? —Pregunto y se escuchan los aplausos.
Sin despegar la mirada de Anabel, la veo morder su labio y retirar la mano, la sonrisa dibujada en mi rostro se disipa y siento mi corazón latir lentamente. Ella recorre la mirada al rededor de todos los espectadores y para finalizar la regresa a mi.
—Santi ¡aquí no! —pronuncia al tiempo que retira la mano y me deja perplejo —¡Por favor párate!, no quiero que sigas así —acota y siento mi sangre caer a los pies.
Cierro mis ojos al darme cuenta que hice el ridículo, paso gruesa saliva al tiempo que me levanto y recorro la mirada por toda la multitud, aunque todos están en silencio no dejo de sentirme avergonzado.
—Santi, lo hablaremos después —verbaliza tomando mi mano, al sentir su roce la suelto con sutileza y me retiro del lugar.
No puedo creer lo que me ha pasado, trato de asimilarlo pero aún no logro comprender, ¿por qué? ¿Por que no dijo que si?, si llevamos dos años de noviazgo y dice amarme con toda el alma.
Aprieto mis puños solo de pensar que seré el hazmerreir de todo un país.
Al salir a la calle enciendo un tabaco y lo inhalo hasta acabarlo, con un suspiro lanzo la escotilla al suelo y la presiono con mi zapato.
—Joven ¿Quiere que lo lleve a otro lugar? —Inquiere mi chofer y le regreso a ver.
—Llévame a casa de la playa —sugiero al tiempo que entro al auto.
De camino a la playa recibo constantes llamadas de Anabel, todas las ignoro. No porque estuviera enojado, lo que estaba era decepcionado, puesto que no comprendía como alguien que dice amarme no este dispuesta a compartir el resto de su vida a mi lado, o quizás estaba siendo egoísta con ella y solo pensaba en lo que yo quería. Cierro mis ojos y presiono el botón de apagar, no quiero hablar con ella, al menos no por ahora, definitivamente no tengo ánimos de nada.
Por una semana me he mantenido alejado de todo el mundo que me rodea. Suspiro al tiempo que me pregunto quién tocará la puerta, hasta donde recuerdo no le he encargado nada a mi chofer.
—¡Abuelo! —exclamo sorprendido —¿Que haces aquí?
Me abraza y masculle.
—Ya te imaginarás porqué estoy aquí
Aunque un nudo se forma en mi garganta, no dejo que las lágrimas escapen, era como si no hubiera lágrimas dentro de mí, o definitivamente no quería lo suficiente a Anabel.
—Si una mujer rechaza una petición de matrimonio como la que le hiciste, es porque no te quiere y sobre todo no vale la pena —recalca el abuelo. Sus palabras son duras, tan duras que puedo sentir mi corazón haciéndose añicos por dentro.
—Busca una buena esposa, una mujer que no se exponga de la forma que se expone tu ex novia, porque imagino que ya terminaron ¿verdad? —aconseja el abuelo mirándome fijamente.
—No lo hemos hablado —confieso soltando un suspiro.
—Hijo, muy pronto serás el heredero de todo el imperio Rúales, a tu lado debe estar una mujer que no sea avariciosa, debes proteger el patrimonio familiar como se ha hecho desde hace quinientos años, ya conoces la historia, una vez la fortuna se dividió y para no desaparecer, a nuestros antes pasado les tocó unirla con la otra familia y así lograron levantar nuevamente el imperio, no queremos que eso vuelva a suceder.
—¿Como encuentro a la mujer perfecta?
—No tiene que ser perfecta, simplemente tiene que tener el alma pura, cuando la mires a los ojos verás más allá de sus pupilas y será esa la mujer indicada para ti, no quiero que sigas alejado de la sociedad, ya despedí a todos los periodistas que se atrevieron a publicar noticias sobre aquella noche. Nunca, pero nunca te escondas porque un buen líder, siempre debe afrontar los obstáculos, por más duro que sean —Vuelve aconsejar el abuelo y siento el corazón regocijarse.
—Tienes razón abuelo, volveré contigo.
—Ese es mi muchacho, el mejor regalo que me pudo dejar mi hijo menor, fuiste tú.
Pues si, como lo suponen, tanto mi padre como mi madre murieron hace años, desde entonces vivo al cuidado de la tía Selma y del abuelo.
Apenas aterrizo en la capital me dirijo al departamento de Anabel, al verme sonríe y me abraza.
—Amor ¿Dónde estabas? ,pensé no volverías —rodea sus delgados brazos por mi cintura y empieza a besar mi cuello, suspiro profundo y la detengo desde los hombros, Inmediatamente la aparto.
—Santi ¿No me digas que aun sigues enojado por lo que pasó?
—No, no estoy enojado, pero necesitamos hablar.
—Claro que lo hablaremos, pero será después de que me hagas tuya —informa y se acerca.
Abarca mi boca con sus labios dejándome sin aliento, sentí la excitación crecer y termine cayendo en sus encantos.
—Extrañaba esto. —Expresa al momento que me riego dentro de ella. Seguido me recuesto a un costado y se acomoda sobre mi pecho.
—¿No crees que es ardiente así?, hacerlo cada que tengamos ganas.
—Si, es ardiente, pero debo casarme para poder obtener el liderato. —Explico mirando sus ojos
—Eso es una estupidez, disculpa que lo diga, pero tu abuelo esta loco
—Es la tradición familiar, así se ha logrado llevar el apellido por largas décadas.
—¿Que de importante tiene alargar el apellido en décadas?
Suelto un suspiro y recuerdo las palabras del abuelo, tomo en mis manos su rostro y la miro directo a los ojos.
—¿Entonces no vas a casarte conmigo? —vuelvo a preguntar y mientras espero su respuesta no dejo de mirarla. Le veo pasar saliva por su garganta y frunce el labio.
—Soy modelo —se excusa y eso me deja todo claro —Las modelos debemos tener el cuerpo perfecto, no me veo pariendo hijos hasta que salga un varón, peor aún, no quiero que mi cuerpo se deforme, la sola idea de imaginarlo lleno de estrías me produce náuseas, no entiendo tu empeño en querer casarte si así estamos bien, mejor olvida el liderato y vivamos la vida a plenitud, podemos vivir juntos sin necesidad de casarnos —Propuso.
Sonrie de medio lado y le doy un beso, quizás piensa que estoy aceptando su propuesta, puesto que siento como restriega su humedad en mi pierna. Cuando empieza a incorporar para que entre en ella la aparto e informo
—Soy el elegido para gobernar el imperio Rúales, fortuna por la que mis antes pasado junto a mi abuelo y tío han luchado para mantener en lo más alto. Y fui criado para esta vida, por eso no me veo viviendo la vida así. Quiero una esposa y junto a ella formar un hermoso hogar —informo al tiempo que coloco mi ropa
—Santi, nos podríamos casar a los treinta y cinco —niego con la cabeza—¿Me vas abandonar si no me caso contigo?
—Es tu decisión, no la mía, por dos ocasiones te he preguntado si vas a casarte conmigo, no quieres, tampoco puedo obligarte —Expreso —De la misma forma que valoras tu cuerpo yo valoro el trayecto que lleva mi familia, y no defraudare la confianza que el abuelo a puesto en mí —certifique de una manera terminante.
—Santi no hagas cosas de la que puedas arrepentirte
Sonrío porque yo nunca hago cosas de las que puedo arrepentirme, las decisiones que he tomado siempre fueron las correctas.
—Nos vemos —espeto y pongo punto final a una relación en la que solo existía el placer, más no el amor.