¿Crees en las segundas oportunidades?
«Soy Santiago Rúales y tengo veintidós años, hace apena unos días terminé mi carrera universitaria, me encuentro subiendo el ascensor para llegar hasta el último piso, donde se realizará la reunión familiar en la que, mi abuelo y mi tío me informaran todo sobre el liderato de las empresas Rúales.
Al abrirse el ascensor, camino dando pisada firme hasta llevar la mano a la manija de la puerta, acto seguido hago un saludo general y me acomodo en la última silla que queda.
—¡Perdón por el retraso!
—¡Ya era hora! —Cizañea mi primo
Entrecierro los ojos e ignoro a Cris, quien no pierde oportunidad para dejarme mal delante del abuelo, apenas tiene diecinueve años pero destila veneno igual que su querida madre.
—Si llega tarde a una reunión tan importante, donde el beneficiado será él, no quiero ni imaginar la empresa en sus manos —balbucea la madre de mi querido primo.
Vuelvo a ignorar esos ataques y dirijo la mirada a mi abuelo, quien se encuentra en silencio. Acto seguido acerca la carpeta y suspira.
—Esas son todas las cláusulas del contrato, revisa y firma.
—Si no estás de acuerdo, mi hijo será el líder de la familia —agrega Josefa.
—¡Es muy joven! —acota el abuelo —No arriesgaré poner el imperio en manos de un adolescente inmaduro, además, conocen la regla principal, el primer nieto varón, es el heredero —aclara provocando que aquella dama elegante y refinada entre cierre los ojos.
—Ya cumplí diecinueve, no soy adolescente
Informa Cris molesto, suspiro y pregunto.
—¿Debo hacerme exámenes de esterilidad?
—Si, esa es la parte más importante.
Después de revisar la carpeta, terminé aceptando puesto que no es nada del otro mundo lo que el abuelo pide para ser el único líder de la familia, solo tengo que casarme y tener un hijo varón antes de cumplir los treinta años. Será algo fácil, puesto que tengo novia y este será el momento perfecto para proponerle matrimonio.