Austin.
La noche a la que tanto temí, finalmente llegó.
Soy la clase de persona que tiene que tener todo controlado, sin embargo con Blake las cosas no funcionan así. Por eso me paseo por la habitación intentando evitar a toda persona que intente tener una conversación conmigo a excepción de mi familia.
Con una copa de champaña en la mano, controlo el tiempo que llevo solo y el tiempo que la mujer a la que le p**o para fingir lleva de retraso.
Furioso, tomo mi móvil marcando su número cuando alguien se detiene a mi lado. Por el brillo del vestido en la parte de las piernas, reconozco a mi madre incluso antes de levantar la cabeza.
—¿Por qué estás tan solo aquí?—pregunta.
—Estoy esperando a alguien.
Mi madre aprieta los labios para no reír.
—¿A esa mujer imaginaria que traerías como acompañante?
Ruedo los ojos.
—¿Quieres tener una conversación o viniste solo a insultarme?
—Vamos, hijo, es la cena de tu hermano. Las visitas no van a atenderse solas y me encantaría que te comportaras como el hombre que eres y no como el raro de la fiesta.
Me río de su comentario.
—¿Quieres que haga algo?
—Bueno… las hijas de mis amigas están solas por allá, preguntando qué podrían hacer y…
—No. Rotundamente no.
—¡Por favor! Al menos mantén una conversación con ellas—me ruega, formando un puchero con sus labios, algo que no sirve de nada porque conmigo eso no funciona—. Hijo…
—Estoy esperando a mi acompañante.
—Está un poco retrasada, ¿no crees?—analiza, con una ceja en alto—. Hijo, si mentiste para que creyéramos que no estarías solo, no hay ningún problema, pero…
—Mamá, te amo, pero me cabrea que no me creas—gruño molesto, mirando a mi alrededor, justo a tiempo para ver a mi ex entrar en el plano—. Genial, como si no tuviera suficiente contigo.
Mi madre sigue mi mirada y sonríe al notar a Layla entrando flamante con un vestido rosa pálido en un corte princesa hasta la mitad de las piernas. Su cabello elegantemente recogido, una sonrisa bella en sus labios y siendo tan perfecta como siempre, entra en la habitación saludando a mi hermano y su novia con mucho entusiasmo mientras detrás suyo camina un hombre de nuestra edad a quien reconozco del hospital.
No es nada más y nada menos que Carl Blossom, un cirujano pediátrico. Un colega. Uno que sabía bien que Layla estaba conmigo.
Un hijo de puta.
—Oh, Layla… ¿no es perfecta? —menciona mi madre, acercándose a ellos.
Como toda mi familia está ahí, no tengo más opción que acercarme también para no quedar como un idiota, aunque las ganas de matarlo a golpes que tengo son algo incontrolables a este momento.
La forma en que la toma de la cintura me desespera. ¿Quién demonios se cree para reclamarla como suya de esa forma?
Para cuando llego, Layla me enseña una sonrisa algo nerviosa, mi familia guarda silencio y el hijo de puta que tiene de acompañante me hace frente buscando estrechar mi mano.
—Austin, qué gusto verte—dice.
—Hola, Austin—saluda la mujer a su lado, mirándome como si tuviera temor a mi reacción, sin embargo, para sorpresa de todos, lo único que hago es saludar a ambos de la manera más profesional posible.
—¿Cómo están?
—Bien, felices de poder acompañar a la pareja feliz—menciona él—. ¿Viniste solo?
Inhalo profundo.
—No. ¿Ustedes se quedarán por mucho?
—¡Austin!
Ignoro el regaño de mi madre y termino de beber mi copa ante la mirada de mi hermano. Es más que obvio que espera que me comporte en su día y sería lo normal, de no ser porque contaba con que Blake estuviera aquí cuando tuviera que encontrármelos y así no enfrentarme a ellos a solas.
—Por favor, ignórenlo. Es como el Grinch de las fiestas—bromea mi hermano—. ¿Puedo invitarles una copa?
—Yo quiero otra.
—Creo que ya terminaste por hoy con eso—menciona sin mirarme.
Para mi suerte, se lleva al idiota de Carl con él, permitiéndome tener un momento a solas con Layla, quien no parece para nada feliz mientras intenta mantener a mi madre calmada.
—¿Podrías comportarte como un adulto?—dice, quedándose a mi lado—. Vamos, Austin, no seas infantil.
—¿Infantil yo? Gracioso que lo diga la mujer que se comprometió con el primer idiota que le pinta el cielo color de rosa con tal de hacerme explotar de celos.
Se enfrenta a mí. Tiene un brillo particular en el rostro, como si mis palabras en vez de molestarla la hubieran vuelto incluso más vulnerable que antes. Casi puedo jurar que veo esperanza en ellos, pero entonces otra cosa capta mi atención y ella lo nota.
Viendo hacia la entrada, piernas torneadas y bien trabajadas captan la atención de la mayor cantidad de población masculina posible. No puedo apartar los ojos de la mujer que se presenta con un vestido corto, casi al borde su zona íntima, aunque sin ser vulgar. No sé cómo es eso posible pues no deja nada a la imaginación.
Vestida de amarillo, con apenas unos tirantes sosteniendo sus senos, Blake se hace presente, y aunque quería que llegara jamás pensé que me daría tanta alegría y rabia al mismo tiempo.
Sus ojos conectan con los míos, me sonríe abiertamente caminando hacia nosotros. No puedo evitar sentir que los ojos de Layla están quemando mi rostro, pero me esfuerzo por no girar a verla.
—¡Hola!
Como si no tuviera suficiente con lo que decidió usar, veo que también decidió cambiar su color de cabello al natural que tenía antes de la tintura. Es como si no hubiera cambiado en nada y aunque no le queda nada mal, me pregunto por qué. Además de eso, su comportamiento… supongo que nunca trazamos los límites puesto que viene hacia mí besando mi mejilla y acomodándose a mi lado formando un puchero con sus labios.
—Lamento llegar tarde, pero una mujer siempre necesita un poco más de tiempo que los hombres—dice, con una voz angelical—. Oh, hola. Cariño, no vas a presentarnos.
Definitivamente los ojos de Layla están quemándome, incluso puedo ver su incomodidad cuando la enfrento, pero tengo que admitir que me agrada porque ahora sabe lo que sentí.
—Claro, nena. Blake, ella es Layla, una amiga… de la novia—obviando nuestro pasado, cosa que le molesta—. Layla, ella es Blake, mi novia.
Blake le tiende la mano con el diamante, cosa que brilla y capta la atención de mi ex quien no sabe dónde meterse. Su rostro se pone de todos colores, su barbilla tiembla al igual que sus labios, al mismo tiempo en que mi hermano se acerca a nosotros junto a su prometido, el puto Carl.
—Hola, tú debes de ser la invitada de mi hermano. Soy Miles—le tiende la mano, aunque Blake todavía mira a Layla, esperando a que la estreche, cosa que no pasa.
—Es su prometida—dice por fin.
—¿Qué?
Layla señala el anillo en el dedo de Blake, quien incluso pone una sonrisa abierta que la hace lucir genial, como si todo mi mundo no acabara de ponerse de cabeza pues mi hermano no puede creer lo que ve y ha quedado igual de tildado que mi ex.
—Felicidades—menciona Carl—. No pensé que fuera una doble fiesta de compromiso hoy.
—Porque no lo es—lo corto.
Blake nota mi arrebato, por eso coloca su mano en mi pecho, acariciándome.
—Tiene razón, no lo es. No quisimos hacer un gran anuncio, es reciente y pensamos en disfrutarnos en silencio un tiempo, ¿no es así, bombón?
Tengo que sostener el vómito en mi garganta ante esos motes tan infantiles y románticos que a las mujeres les gusta usar, aunque finjo una sonrisa para todos los presentes.
—De hecho, ni siquiera quería que usara el diamante hasta después de la fiesta, pero supongo que a una mujer nunca hay que darle un diamante y prohibirle que lo use.
Intento bromear, pero incluso mi hermano ha quedado perplejo pues él, que adora los chistes idiotas, guarda silencio parpadeando varias veces.
—Oh, tú también estás comprometida, por lo que veo—menciona Blake, apuntando al anillo que en comparación con el que tiene, no tiene comparación.
Layla solo atina a mirarle la mano.
—Sí. Yo también.
—¡Qué felicidad! ¿Ya decidieron una fecha?
Mi ex sacude la cabeza.
—No… todavía estamos pensando.
—Yo quería que fuera a fin de mes, pero dado que será la boda de Miles, creo que pensaremos en el próximo—menciona Carl.
—Un poco apresurados, ¿no es así? ¿Algún chisme que acallar?
Layla me aniquila con la mirada.
—No, ¿y ustedes? Dijiste que lo mío fue precipitado, pero te lo tenías bien guardado a esto, ¿no crees?
Su lado nervioso es el que responde, el mismo lado que resalta cada que está muerta de celos y eso es obvio. Está tan dolida por mis acciones que puedo verlo en mis ojos y cada persona presente en la conversación puede sentir la incomodidad, incluso Blake, que es quien intenta controlar la situación.
—¿Precipitado? Llevamos saliendo un mes—dice, fingiendo una risita—. Apresurado sí, pero precipitado no creo.
—Lo sentimos, Blake, pero es difícil para todos los que conocemos al cabeza dura de mi hermano, hacernos a la idea de que esté listo para el matrimonio.
—Especialmente después de dejar en claro que eso no estaba en sus planes—ataca Layla, sin importarle que su prometido esté a su lado, ella solo demuestra que está celosa y mucho.
De repente siento que todos están esperando una respuesta de mi parte, incluso Blake se queda en silencio, observándome.
—Bueno, supongo que es lo que pasa cuando conoces a la persona correcta—digo, acercándola a mi costado y tomando la mano con el diamante para que todos lo vean—. Conocer a Blake fue uno de mis mejores momentos y es… tan buena persona que pensé ¿por qué esperar? ¿Por qué darle la oportunidad a otro hombre? Tienen que saber que es mía y solo mía.
Miles abre los ojos sorprendido.
—Hombre, jamás pensé que te escucharía hablar así de alguna mujer. Es… te felicito.
—Gracias, Miles—responde Blake—. Esto es…
—¿Por buena persona le propusiste matrimonio? —interfiere Layla, dejando acallada a mi acompañante—. Lo siento, pero es difícil de comprender para mí, al menos, que fueras capaz de proponerte a una mujer que apenas conoces. Lo siento, Blake, no es nada contra ti.
—¿Por qué presiento que sí lo es?
Volteo a ver a la mujer que le hace frente a mi ex. Con un ceño fruncido y claramente molesta, ambas se miran fijamente.
—No es así, solo quiero saber en qué momento cambió de parecer porque hasta hace unas semanas no quería ni siquiera vivir con alguien.
Blake se ríe, sacudiendo su cabeza.
—Pues vivimos juntos hace más de dos semanas así que supongo que soy la excepción a esa regla, ¿cierto, bebé?
Apenas posa sus ojos en los míos, quiero ahorcarla en este preciso momento y lo nota, pues me presiona la espalda con su mano mientras yo le acaricio el rostro con la mía, rogando porque las intenciones que tengo no nos delaten.
—¿Están viviendo juntos?
Y entonces, es el tono de voz lo que capta mi atención. Layla tiene los ojos cristalizados, apenas es consciente de que está llorando, frente a su prometido además, quien baja la mirada, retrocediendo.
—Sí, es lo que las parejas que se aman hacen, ¿no?—remato, logrando que dos gruesas lágrimas bajen por sus mejillas.
—Disculpen.
Apenas ella se marcha, Carl lo hace detrás suyo. Ambos afectados, por distintas razones, pero afectados a fin de cuentas, abandonan el salón de fiestas de una manera en que logran que mi madre los note.
Cuando voltea y ve la mujer que está a mi lado, veo que se acerca con una sonrisa de oreja a oreja al ver que al menos no he mentido. Parece feliz de que finalmente tenga a una mujer hasta que nota el diamante en el dedo de Blake.
—Mamá, la mujer era real—menciona Miles, intentando pasar desapercibido de una forma muy mala—. Permite que te presente. Blake… ella es mi madre, Penelope Deveraux y… ella es tu futura nuera.
Mi madre casi quiere asesinarme con su mirada.
—¿Qué?
Me aclaro la garganta elevando el mentón. Mi intención no era llegar a tanto, mucho menos fingir que estamos viviendo juntos, sin embargo, las mentiras ya están puestas sobre la mesa y no tengo más opción que… aceptarlo todo.
—Así es, mamá. Estoy comprometido.
Blake.
Siento que voy a desmayarme. Mientras esta mujer, sumamente pulcra y bien arreglada intenta mantener la compostura, yo siento que las piernas se me van a doblar en cualquier momento.
Tengo la verdad en la punta de la lengua. Total, el único que quedaría dañado sería Austin porque es quien está pagándome para fingir que somos pareja y así no tendría que sacrificar toda mi puta carrera pues estoy frente a una de las mujeres que más influyen en el medio artístico.
Si bien no es artista, le agrada el arte a tal punto en que es una de las grandes benefactoras y perteneciente a la lista VIP de cada obra que se presenta. Ella… podría hundirme si quisiera.
Se siente como si de verdad estuviera frente a la mujer que debo ganarme como suegra por la forma en que me analiza. Estoy a punto de perder la cordura cuando sonríe.
—Bueno… supongo que es una gran noticia que seas real ¿no es cierto?—responde incómoda—. Blake, espero que te quedes para después de la fiesta. Tenemos… ciertas cosas de las qué hablar.
Trago grueso, apoyándome en su hijo porque de otra forma terminaría en el piso.
—Por supuesto, aquí estaré.
—Bien. De acuerdo, Miles… tu prometida te está buscando. Tenemos invitados qué atender.
—Claro, madre. Bueno, disfruten la velada, tendremos más oportunidades para hablar cuando todos se hayan marchado—menciona el hermano antes de ambos retirarse.
Austin y yo permanecemos abrazados hasta que los perdemos de vista y aunque mantenemos distancia luego, todavía hay cierto contacto físico dado que hay algunas miradas que no se quitan de nosotros.
Manteniendo una expresión pacífica, Austin me tiende una copa de champaña, alejándome levemente hacia un costado del cuarto. Supongo que para asesinarme.
—¿Qué mierda acabas de hacer?—pregunta entonces que nos encontramos a solas, claramente molesto—. Tú… dijiste que vivíamos juntos. ¡A mi hermano!
Me encojo de hombros.
—¡Lo siento, se me salió!
—¡Le dirá a mi madre!
—¡Pudiste prohibirme decir eso!—digo desesperada—. Lo siento, pero no pensé que fueras tan solitario y amargado como para que a tu familia le sorprenda que convivas con una mujer. Seguro pensaron que eras homosexual hasta ahora. Tómalo como un favor.
—¡Estás loca!—grita alterado—. Y no soy homosexual, me gusta tener mi espacio.
—Bueno, pues sigues con tu espacio porque lo que dije es una mentira. Nosotros lo sabemos.
Entonces sonríe, negando con su cabeza.
—Claro, nosotros como bien dijiste, pero en cuanto mi madre lo sepa, será una mentira difícil de mantener.
—Pudiste negarlo.
—¿Y quedar como un mentiroso? No, gracias. Solo que ahora tengo que ver cómo mierda se lo va a tomar mi madre.
—¿Crees que se enfadará?
—No, peor. Se lo tomará personal y hará miles de preguntas. Tenemos que prepararnos.