— Te compraré el caniche que tanto quieres – le sonrió – Es más le pondremos Perla.
— ¿Un caniche? Olvida eso, yo te daré el auto que quieras, el más caro si es posible.
— ¿En serio? – lo miro - ¿Tratas de sobornarlo con un puto auto?
— Y tú con un maldito perro, por favor, conozco a mi mejor amigo.
— Chicos basta – dijo Horacio – No pueden sobornarme con cosas.
— Claro que podemos – dijeron los dos.
Gustavo y Natalia habían comenzado con los preparativos de la boda y los dos estaban en un dilema, dama de honor y padrino, los dos quería a Horacio de su lado, era el mejor amigo de ambos y ahora estaban peleando por saber quién lo tendría.
— Elige Horacio ¿ella o yo? – dijo Gustavo.
— Es que…
— Solo recuerda que soy tu mejor amigo.
— Callate y deja que decida – dijo Natalia – Vamos Horacio.
— Chicos me halagan pero, debo pensarlo – suspiro – Iré por mi orden, por favor no se maten – se levantó.
— Genial – bufó Gustavo.
— ¿Te lo imaginaste? – sonrió Natalia mirándolo.
— ¿Qué?
— Que un día tú y yo estaríamos en esta situación.
— Claro que sí – tomó su mano – Siempre supe que eras la mujer de mi vida – le dio un corto beso – Pero eso no me impide pelear por mi mejor amigo para que sea mi padrino.
— Pues lo siento amor, deberás ver a tu mejor amigo de mi lado con un vestido siendo mi dama de honor.
— Te odio ser demoníaco de mi corazón – los dos rieron divertidos.
— Pero es por eso qué más me amas – se volvieron a besar tiernamente cuando escucharon a Horacio cerca se separaron.
— Mire jefa ellos son de quienes le hablo – para sorpresa de Gustavo, Horacio estaba acompañado de su jefa – Le presento, él es Gustavo García, mi hermano.
— Soy el más guapo – le sonrió coqueto, se levantó y extendió su mano.
— Un gusto – dijo Sam, estrecharon sus manos sintiendo una corriente eléctrica que recorrió hasta sus dedos, Gustavo solo sonrió y Rusell solo soltó su mano rápido.
— Y ella es Natalia Campell su prometida.
— Ya nos conocemos – sonrió la morena.
— Si – sonrió Rusell – Lo que no sabía es que estabas comprometida.
— Oh bueno, el constante cambio de guantes de látex hace que mi perfecto anillo – lo mostro – se arruine – sonrió – Pero en efecto, pronto seré señora García.
— Te queda de puta madre mi amor – sonrió Gustavo – Ese anillo lo hice yo mismo, bueno no yo, pero estuve ahí cuando lo hicieron, es único y hecho para ella.
— Basta, demasiada dulzura – dijo Horacio – Nat acompáñame que no fui por mi orden.
— Claro, ahora volvemos chicos.
Gustavo suspiro sonriendo mirando como su chica se iba, cuando centró su mirada en Rusell.
— Es un placer conocerla por fin en persona – sonrió Gustavo – Sientese, no muerdo – Rusell se sentó a su lado.
— Ojalá poder decir lo mismo – carraspeo.
— Tú mejor que nadie conoce la palabra confidencial – lo miro – Yo no te conozco hasta ahora – le sonrió – Jefa Rusell.
— Está bien – suspiro - ¿A qué te dedicas Gustavo?
— La fortuna de papá hace maravillas conmigo, pero lo gasto en un bar que no me hace ganar ni un puro – suspiro – Y ahora con los planes de la boda.
— ¿Hace cuanto que se comprometieron?
— Hoy hacemos un mes – sonrió orgulloso – Justo un mes.
— Vaya, es lo mismo que yo cumplo en la ciudad.
— Interesante – la miro - ¿Y que la trajo a esta ciudad?
— Trabajo más que nada, por mí jamás hubiese venido.
— Ya veo – suspiro y se quedó callado cuando llegaron - ¿Y bien?
— Lo siento Gustavo – dijo Horacio.
— No por favor ¿Qué hiciste? – miró a su prometida.
— Recurrir a medidas drásticas – le sonrió – Seré una García a final de cuenta – le dio un guiño – Debo saber como tener a todos.
— Perra – susurro sonriendo – Entonces nada, me quedo sin padrino.
— Puedes conocer a la Jefa y que sea tu dama.
— ¿Qué? No, no, no – dijo Rusell de inmediato.
— Que buena idea – Gustavo puso su mano sobre la pierna de Rusell, callandola de inmediato – Es más, me quedaré con ella solo para conocerla – dio suaves caricias en su pierna subiendo poco a poco, poniendo más nerviosa a Rusell.
— Perfecto – dijo Nat – Entonces mi dama de honor y yo nos vamos, tenemos cosas que ver – le sonrió.
— Está bien.
— Te veo en casa, te amo – se acercó a Gustavo y le dio un corto pero rápido beso en los labios - Nos vemos Rusell.
— Hasta luego – dijo Rusell nerviosa, sentía como la mano de Gustavo estaba muy cerca de su entrepierna.
— Adios chicos – dijo Gustavo y en una distracción rápida subió totalmente hasta tener su mano sobre el coño de Rusell, dando suaves caricias sobre la tela. Rusell cerró el puño y lo golpeó contra la mesa, disculpándose rápidamente.
— ¿Qué mierda haces Gustavo?
— Yo no hago nada – sonrió mirándola - ¿O qué crees que hago?
— No estoy para tus bromitas – jadeo y lo miro – No se supone que nada sale del cl… Club – gimió al sentir una corriente eléctrica.
— Bueno, soy el dueño – sonrió divertido – Puedo hacer lo se me sale de los huevos – estaba por bajarle la cremallera cuando se detuvo, se levanto y dejo un par de billetes en la mesa – Te veo en mi auto – bajo la mirada a su pantalón – En cuanto puedas levantarte – soltó una risita y se fue del lugar dejando a Rusell caliente, excitada y mojada.
— Hijo de puta – susurró.
Gustavo entró a su auto, sacó un cigarro y lo encendió, no sabe cómo llegó a ese punto pero no negara que le gusta, aunque si su prometida se entera, habrá algunos problemas.
Tenía la vista fija en Rusell, mirando como seguía sentada, pasaron aproximadamente 2 minutos cuando se levantó y salió de la cafetería, Gustavo p**o para que Rusell lo viera, cuando lo vio suspiró y fue directo a su auto.
— ¿Todo bien nena? – sonrió divertido.
— Salgamos de aquí anormal – gruño algo molesta. Gustavo soltó una risita y condujo sin rumbo alguno – Ella sabe de tu club – dijo sin mirarlo.
— Claro que sí – dijo Gustavo – Vamos los dos al club – lo miró unos segundos antes de tomar rumbo a la salida de Manchester - ¿Por qué lo preguntas?
— Solo decía.
— Mira, muchos no entienden nuestra relación, ella y somos muy liberales pase lo que pase en el club se queda ahí. Fuera del club, como ella y yo solamente – Rusell bajo sus gafas para verlo – Bueno, casi del todo – sonrió divertido – Los dos sabemos que en cuanto nos casemos cambiaran cosas pero seguiremos siendo la misma pareja liberal que somos.
— Osea que si tú follas y ella folla con distintas personas en el club no hay problema.
— Exacto, si se llega a un acuerdo dentro del club de verse una noche fuera se puede hacer, claro el resto ya es su problema porque todo está pasando fuera de mi jurisdicción – la miro – Interesante ¿verdad?
— Si – suspiro - ¿Qué ahí en la tercera planta?
— ¿Quién te habló de ella? – sonrió divertido.
— Lo escuche.
— Bueno si eres soltera jamás entraras ahí – solto una risita – Es una planta exclusiva para parejas, literalmente es una zona de sexo.
— ¿Qué?
— Si, por ejemplo, Nat y yo tenemos unos amigos que son pareja y no te mentire le tenía unas ganas enormes a su chica pero bueno jamás paso nada, hace unas noches los encontramos en el club. Bueno, pude desquitarme todo lo que quise con ella y Nat creo estuvo con otra pareja, no sé bien.
— Vaya.
— Ten pareja y eres bienvenida – le dio un guiño
Condujo un rato más hasta llegar a un hotel que parecía caro, Gustavo bajó del auto y esperó a que Rusell bajara del auto.
— ¿Qué tienes en mente bombón? – sonrió acercándose al rubio.
— Tú lo sabes – la tomó de la cintura para acercarla y besarla lentamente – Según Horacio debemos conocernos bien, hagámoslo.
— Me parece perfecto – Rusell sonrió sobre sus labios.
{…}
Las manos de Gustavo recorrían el cuerpo de Sam, quitando con desesperación su ropa, Sam trataba de hacer lo mismo pero Gustavo dominaba la situación.
Lanzó a Sam a la cama, dejándola desnuda ante su mirada, se dio el lujo morboso de recorrerla pasando sus dedos sobre la morena piel de la Superintendente quien se estremecía con el tacto del rubio. Gustavo se sacó la playera, tomó ambas manos de la chica y las amarró dejándolas sobre su cabeza. Los papeles está vez se estaban intercambiando.
La excitación y la adrenalina que sentía con ese hombre era inexplicable pero le encantaba.
Gustavo camino hacia el minibar de su habitación, sacó una pequeña botella de tequila y volvió a donde estaba Sa. Bajo su atenta mirada, abrió la botella y comenzó a dejar caer el alcohol sobre su piel, mojando su piel, Sam no evitó soltar un gemido al sentir el frío líquido sobre su piel y el fuerte aroma al tequila le gustaba.
Gustavo bajo y con su lengua comenzó a saborear el tequila de la piel de Sam, comenzó a gemir, sentir la húmeda y caliente lengua del mayor la estaba mojando más de lo que ya estaba.
Gustavo tomó un poco del tequila que aún sobre en la botella, acercó su boca al coño de Sam y soltó el alcohol que tenía en la boca, mojando el coño de la chica con tequila.
Era una experiencia que no se igualaba.
Sam cerró los ojos al sentir lo caliente que estaba la boca de Gustavo, quería bajar las manos pero él se lo negó, tenía que disfrutar de como le devoraba el coño sin mover la manos, algo que no había hecho antes.
Gustavo se deleitaba al ver como la jefa de policía arqueaba la espalda, movía su cabeza de un lado a otro, cerraba los ojos con fuerza y gemía en alto, disfrutando del oral que le estaba dando. No puede negarlo, ver como Rusell se deshace bajo los efectos del placer que él le proporciona es sumamente gratificante. Sus gemidos se hacían más agudos y como su cuerpo se contraía, estaba llegando a la cumbre del orgasmo No tardó mucho para que Sam se liberara por completo en la boca del rubio.
— Eres más deliciosa de lo que recuerdo – Sam vio como Gustavo limpiaba lo manchado de sus fluidos que tenía su labio y lamía su dedo – Exquisito, pero esto no ha terminado aún.
Se desnudo bajo la nublada vista de Sam, se acercó a ella, abrió sus piernas y pincelo su m*****o en el coño mojado de Sam, lubricando y disfrutando de la sensación.
— No traje condón.
— Mejor, así te siento de verdad – jadeo Sam.
— Tú lo has pedido nena – le sonrió, puso su m*****o en su entrada y disfruto de la sensación calida y estrecha de su coño.
Disfrutando de ver a Sam comenzó a penetrarlo lentamente mirando como sus facciones de lujuria y placer se mostraban frente a él. Podía admirarla mucho mejor, ese día bajo las luces neón era un poco más difícil, pero ahora con luz de día era mejor.
Cuando estuvo dentro de ella, espero unos segundos, una vez ella se adaptara a su longitud y grosor, comenzó a embestirla. Sacando por completo su m*****o y volviéndolo a meter fuerte y cada vez más profundo.
Los gemidos y gritos de Sam podían ser escuchados hasta por la recepcionista quien estaba en la planta baja.
Gustavo salió por completo de Rusell, la giro dejandola en cuatro, con su cara en las finas sabanas, levantó sus caderas y volvió a penetrarla. Jalo el cabello de Sam y aumento sus embestidas más rápido, sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a llegar al climax del placer. Unas últimas embestidas y se corrió completamente dentro de ella, los dos recuperaron el aliento, Gustavo salió de Sam, inmediatamente de la entrada de ella comenzó a salir el semen.
Sam se desplomó por completo, Gustavo se acercó y desató sus manos, se recostó a su lado hasta que los dos recuperaron el aliento.
— De esto ni una palabra – dijo Gustavo.
— Estaba por decir lo mismo – sonrió divertida.
— Está bien – la miro - ¿Amigos? – le sonrió divertido.
— Amigos – sonrió Rusell.
— Vaya que si tienes bonita sonrisa cabrona – dijo Gustavo antes de robarle un beso.
— Imbécil. Ahora si siento el dolor intenso en la cadera, creo que pasaré al hospital.
— No seas exagerada. Aunque mi prometida es subdirectora del hospital, puedes pasar por medicamentos – rodó los ojos.
— ¿Ella sabe de la otra noche?
— Obvio – le sonrió – Pero no sabrá de lo que hagamos fuera del club – se acercó de nuevo para besarla – Eres increíble.
— Tú no te quedas atrás bombón.
— Me daré una ducha, porque me has dejado hecho un desastre ¿vienes?
— Será para la otra – suspiro – Algo pasó en comisaría y debo ver que es.
— Está bien – carraspeo – Ammm ¿me das tu numero?
Rusell tomó el teléfono del rubio que estaba en su chamarra y se registró en sus contactos.
— Listo – le sonrió – Nos vemos Gustavo.
— Adiós nena – le dio un guiño antes de irse al baño.
Buena manera de hacer amigos….