Aterrada se quedaba corto para lo que sentía Nahara. Había sido encerrada en una habitación, sin posibilidades a nada. ¿Por qué la capturaron? Si ellos habían acabado con Mekeril, ¿qué podían querer con ella? El solo pensar que el padre de su hijo, el hombre que se ganaba todo de ella tan rápido, estuviera muerto, la mataba en vida. ¿Acaso era verdad lo que le dijeron? Al escuchar la puerta abrirse, se encogió en la cama, trató de limpiar sus lágrimas lo más que pudo y miró a quien había entrado por la puerta. El pelirrojo alto, de mirada azul, la escudriñó con un gesto serio. Nahara sintió la importancia. Quería salir corriendo de ahí. El hombre frente a ella le daba muy mala vibra. No era como cuando se enfrentaba a Mekeril. Con este se paralizaba por completo y se sentía amenazada en