―Señoritas ―el residente las miró―, ha sido un día largo, lo sé, pero necesito que una de ustedes se quede un poco más. ¿Podrían? Nahara sonrió. ―Yo lo haré. Ella tiene que estudiar para una prueba. El hombre, agradecido, asintió y se fue a buscar a más voluntarios. ―¿Estás segura? ―Chiara no estaba muy de acuerdo―. Has estado trabajando todo el día, y eso puede hacerte daño. ―Tranquila, debo aprovechar ahora que no tengo panza. ―Se puso en pie―. Vamos, ve a casa. Estoy segura de que Mekeril vendrá por mí. Chiara decidió dejar de preocuparse por tonterías. ―Bien, nos vemos mañana. Prometo que ahora sí me quedaré con ustedes. ―Volvió la mirada perversa―. Alessandro está teniendo mucha tranquilidad, y no estamos dispuestos a eso. Nahara rio. Su amiga iba a matar al pobre hombre d