Chiara fue tras su amiga hasta llegar a la habitación, donde Nahara se sentó en la cama en silencio, sin siquiera abrir la boca o alzar la mirada. Sabía que ahí dentro pasaba algo realmente malo, y por eso no entró. ¿Por qué ella sí lo hizo? Antes de que pudiera hacer o decir algo, Mekeril entró como un vendaval. Ella, que deseaba quedarse, decidió dejarlos a solas para que arreglaran lo que fuera que tenían que arreglar. Mekeril miró a su mujer; no estaba molesta o mirándolo con desprecio, solo observaba el suelo y se mantenía quieta. ―Ese hombre estaba gritando de una manera espantosa ―susurró todavía sin mirarlo―. El hombre que me hizo llorar y gritar del dolor ahora lo hace él. ―Cerró los ojos. No podía explicarse por qué deseaba el dolor de alguien más cuando ella no era así―. No de